CAPÍTULO 38 (No te conozco)

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Mía

Dolor

Es el sentimiento más difícil de llegar a entender, y el más fácil de sentir.

Recuerdo ese dolor. Al fin y al cabo todas las personas pasan por ruptura de parejas, el noventa por ciento de la población en esta sociedad.

En el instituto no fui una persona muy social pero tenía dos grandes amigas, Sandra y Dakota. Eran imprescindibles en mi vida, eran dos hermanas para mi en esos tiempos, una pena que todo lo bueno termine acabando.

Ambas eran muy atractivas, éramos las tres mosqueteras. Nunca teníamos secretos entre nosotras, nos contábamos todo sobre chicos, más bien dicho, ellas me contaban sus anécdotas amorosas. Yo nunca tuve tema de conversación en eso, solo era una especie de psicóloga personal.

Cada semana, lloraban un mínimo de dos días en la cafetería. Dakota era una chica fácil, sus grandes ojos verdes resaltaban debajo de sus largas pestañas, su pelo rubio era tan corto que apenas se podía hacer un recogido. En cambio, Sandra era más parecida a mi, un poco más atrevida pero no había mucha diferencia, su pelo rojizo destacaba su cara pálida llena de pequeñas pecas adorables.

Esas dos chicas estaban como una maldita cabra.

Mis consejos siempre eran los mismos, a Dakota la utilizan para llevársela a la cama y Sandra era otra cuestión aparte, tuvo varias relaciones serias pero no funcionaron. Nunca funcionan, ese era mi pensamiento hasta que lo conocí.

Hasta que conocí a Aaron O"Brien.

El mismo chico que juntó cada pieza rota de mi corazón para luego volverlo a destruir de una forma más cruel.

Quería matarme.

¿Cómo he sido tan idiota?

- Dios mio...- repito una y otra vez.

El montón de papeles tiembla sobre mis manos mientras veo la pequeña imagen que está clavada con una chincheta. Somos mi hermana y yo.

Ese era su plan, debí de suponerlo desde que me enteré en que consistía su trabajo. ¿Qué podía esperar del mandante de un equipo de narcotraficantes?

- Mía, ¿Qué ocurre? Me has llamado un montón de veces...- me saluda la tranquila voz de Molly.

Sin rodeos, pongo el altavoz y empiezo a contarle todo lo que he leído en esa maldita carta.

Debe de saber todo, tiene el mismo derecho que yo a enterarse.

Para mi sorpresa, una suave carcajada sale de su boca. No me cree.

- Tiene pinta de ser una broma pesada. Stiles jamás me haría daño al igual que Aaron no te tocaría ni un pelo.- dice insegura de sus palabras. Me conoce para saber que estoy hablando enserio.

- Querían matarnos, Molly- le aseguro sin apartar la mirada de todas las pruebas que he encontrado escondidas por la habitación. Es demasiado subreal.

Mi corazón bombardea con fuerza y cierro los ojos con fuerza apoyando la mano en la mesa para mantener el equilibrio.

- Tienes que relajarte. Voy a llamar a Stiles y...

- ¡No vas a llamar a nadie! ¿Estás loca?- la interrumpo furiosa. Nunca me hace caso, ser la hermana mayor es agotador. - ¡Si le dices algo, nos matarán!

El aire me falta en los pulmones al decir la última frase pero es la verdad.Ya no podemos confiar en ellos.

Me he enamorado de un maldito asesino, y eso no es lo peor de todo. Bueno para qué mentir, si lo es.

Aaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora