CAPITULO 57 (Miedo)

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Mia

Me duele todo el cuerpo

Doler es poco, no he podido dormir nada. He intentado fingir que lo hacia con el objetivo de que Aaron se lo crea y descanse un poco pero no ha funcionado.

Las dos veces que me he levantado a vomitar me ha acompañado al baño y se ha encargado de coger mi pelo y acaricar mi espalda. Ahora me encuentro en el mismo lugar arrodillada en el suelo enfrente del retrete...parezco una borracha en una fiesta universitaria. Es muy deprimente.

- No, no, no. Por favor, no -suplico negando con la cabeza cuando me quita el pijama sucio y lo tira al suelo.

Lo último que me apetece es un baño frío. Si fuera un gato le arañaria con las uñas y huiria por la ventana. Mala suerte la mia, ni soy ese animal inteligente ni tengo siete vidas.

- Joder, no. ¡Aaron! - grito sin fuerzas aferrando mis brazos a su cuello. Me coge por la cintura ignorando mis súplicas y enciende el grifo, mis ojos miran el agua muy abiertos. - Tengo mucho frio, no lo hagas.

Sin soltar mi cuerpo, se acerca a la inmensa bañera y comprueba la temperatura con la mano.

- No me hagas esto- insisto desesperada tapando mi cuerpo desnudo entre temblores.

Nada, que no hay manera. Juro que voy a ahogarlo con la almohada mientras duerma.

En un segundo, me carga por las piernas como a una princesa y me sumerje con cuidado de que no se me caiga ningún bote de gel y champú en la cabeza. Oh me encanta el hidratante de coco, mi pelo suave y seco lo agradece. Amo las cosas que hay en esta casa.

Es lo que tiene ser multimillonario para él, supongo. Puedo romper lo que quiera sin miedo a que se enfade, excepto su moto, claro. Eso es sagrado, maldito vehiculo de dos ruedas.

- Mira, está caliente. ¿Más tranquila?- dice cansado de aguantar mis quejas.

Asiento con la cabeza y cierro los ojos más relajada, retiro lo dicho. No quiero salir de aquí jamás.

Un tacto húmedo y suave acarica mi pelo. Las gotas se resbelan por mi frente hasta mi barbilla y se deslizan por mis hombros.

Al abrir los ojos, veo la imagen de Aaron mirándome fijamente sin decir ni una palabra mientras está entretenido en esconder los mechones castaños detrás de las orejas. ¿En qué estará pensando?

No consigo descifrarlo, de normal es una persona muy complicada pero ahora no muestra ningún tipo de expresión, está serio y enfadado.

- ¿Estás enfadado conmigo?- pregunto lo primero que se me viene a la cabeza. Deja de tocarme y se aparta con un suspiro apoyándose en la bañera. ¿Qué demonios le pasa?

- No estoy enfadado contigo- aclara repasando mi cuerpo sin disimular antes de quitarse la camiseta.

Como de costumbre, examino los músculos de sus brazos y muerdo mi labio inferior. Su estómago es mi tableta de chocolate favorita.

Justo cuando pienso que va a venir conmigo añade:

- Voy a ducharme en el otro baño de la planta. Si necesitas algo o pasa cualquier cosa, grita y vendré- avisa indiferente dándose la vuelta. ¿Qué?

En otros momentos agradecería la agradable vista que me regala su espalda pero ahora estoy muy confundida y molesta.

- Tú nunca me has dejado sola- hablo en voz baja haciendo que se detenga en el marco de la puerta. Podría decir que esa frase le ha dolido más a él que a mi pero no le veo la cara.

Aaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora