Cientoveintidos

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—Disfruten su estancias en el maravilloso mundo de los juegos, ¡wuuh!

Habló el chico desganado, era obvio, pues ¿quién querría trabajar en un parque de diversiones colocando pulseras como entradas, y lo peor, en esas épocas?

El niño castaño gritó emocionado, dando brincos felices mientras movía sus dos manitas al aire.

Christopher y Erick lo veían desde atrás con una sonrisa imborrable, encantados con la inocencia que desbordaban los niños.

Inocencia.

Puff.

—Thiago, no te alejes— habló el ojimiel, trotando junto a Erick hacia el pequeño, donde ambos le agarraron la mano, teniendo al infante en medio de ellos, teniendo los tres las manos tomadas.

Observaron todo a su alrededor, viendo niños corres, familias, ancianos, parejas y demás en ese lugar, divirtiéndose y disfrutando de un agradable momento juntos.

Habían muchas variedades de atracciones a la vista de Erick. El ojiverde observaba todo a su alrededor, pensando cuál sería la primera atracción a la que subirían o jugarían...

—¡GOKU!

Hasta que el grito de dos voces a su lado lo detuvo, observando cómo los dos Vélez apuntaban emocionados hacia un puesto en donde los premios mayores eran unos peluches gigantes de aquella caricatura tan amada por el castaño.

—¿El fanatismo por ese peluche es algo de los Vélez?— mencionó el ojiverde risueño, viendo cómo Christopher corría junto a Thiago como si de un niño pequeño se tratara hacia el puesto.

Trotando, Erick alcanzó al par de fanaticos y escuchó lo que el vendedor decía.

—para ganarlo tendránque ganar al rededor de 1.300 puntos en este juego.

El juego consistía en pinchar los globos con los dardos en un minuto, los globos rebelarian una cantidad y si al final lograbas tener la cantidad indicada podrías llevar a Goku.

—Por supuesto, lo haré yo. Nada es un reto para Christopher increíble Vélez.

Erick rió mientras negaba divertido y veía como el castaño pagaba por su boleto, el cual fue tomado por el hombre encargado del puesto y se hacia aún lado para dejar a Christopher participar.

El juego empezó y el ojimiel pinchó algunos globos, su mirada se ponía más desesperante al ver como el reloj se comía el tiempo cada vez más.

—¡Ring! El tiempo se agotó. ¿Cuántos puntos han conseguido?

Erick, Christopher y Thiago comenzaron a contar los puntos, siendo Erick el primero en tomar la cuenta y haciendo una mueca.

—Setecientos noventa y ocho.

El hombre rechistó su lengua y aplaudió—Bueno, será para la próxima. Oh tal vez, ya no haya próxima. ¡Gracias por participar!

Los Vélez bajaron la mirada, teniendo su rostro de cachorros regañados y se apartaron del puesto, tristes por saber que no lograrían obtener un peluche.

Erick se mordió el labio y rascó su nuca nervioso. No le gustó para nada eso.

—¡Esperen!— gritó el pelinegro, llamando la atención de los Vélez mientras que se volteaba hacia el vendedor—Déjeme intentar, por favor...

—Niño, ¿crees ganar incluso si él perdió?

Y esa fue la gota que derramó el vaso.

El entrecejo de Erick se frunció, mostrándose notoriamente molesto por el comentario.

Pollito (Chriserick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora