LXVI.

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Sophia's POV,

Seattle's Hospital Center - 2:48pm

Max sonríe y se sienta en uno de los sillones que hay en la habitación. Miro el cuerpo de Victoria, me acerco con cuidado para cerrarle los ojos y al doblarme veo que tiene una lágrima en la mejilla, como si se hubiera frisado. Bajo sus párpados y al levantarme miro a Max quien no me despega la mirada ni un segundo mientras se acaricia la enorme barba que tiene.

Se ve tan distinto a como le recordaba. No sé porqué creí que era alguien hermoso y único. Quizás los psiquiatras que he visto tienen razón. Quizás le encontraba hermosura a que no me pegara, pero eso no quita que era un cerdo igual que todos.

Me cruzo de brazos y me pego a la esquina de la pared. Ninguno de los dos dice nada y la realidad es que estoy comenzando a desesperarme.

Quiero irme. Quiero regresar a casa. Quiero estar en mi cama o en el cuarto de Tyler. Quiero estar segura. Quiero estar con Christian.

Oh, no. Christian.

Max me mira achicando los ojos y murmura muy tranquilo:

-Sabía que no me habías olvidado -sonríe con emoción y me causa náuseas.

-¿Qué quieres? -pregunto seria-

-Nada -se recuesta en el sillón y ladea su cabeza-, ya lo tengo todo contigo aquí presente. Eso sí, daremos un paseo. Iremos a un sitio donde tu esposo -escupe esposo con rabia y quita la sonrisa de su rostro- no te
podrá encontrar.

-No podremos salir de aquí -murmuro nerviosa.

>>Alguien se dará cuenta y le diré al de seguridad que me llevas en contra de mi voluntad.

Max se levanta y rápido se acerca a hasta quedar frente a mi rostro.

-No, mariposa, no vas a decir nada. Vamos a cerrar la habitación, vamos a tomar el elevador y nos iremos a nuestro hogar. Todo eso lo vas a hacer con tu hermosa sonrisa, la misma que me vuelve loco.

Con la misma mano que disparó, acaricia mi mejilla y toca mis labios con su pulgar.

>>Hagamos esto por las buenas, no quiero tener que hacerte daño. Sabes que odio tener que hacerlo.

Siento cómo presiona el revolver contra mi vientre y siento que me congelo.

-Max -susurro-, por favor, no me hagas daño. Estoy embarazada, por favor, no me hagas nada. No quiero que le pase algo a mi bebé -mis ojos se cristalizan.

-Oh, no te preocupes. Ya vi que estas embarazada y me debes una gran explicación -susurra poniendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja-. Tú eres mía -me acerca a su pecho- y ahora resulta que estás casada.

Noto cómo aprieta su mandíbula y niega.

-Luego veré qué haremos para que pagues por eso -en un movimiento rápido presiona nuestros labios y por más que trato de alejarlo es imposible.

>>No sabes cuánto he esperado por eso -sonríe abertamente.

-¿Qué quieres, Max? ¿Qué es lo que buscas?

-Ya te lo he dicho, mariposa. No busco nada, ya te tengo a ti. Eres todo lo que quería.

-Max, estoy casada. ¿Para qué me quieres?

-¿Cómo que para qué te quiero? Te quiero para mi, Ella, eres mía.

-No, no soy tuya. No soy de nadie. Max, entiende que tengo esposo, tengo una vida, estoy por tener a su hijo... No puedes tenerme.

La mejor sumisa de Christian GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora