Cientoseis

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Entraron al hogar y el ojiverde lo analizó observando la decoración estaba de forma muy hogareña, hacia sentirse cálido. Miró hacia la derecha y vio fotografías, que suposo, era Christopher de pequeño. Sonrió y siguió caminando detrás de la mujer.

Llegaron a la cocina, donde la mujer le ofreció sentarse mientras llevaba tazas de café.

—Bueno cariño— comenzó la mujer, sentándose a la mesa junto a los dos chicos— ¿Ustedes son pareja?

Erick escupió el café que tomaba, haciéndole quemar la lengua y Christopher se atragantó con su bebida para después terminar tosiendo.

—¡Mamá!

—¿Qué? solo pregunto... soy curiosa nada más. Además, no es secreto que seas gay— dijo riendo, avergonzando al mayor. La mujer posó su mirada en el ojiverde— Te lo digo yo, este chico es más gay que la picadura de la cobra gay.

Erick estalló en carcajadas, olvidando el vergonzoso comentario de la mujer.

Sin embargo, Christopher no lo olvidó.

El castaño no supo que contestar. Él sabía firmemente que ellos no eran simplemente amigos.

Pero entonces, ¿qué eran?

El sonido se la puerta abriéndose detuvo sus pensamientos, dejando ver a su hermano entrar por esta.

El respingo que salió de la boca del chico se escuchó, para que después saliera corriendo hacia donde se encontraba el ojimiel y atraparlo en un fuerte abrazo mientras le rascaba con sus nudillos su nuca fuertemente.

—¡Ya Yonathan! Maldita sea, duele.

—¡El maría está en casa!

Erick veía como la familia de Christopher reía incluyéndolo a él. Le parecía divertido y hermoso la manera en la que su familia era.

Le gustaba escuchar la risa del ojimiel.

Se veía muy feliz.

—¿Puedo usar su baño?

—¡Claro cariño! Subiendo las escaleras al fondo es la segunda puerta.

Erick agradeció y subió aún enternecido por la escena familiar en la cocina.

Pollito (Chriserick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora