CAPITULO 50 (Mia)

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Mia

Mientras me lavo los dientes, miro mi reflejo en el espejo. Mi melena castaña está hecha un auténtico desastre sin arreglo, mis ojos azules están tristes y apagados, el color rosado de mis mejillas ha desaparecido. ¿Qué diablos me pasa?

Salgo del cuarto de baño, apago todas las luces y me siento en el enorme colchón que esta noche tengo para mi sola. Tengo diez llamadas perdidas de mis amigas y cincuenta mensajes de texto, menos mal que ya les he dicho que estoy en casa.

Extiendo los brazos y levanto la prenda negra que llevo puesta, es una de las sudaderas gigantes de Aaron.

Mi estómago está perfectamente definido, hace unos meses desde que he engordado un par de kilos pero sigo con la constitución delgada. Se nota la subida de peso en las piernas y en las caderas pero no me habia dado cuenta hasta ahora.

Dentro de unas semanas más me convertiré en una ballena.

Alguien abre la puerta del dormitorio, no es necesario girarme para saber de quién se trata. Hoy sólo somos dos en casa, Stiles se ha marchado hace un par de horas, creo que ha ido a hablar con mi hermana.

Espero que solucionen sus diferencias de una vez. Ambos parecían muy enamorados, eran la pareja perfecta.

El colchón se hunde detrás de mi y se me crea un nudo en mi garganta.

- ¿Qué estás haciendo? - pregunta poniendo esa voz ronca y sexy, su nariz acaricia el hueco de mi cuello. No respondo, no quiero hacerlo.

Su mirada sigue el camino de la mia y emite un largo suspiro.

Extiendo el brazo y llevo sus manos hasta mi vientre, con la mia encima de la suya. Su respiración se vuelve irregular al contrario que su cuerpo, parece que se ha relajado al tocar mi barriga.

Mi piel desnuda actúa involuntariamente poniéndose de gallina. La única ropa que llevo es la sudadera y el tanga blanco.

- ¿Lo notas moverse? - pregunta centrado en los ruidos de mi vientre.

- No, aún es muy pronto. Sólo siento pinchazos, cansancio, calambres en las piernas, náuseas y dolor en...bueno ya sabes...- tartamudeo timida. Aaron inclina la cabeza y espera a que termine la frase divertido. - En los pechos y ahí abajo...

¿Por qué vuelve a ser cariñoso de repente?

Sus manos me obligan a darle la cara y dejo que me acune sentada en su regazo. Su torso desnudo me recibe con calidez y rodea mi cuerpo con los brazos.

La emoción de volver a estar asi con él es tan intensa que lloro, y no poco. Lloro con fuerza, sollozo como si me estuvieran desgarrando y apoyo la frente en su hombro. Aaron deja que me desahogue por completo sin soltarme ni un segundo, sostiene mi cintura como si fuera a caerme y acarica mi cabeza.

Los latidos de su corazón me tranquilizan poco a poco y consigo recuperar la respiración. Me estaba dando un ataque de ansiedad, un ataque de los grandes.

- Sigue asi que lo estás haciendo bien. Estoy aqui...estoy contigo, cariño . Ven aqui- murmura tumbándose en la cama sin soltarme. - Cuando despiertes, seguiré a tu lado.

- No te vayas- suplico temerosa subiendo mis ojos a los suyos. Con la luz de la luna veo sus facciones con claridad. Es tan perfecto, que sigo sorprendiéndome de que sea todo mio.

- No quiero que vuelvas a llorar, Mia. Enserio, duerme tranquila, estaré aquí cuando despiertes. Te lo prometo.- repite con más seguridad, logrando que mi pecho se infle con alivio.

Unos brazos proporcionados me abrazan con fuerza alejando todas las inseguridades que rondaban por mi cabeza.

- Te quiero, Aaron- declaro subiendo la mano a su mejilla. Me entretengo en jugar con los diminutos pelos de su barba y sonrie.

- Te quiero. Te quiero más que a nada.- dice besando mis mejillas, la mandibula y la nariz. Me levanta la sudadera y acaricia mi ombligo con suavidad.

Sus labios me callan con uno de esos besos que te dejan drogada. Mi cuerpo se aprieta contra el colchón cuando se coloca encima de mi mientras su lengua sale al encuentro de la mia.

Me quita la camiseta por encima de la cabeza y recorre mis pechos desnudos con excitacion antes de volver a besarme. Él sólo lleva unos boxers asi que no pierde tiempo en quitárselos.

Es duro y rápido pero es lo que quiero. No me apetecen caricias ñoñas, ya ha pasado una eternidad desde que lo hicimos por última vez. Le cojo la mano y la dirigo hacia abajo, hasta colarla por mi tanga.

- Te sigue gustando mi cuerpo...- afirmo más para mi que para él. Sé que estoy exagerando ya que no ha cambiado nada (Excepto esos kilos de más), tal vez me estoy desquiciando un poco. 

Joder, ¿Porque estoy tan insegura?

Se aparta con la respiración agitada y echando chispas por los ojos.

- No sé que cojones te pasa pero voy a quitar esas gilipolleces de tu cabeza - aclara enfadado abriendo mis piernas con cuidado. - Eres preciosa, y tu cuerpo es lo más perfecto que he visto, Mia.

- Venga ya...

- Lo digo enserio- dice entrando en mi interior y casi le arranco los músculos de la espalda de un arañazo. 

- Dios...- gimo sintiendo el placer diez veces más profundo que las otras veces que nos hemos acostado. El cúmulo de emociones es impresionante. - No pares...

- Ni iba a hacerlo, cariño.- sonrie meneando las caderas más rápido, su boca se pierde en mis pechos y grito sin poder aguantarme.

Libero la presión, ambos la liberamos de la mejor forma. Me gustaría hacer esto hasta que ya no tuviese fuerzas ni para moverme. Y eso hace Aaron, no se detiene, me hace llegar al orgasmo una y otra vez.

Finalmente ahogo un chillido y aprieta mi trasero con las manos asegurándose de penetrar bien hasta el fondo.

Inigualable

- He perdido tu atención durante un rato, princesita- bromea con esa bonita en los labios. Me rio avergonzada.

- No es mi culpa. El placer me ha perdido.

- ¿Ah, si?- besa mis labios. Sus dedos tocan la curva de mi cintura y me estremezco inquieta.

Casi al instante de seguir la conversación me quedo dormida como una marmota entre sus brazos.



- Hola.¿Qué tal? Espero que os guste el capitulo.

Os adoro.





























Aaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora