CAPITULO 52 (Aaron)

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Aaron

Maldita sea

El calor infernal me vuelve a despertar a mitad de noche. Sin abrir los ojos, palpo el lado izquierdo del colchón. Mi mano busca con desesperación ese pequeño cuerpo que necesito abrazar para dormir, no está.

Me desvelo confuso y me incorporo en la cama. ¿Dónde demonios se ha metido?

- Mia- la llamo apartando las sábanas blancas. La preocupación me obliga a parpadear con determinación. Las agujas del reloj marcan las 3:50 am.

Tiro las almohadas al suelo y me levanto de un salto. Sólo espero que no se haya marchado otra vez, a estas horas es muy peligroso que esté paseando por la calle. No está en buenas condiciones de poder defenderse.

- ¡Mia! ¿Dónde cojones te has...?- continuo gritando abriendo la puerta del baño. Mis palabras se quedan a medio camino al ver a mi chica mirándose enfrente del espejo, frunzo el ceño.

Tengo experiencia en analizar a las personas, sobretodo cuando se trata de ella. Lleva dias haciendo eso constantemente, sus ojos azules escanean su cuerpo con inseguridad y desagrado.

Me ignora completamente, está tan perdida en sus pensamiento que no se ha percatado de mi presencia. ¿Qué estará pensando?

- ¿Qué estás haciendo?

Al oir mi voz se sobresalta asustada y se baja la camiseta volviendo a cubrir su perfecto vientre. Se ruboriza un poco antes de mentir.

- Sólo estaba mareada.

- Te he dicho un montón de veces que me despiertes cuando te encuentres mal. - le recuerdo molesto fingiendo que le creo. - Vamos, déjate de tonterias y vuelve a la cama conmigo.

- No- niega atemorizada sin atreverse a mirar mis ojos. Varias lágrimas me desconciertan al ver que caen por sus suaves mejillas. - No puedo.

- ¿Qué me estás ocultando, Mia?- pregunto directamente. Estoy cansado de que no confie en mi.

¿Qué tengo que hacer para que vuelva a ser la misma chica de la que estoy enamorado?

Sé que sigue ahí, escondida en su pequeño cuerpo lleno de orgullo y rencor pero quiero recuperarla. Estoy empezado a desquiciarme de verdad.

Tiene los labios inflamados de mordérselos, esa odiosa mania nunca ha cambiado. Sus preciosos ojos azules estén inundandos en lágrimas, y aún asi no deja de ser preciosa.

- El bebé...- tartamudea sin respiración. Su dulce voz angelical se desgarra en un sollozo que me destroza el corazón. Lo sabia, sabia que me ocultaba algo del embarazo.

- ¿Qué le pasa a nuestro bebé?- susurro acercándome a ella. Remarco la palabra "nuestro" para demostrar lo mucho que me importa la persona que se está formando en su interior.

Su baja estatura me obliga a levantar su barbilla con delicadeza.

Se ve tan jodidamente pequeña a mi lado que se me hace imposible no querer protejerla a cada segundo. Su niñez hace que me entren ganas de cuidarla continuamente. Al fin y al cabo, en algo se tienen que notar los ocho años de diferencia.

- Hay una cosa que no te he contado- reconoce subiendo la mirada con temor. ¿De qué tiene miedo? - No estoy bien...

Mi cerebro tarda en asimiliar la última frase hasta que rodeo su rostro con las manos.

- Dime que no es nada grave, por favor- suplico imaginando lo peor que me puede decir. Me moriría si dijera que su salud corre algún tipo de peligro, no quiero perderla. Ella lo es todo para mi. - Me estás asustando, joder.

- Tengo un hematoma intrauterino. Es un embarazo de riesgo - explica rápidamente. Al ver que exigo más explicaciones coge aire con lentitud y continua: Es una acumulación de sangre dentro de la cavidad uterina. Estoy en riesgo de aborto espontáneo, el día que fui al ginecólogo sufrí un sangrado.

Joder

- ¡¿Por qué mierdas no me dices algo asi?! - exploto dándole una patada a lo primero que pillo. Mia se encoge en el sitio asustada, esconde sus manos temblorosa detrás de la espalda, tiene la cabeza agachada y los ojos cerrados con fuerza. Ya se esperaba mi reacción. - ¿Y tú?

- ¿Y yo qué? - repite sin entender mi pregunta.

-¿Tú estás en peligro? - no responde. Su insoportable silencio contesta a mi miedo. Joder.- ¡Me cago en la puta! - exhalo dándole un puñetazo a la puerta. Los nudillos me arden como el infierno cuando golpeo la madera con agresividad, la sangre se resbala por mis manos pero no me importa. Ahora no me importa nada.

- ¡Aaron, por favor!

- ¡Me mentiste! - mascullo con rabia centrándome en respirar. Jamás he sentido pánico, ni siquiera cuando mataron a mi madre delante de mis narices, y ahora estoy acojonado. Los ojos empiezan a picarme avisando de las intenciones, no puedo llorar delante de ella. Tengo que irme de aquí. - Ves a dormir, mañana estaré aqui.

- Dijiste que huir era de cobardes- recuerda enfadada con mi egoismo.

Se interpone en mi camino antes de que pueda salir del baño y se cruza de brazos. Esa es Mia Miller, dia a dia superando mis barreras, poniéndome a prueba. Joder, amo a esta chica.

- Sacas lo mejor y lo peor de mi - pienso en voz alta tapando mi rostro.

Mi corazón late con tanta fuerza que se me va a salir por la boca, ansiedad. En la vida he sabido que es esa mierda.

Sus ojos azules me estudian dolidos bajo esas kilómetricas pestañas que me vuelven loco.

- Aaron, mírame - suplica desesperada   poniéndose de puntillas para acariciar mi mandíbula. El simple roce de su tacto hace que me estremezca embobado. Por una vez, le hago caso y no hay vuelta atrás. Las lagrimas se deslizan por mi cara mientras respiro entrecortadamente.

- No quiero que te pase nada, Mia. No quiero que os pase nada- corrijo con pavor. Sus labios se encurvan con tristeza regalándome esa bonita sonrisa que me gustaría ver todas las mañanas. Desgraciadamente, no le hago reír a menudo.

Me acarica imitando los gestos que hago yo con ella y apoyo mi frente en la suya.

- Sólo tengo que hacer reposo y dentro de siete meses vamos a tener un hijo. Vamos a estar bien, Aaron. Los tres vamos a estarlo.

Y no sé porque razón me convencen esas palabras de inmediato. Ella siempre tiene razón.

- Te amo, Mia Miller.

Es lo más sincero que he dicho en veintiséis años.

- Te amo, Aaron O"Brien.



-Hola. ¿Qué tal? Espero que os guste el capitulo.

Os adoro.








































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