LXXIV

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Christian's POV,
Aeropuerto de Seattle - 11:48pm

Mi corazón comienza a bombear con fuerza tan pronto el avión comienza a aterrizar en el aeropuerto. Miro mi reloj por vigésima vez y son las "11:48pm".

"A lo mejor ya nació" pienso con tristeza y molestia. No debí haberme ido de viaje. Debí haberme quedado. Nunca me perdonaré haberme perdido el nacimiento de mi primogénito.

Bajo del avión a toda prisa y Taylor me sigue. Welch nos ha recogido y guía a toda velocidad hacia el hospital.

-Tu padre me ha llamado hace unos minutos, no han podido comunicarse contigo.

-Traigo el celular apagado -murmuro y lo saco de mi bolsillo para encenderlo.

>>¿Ya ha nacido?

-No lo sé, no creo. No me ha mencionado nada cuando hablamos por última vez, solo que le llamaras tan pronto aterrizaras.

Marco el celular de mi padre, pero nadie contesta. Un pensamiento de Sophia dando a luz cruza mi mente. Ambos acordamos en dejar que mis padres fueran parte del momento, si en estos momentos mi esposa está dando a luz no cogerán el teléfono.

Gracias al cielo el camino hacia el hospital está libre de tráfico, el hecho e que sea casi la media noche nos da un poco de ventaja para llegar a toda prisa al hospital. Welch no ha terminado de detener el auto cuando salgo disparado del csrro hacia dentro del edificio. Corro a toda prisa hasta encontrar los elevadores sin detenerme en ningún momento. En mi camino me encuentro con enfermeras y doctores que me reconocen, pero mantengo mi camino sin dejar que nada me detenga. Una vez llego al piso de maternidad a quien veo primero es a Mía quién de un brinco se pone de pie y me señala la puerta donde debe estar mi esposa. Toco el timbre de la puerta sin cesar y sale un guardia de seguridad.

-Es área restringida, caballero.

-Soy Christian Grey, mi esposa está dentro dando a luz.

-Un momento.

El guardia se retira y miro mi reloj: "12:02am".

"Vamos, joder, vamos. Déjame entrar" pienso con molestia.

El guardia vuelve a aparecer y me entrega una mascarilla y un gorro azul. Tras ponérmelos me llena las manos de antibacterial y me guía hasta la sala de parto. Tras tocar la puerta una enfermera sale y el guardia me señala. La enfermera abre la puerta mientras anuncia mi llegada y ahí la veo.

Sophia está recostada llena de sudor y su rostro sólo refleja cansancio. Mi padre se hace a un lado tan pronto me ve y corro a su lado para apoyarla.

-Sophie –murmuro y rápidamente tomo su mano. Sophia se aferra a mi mano como si su vida dependiese de ello y no separa su vista de la mía.

-Llegaste -susurra con una hermosa sonrisa y asiento.

-Vamos, señora Grey, empuje –la anima el ginecólogo y mi esposa le hace caso.

Sophia empuja con todas sus fuerzas y su rostro se sonroja por completo.

-Vamos, amor. Tu puedes, vamos.

Siento cómo Sophia aprieta aún más mi mano y me sorprendo de la fuerza que está ejerciendo. No sabía que alguien tan pequeña guardará tanta fuerza.

-Bien, pare.

-¿Ya? –pregunta mi mujer agotada una vez se detiene-

-Aún no, tengo su cabeza. Necesito que empuje lo más que pueda una vez saque su cabeza y hombros lo demás será sencillo.

La mejor sumisa de Christian GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora