CAPITULO 23 (Svetlana)

2.2K 109 14
                                        

Mia

El sudor

El cansancio

La adrenalina

Los nervios

Las heridas en los nudillos

Los saltitos sobre el suelo mientras mis puños pegan al saco con toda la furia que llevo dentro y me libero en cada golpe sintiéndome mejor.

Aunque suene raro extrañaba todo esto, extrañaba esta sensación, extrañaba el boxeo. Mi pasión, mi afición, mi lugar de juegos, mi refugio, mi vida. Mi maldita vida.

-Me alegro de verte de nuevo-dice la recepcionista al pasar por mi lado mientras limpia con una fregona el gimnasio. ¿Ni siquiera tienen dinero para contratar a empleados de la limpieza? Pobre mujer.

Sus gafas se bajan hasta el puente de su nariz y lo corrije volviéndolas a poner en su sitio. Gotas de sudor se deslizan por su frente y algo se remueve en mi estómago de ver lo cansada que está.

Nunca me lo he preguntado pero parece que es la única que se atreve a trabajar en este gimnasio, con un sueldo penoso y seguro que tiene que encargarse de todo ella sola sin ayuda de nadie.

-Puedo ayudarte si lo necesitas, Helen-susurro apoyando la mano en su hombro. La anciana me regala una sonrisa amigable y niega con la cabeza-Dime a que quieres que te ayude, no seas tonta.

-No hace falta, Mia. Tienes que entrenar pero gracias por ser una jovencita tan amable-bromea fregando con estricta rapidez como si no tuviera tiempo para hacer todo. Cansada de ver como algunos chicos se rien de ella me quito los guantes y los tiro al suelo dándoles la cara.

-¡Como vuelva a escuchar una risita más,pienso meteros el palo de esa fregona por vuestro asqueroso culo de nenazas! ¡Y espero que os quedeis bien calladitos si no quereis que os patee los huevos a todos!-amenazo totalmente enfadada de que no valoren el trabajo de Helen. Los chicos tonificados me miran sorprendidos y miedosos guardando silencio mientras se observan entre ellos-¿Os ha quedado claro pedazo de capullos?

-No te metas con ella tio. Es la chica de Aaron-dice uno de ellos cuando su amigo va a responder algún comentario inapropiado.

-Gracias Mia-susurra apenada la mujer a la que le tengo más cariño de lo que pensaba.
Un minuto más tarde, consigo que acepte mi oferta y suelta un largo suspiro acercándose a mi-Está bien pero me gustaría darte algo de dinero si me ayudas. Vamos a reformar el vestuario de mujeres, por lo visto, ya no vas a ser la única apuntada, hoy se han unido tres chicas más de tu edad. Las duchas van bien pero me harias un gran favor si me ayudaras a limpiarlo. Si te da tiempo, aprovecha y limpia también el de hombres, están todos entrenando no correrás ningun peligro. De todas formas, estaré atenta si estás más tranquila.

-No quiero dinero, sólo quiero ayudarte. Me alegro de no ser la única mujer por fin y...No es necesario que estés atenta. Dame el material, cuando antes acabemos antes nos iremos a casa. Sobretodo tú, tienes que descansar-contesto sorprendiéndome a mi misma de mi amabilidad. Helen abre los ojos perpleja y desaparece unos minutos de mi vista. Cuando vuelve hasta a mi trae una carretilla llena de materiales y botes de limpieza y sonrio caminando a una de las dos puertas. Empezaré por el vestuario femenino.

Al entrar uno de mis dos pies retrocede un paso por actoreflejo como consecuencia del horroso olor que desprende la habitación. Sigo ignorando todas las llamadas de mi móvil y lo guardo en mi mochila de deporte. Tengo mucho trabajo que hacer.

Por suerte o por desgracia sé algo de arreglar cosas gracias a crecer tan independiente asi que aprovecho esa habilidad en arreglar tres cierres de las taquillas con éxito.

Aaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora