43. Soledad

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Al día siguiente: 6 de enero, 2019

[HANNA]

No tengo palabras para describir lo que ha sido la noche de anoche... si he conseguido dormir un par de horas ha sido de puro milagro. La ausencia de Gastón en nuestra cama a causa de su decisión de dormir en el cuarto de visitas, sumado a la información que me dio ayer ha sido una mezcla mortal para mi mente. No he podido dejar de pensar que es padre, que de alguna manera tiene una familia... tal vez él y Jacqueline no tengan una relación en estos momentos, pero el lazo que los une es para siempre...

Termino de cerrar mi maleta cuando él va entrando a la habitación y nuestras miradas se cruzan —¿Estás segura de querer ir a conocer a Nicole y ver si eres compatible? — me pregunta en un susurro.

Asiento sin dudarlo —Si— respondo y él se acerca a la cama para ayudarme a bajar la maleta de allí.

—¿Le has dicho a tu familia de que te vas a Paris conmigo? — me cuestiona y niego.

—No es necesario, cuando todo esto pase les contare bien lo que ha ocurrido— le explico mientras voy metiendo las ultimas cosas en mi bolso y una vez que todo esta listo salimos de la habitación.

—¿Y a él? — indaga y si bien no ha mencionado su nombre, se perfectamente que se refiere a Cristian.

—No tengo una relación con él— intento explicarme mientras busca su maleta y sigue avanzando por la casa hasta llegar a la entrada sin esperarme.

—¿No han arreglado las cosas? — averigua y no comprendo su actitud, ¿acaso eso es lo que quería que pasara?

Su prisa me hace caminar más rápido hasta salir de la casa, cerrar la puerta detrás de mi y acercarme al auto para ayudarle a subir las maletas —¿Eso es lo que querías? Sé que estás preocupado por tu hija, pero necesito que me seas lo más claro posible, ¿buscas romper conmigo? — Cuestiono sin rodeos, pero él sigue subiendo las cosas al auto y una vez que termina cierra el maletero y apoya sus manos sobre el auto para después mirarme a los ojos.

—No sé que es lo que quiero— admite y sus ojos negros se fijan en los míos.

—¿No sabes lo que quieres? ¿De verdad? — cuestiono.

—Para serte sincero, la única certeza que tengo en estos momentos es de que quiero que mi hija se salve y poder disfrutarla como no lo hice hasta ahora— responde.

—¿Y nosotros? ¿Qué? — pregunto y si bien yo tampoco tengo respuesta para esto, necesito saber en qué situación nos encontramos nosotros dos.

—Hanna... no me hagas preguntas para las cuales ni tu ni yo tenemos respuesta en estos momentos— me pide —Solo dime... ¿Estás segura de querer ir? — repite.

—Te dije que si Gastón... vámonos ya antes de que sigamos discutiendo— sentencio y de esta manera me subo al auto.

[...]

Todo el camino al aeropuerto ha transcurrido en absoluto silencio y al llegar tan solo me ha dirigido la palabra para decirme lo justo y necesario en cuanto a los papeleo para abordar el avión y nada más. Me duele vernos así he intento comprender si estamos de esta manera por lo que ha ocurrido entre Cristian y yo, o es que él ha cambiado su forma de sentir hacia mí. Nos abrochamos el cinturón de seguridad mientras que el piloto del avión da las ultimas indicaciones antes de despegar y miro al hombre que me amaba o me ama... —¿Qué sientes por ella? — pregunto así de la nada y él me mira inmediatamente.

—¿Qué? — cuestiona.

—Por la mamá de la niña— indago.

—Hanna, no es momento de esas preguntas— me responde y voltea a mirar hacia la ventanilla del avión.

—¿No es momento o no quieres hablar del asunto? — rebato y sus ojos negros vuelven a fijarse en mí.

—Hanna, de verdad te lo digo, no es momento para hablar de esto... no tengo cabeza para lidiar con tus inseguridades— me dice y sus palabras me hieren, gasto nunca me había hablado de esta manera.

—No me perdonas lo que paso, ¿no? — le pregunto mientras que siento como mis ojos se van llenando de lágrimas.

—¿Crees que me importa si te has revolcado o no con tu ex amiguito de la infancia? Mi hija se esta muriendo— sentencia y si bien entiendo su dolor, no puedo aceptar que me hable así.

—¿Piensas que no te entiendo? Yo también perdí un hijo... te lo recuerdo, y si estoy aquí es porque quiero ayudarte a que no vuelva a ocurrirte una cosa asi, pero eso tampoco quita que necesite saber que sientes, ¿de acuerdo? — le reclamo y me desabrocho el cinturón de seguridad para levantarme de mi asiento.

—Señorita... debe tomar asiento— escucho que me advierte una de las auxiliares de vuelo.

—Lo hare, pero allí— indico señalando un asiento que hay vacío un poco más atrás y puede que esta parezca una actitud infantil, pero necesito estar sola. Esta angustia que llevo por dentro mezclada con la rabia ante la actitud de Gastón no me deja respirar en paz... quiero llorar... sacar todo eso que me consume por dentro.

Tengo la sensación de que he perdido la brújula que guiaba el camino de mi vida y ya no sé si es que yo soy la culpable de absolutamente todo o es que de alguna manera todo lo que conformaba mi vida se ha desordenado todo a la vez haciendo que me sienta de esta manera; lo único que sé es que en estos momentos me siento igual de sola que el día en que Cristian se fue de mi vida y me toco afrontar el embarazo de Noah, pero ni siquiera tengo a mi hijo... eso es lo peor de todo. 

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora