45. ¿Me equivoqué?

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Escucharlo, provocarlo, pedirle que solucione todo o se marchará. Escucharlo, provocarlo, pedirle que solucione todo o se marchará. Escucharlo, provocarlo, pedirle que solucione todo o se marchará. Repite en su mente una y otra vez lo que debe hacer.. Keiko era una mujer mucho mayor que ella y seguramente más experta en estas cuestiones. Ella sabía bien por qué se lo había aconsejado así.

Dispuesta a tomar un baño, con su cuerpo desnudo, a punto de sumergirse en el agua, permanece de pie ahí, sin moverse.. Pensando en algo muy específico... "Provocarlo". 

Aún insegura de hacerlo o no, envuelve su cuerpo en una toalla y sale a buscar algo que ha tenido oculto por algún tiempo... De un cajón, muy en el fondo, y cubierto con otras cosas, saca un pequeño frasco con un líquido rojo en su interior. El mismo que preparó junto a Sango y Aome en la reunión antes de la boda de esta última. ¿Debería usarlo?

Con tristeza piensa que tal vez esta sea la última noche que permanezca en el palacio... Quizá.. Nada perdía con intentarlo.. Además, dudaba que funcionara... ¿Cómo podrían una simples gotas de ese líquido provocar el deseo de un hombre?

Esparce un par de gotas en la tina... Se acerca y huele el agua.. No huele a nada.. Otro poco más... Una, dos... Trece gotas más.. Ahora el agua contiene un aroma muy dulce... Al menos su piel olería bonito.

Al terminar de bañarse, huele su piel, tiene impregnado ese dulce aroma.. Se pregunta si en verdad sus amigas habrán usado esto o si ella es la única desesperada... Suspira al creerlo así. Ellas no tenían esta clase de problemas.. Quizá para ellas no era necesario recurrir a esto para tener la atención de un hombre.. Sacude su cabeza.. ¿Qué cosas estaba haciendo?.. ¿En verdad tuvo que recurrir a esto para tener su atención?.. Se siente extraña, un poco tonta... Como sea, ya lo hizo, tomar otro baño le llevará más tiempo.

Va a buscar ropa para vestirse y esperarlo... Un kimono pequeño.. Usa aquella prenda que era de él y ella amoldó a su cuerpo. Ve hacia la ventana.. Él dijo a Keiko que al anochecer iría a  hablar con ella.. Apenas y comienza a atardecer.. Quizá resta un rato más.

Observa fijamente ese cajón donde guarda sus ropas para dormir.. Tiene algo más guardado ahí... El pequeño kimono que Aome le regaló... ¿Debería usarlo?... ¿No sería algo aún todavía más desesperado?.. Tal vez no sea adecuado, recuerda que parecía muy pequeño... Además, al final Keiko le dijo que no hiciera nada extraño, sólo escucharlo y después pedirle que solucionara todo o se marcharía.

Pero la curiosidad puede más esta vez.. Aún queda tiempo para que anochezca... ¿Cómo se verá utilizando eso?... Presurosa busca hasta el fondo del cajón... Lo cierto es que desde aquél día no lo había extendido ni lo había visto a detalle. Es un kimono pequeño que tal vez apenas y cubrirá sus glúteos.

Con sus mejillas sonrojadas, retira la ropa que trae puesta. Muy nerviosa, como si alguien la estuviera observando, se coloca esa diminuta prenda y se ve al espejo.

¡¡Qué era esto!! ¡¡Era peor que las ropas de Izanami!! ¡¡Qué vergüenza!! ¡¡A través de la tela se veía casi todo!!.. Suspira sintiéndose un poco incómoda. Al final el señor Sesshomaru tenía razón... La señora Aome tenía ideas muy perversas en mente... ¡¡¡Pobre del señor InuYasha!!!

Si Sesshomaru la viera así, ¿Qué pensaría?... Seguramente le prohibiría para siempre volver a ver a la señora Aome... No... No podía ser... Era mejor deshacerse de esa prenda antes de que él se diera cuenta que tenía algo así.

Le cuesta un poco de trabajo aflojar el nudo con que ha atado el listón. Lo ha apretado demasiado y la tela es delgada. Se siente muy nerviosa al tener esa prenda puesta.. Esto le llevará tiempo... Para su mala suerte, alguien toca a la puerta de su habitación.

Con el señor Sesshomaru para siempre. PARTE 4.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora