Capítulo LXXVII

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Monstruos se alzan sobre los muros, sus diez patas afiladas les ayudan a sostenerse, sus bocas depredadoras muestran dientes con un filo aterrador; poseedores de una cola que tiene en su punta tres aguijones venenosos, varios ojos en su cabeza, un número aleatorio entre 6 y 12. Los rugidos que libera este monstruo parecen chillidos que desgarran los oídos, como si taladrasen el estribo a toda potencia.
Con 60 metros o más de largo, la estampida de Decaclausus, destruyen la ciudad a su paso; las defensas principales cayeron rápidamente, pues todos los guardas estaban distraídos conmigo, observando como evadía los golpes. No pudieron evitar el ser embestidos por los animales a los que tanto temen. Yo ni siquiera puedo moverme de este lugar, intento curar las heridas que tengo a través de mi energía... más estando agotado no será tan sencillo.
Además duele demasiado, recuerdo cuando Evilu se regeneró a sí misma tras su batalla con Kate; fue algo casi instantáneo, parece que no me es posible replicar sus acciones; no me arriesgo a absorber la energía del miedo en el ambiente, ya que estoy cansado y podría tener repercusiones dañinas sobre mí.
Sin embargo, necesito levantarme y dar la señal, para que los otros Consterna si lo hagan. Uno tras otro veo pasar a los Decaclausus, magníficos y aterradores; de todos los colores posibles pero en su versión más pálida. Ya son 16 los que han montado tal caos, el sueño me invade de forma extraña, afortunadamente veo a Kate y su padre, quienes rápidamente se dirigen hacia mí.
- Lo hiciste bien Nii - Me dice la peliplateada, aún con su rostro cubierto, al igual que su cabello; el (Pandora flask) se hizo presente y de allí una hoja me fue puesta en la boca, con exquisito sabor dulce, sumado a una textura suave; no dudé en recibirla sabiendo los efectos regalados por ella. Las heridas se cerraron, los huesos se reacomodaron correctamente, la sangre perdida se reestableció; y todo esto mientras una brillante luz violeta me rodeaba.
- Es hora chico - Fueron las palabras serias de Dadrev, de forma casi inmediata empecé a absorber el miedo generado; en su mayoría puedo sentir que proviene de la clase plebeya, quienes no poseen tanto poder como los Bélicos. Miles de ellos con miedo, a su enemigo natural; puedo ver recuerdos de familiares asesinados por estas bestias, ataques en el pasado y otras visiones que me hacen querer ceder al miedo.
Pero, mi mente entró en calma, pues yo mismo sé que usaré a tales monstruos a mi favor. - ¡LIBERTAD! - Un grito de guerra en mi idioma original, esa es la señal para que todos los esclavos se revelaran en contra de sus amos y abusadores. La energía en un pequeño sector de la ciudad se incrementó de forma desprovista, ninguno tan fuerte como yo lo estoy en este momento, pues claramente aumenté mi poder a otro nivel.
Aún así, tienen lo suficiente para encarar a Bélicos de poder bajo y medio, solo espero que sí sean levemente diestros para luchar. Los consterna salieron de sus refugios luciendo un poder espléndido, muchos de los Ávidos y Bélicos no lo creían, al sentir que sus poderes habían sido rebasados por la clase baja. Los gritos de guerra se esparcieron por toda la ciudad, lo que una vez fueron ancianos decrépitos, ahora lucen cuerpo atléticos. Y claramente logran superar a los jóvenes guardas, quienes no solo pueden pensar en los Decaclausus, ahora también con los viejos que una vez insultaron y maltrataron.
Mientras que la revolución se desarrolla, nosotros nos escabullimos entre las sombras, dirigiéndonos a lo que parece el objetivo. Algunos Decaclausus ya habían entrado y estaban haciendo estragos, creímos tener el camino libre, hasta que uno de estos animales apareció cortado en pedazos. - Cardinales - Susurra Katerei, ella conoce mucho de los Fanthomless que yo no. Recuerdo que una vez me mencionó esta palabra, son la élite de los Bélicos. Quienes ostentan el poder más elevado en este lugar.
Por la puerta destruida se aproximan 23 personas, todos vistiendo gabardinas negras que cubren todo su cuerpo, con máscaras doradas de diferentes formas, nosotros entonces ocultamos nuestra presencia; ellos salen del palacio y empiezan a diezmar todo a su paso. Sean decaclausus o sean consterna rebeldes, los cardinales blanden espadas de filo negro, que apagan la vida de sus contrincantes de manera instantánea. Cortes limpios que sacan las víseras de sus objetivos.
- Debemos cruzar rápido - Son las palabras de Dadrev, pues sabe perfectamente que no tendríamos oportunidad contra tales monstruos, y no me refiero precisamente a los Decaclausus. Tras cruzar las puertas solo podemos encontrar más de los animales despedazados, no tuvieron la más mínima oportunidad; los cardinales son la punta de la pirámide.
Katerei sabe a donde tenemos que ir, por lo que Dadrev y yo solo la seguimos; el camino empieza a volverse mucho más iluminado, a la lejanía puedo ver un brillo cegador. Su tono verde brillante casi me ciega, se trata de un cáliz dorado con piedras preciosas incrustadas por todos lados: rubíes, diamantes, esmeraldas, entre otros. El brillo que más resalta es el verde que lo rodea, más un vibrante azul que emerge del interior del recipiente.
- Esa es la "execración de la incoherencia" - Me dice Dadrev, todos avanzamos ahora con calma, pues sabemos que el silencio es muy importante para este momento. - Creado con 10 millones de vidas, la mitad humanas y la otra mitad fanthomless - El hombre rubio continúa hablando. Me invade una profunda ira el saber que tantas vidas fueron sacrificadas para crear tal cosa.
- ¿¿¿...??? - Una voz femenina se escucha desde el lugar al que nos dirigimos, el rubio se detuvo bruscamente y su rostro entró en el pálido como tono; Katerei estaba igual, el único que no está consciente del peligro soy yo. - ¿¿¿...??? - La figura vuelve a hablar y tras dar algunos pasos más, puedo ver que el cáliz reposa en un gigantesco pilar, un obelisco de color negro con letras brillantes de color verde. Letras en un idioma que no conozco.
Delante del pilar, hay un gigantesco trono, compuesto por una silla, rodeada con cráneos y huesos de lo que una vez fueron Decaclausus. Sentada allí hay una mujer de facciones delicadas y preciosas, cruzando una pierna sobre la otra. Su cabello negro tiene un peinado complicado, que involucra joyas y demás accesorios de gran valor. Los ojos rojos de ella tienen un aspecto afilado y bastante atractivo, así como amenazador.
Ella se pone de pie, y estonces logro apreciar las prendas que porta: Un vestido negro hasta la rodilla, que deja al aire libre su pierna derecha, que tiene una media velada de tono oscuro; mientras que el otro pie está excento de tal pieza. Tacones increíblemente altos, con una plataforma que parece bastante pesada; sobre el hombro izquierdo le descansa una capa roja que tiene diamantes incrustados en cada extremo.
En sus orejas porta pendientes rojos con forma de cráneo de Decaclausus, y sobre su cabeza hay una corona roja con una joya dorada en el centro. Su aura inalcanzable de nobleza la hace imposiblemente deseable. - La Impea... - Es la única pronunciación por parte de Katerei, mientras que de su Pandora flask varios hilos bailan desde el frasco. Dadrev entra en su postura de pelea y siguiendo esto me veo obligado a hacer lo mismo.

Atrayendo la peculiaridad [Basura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora