[PASADO—HANNA]
22 de septiembre, 2011
Santa Mónica, California
Una peluca color rubia corta hasta el hombro con flequillo, lentes de sol que cubren las lágrimas que no paran de caer de mis ojos y ropa totalmente negra, un luto camuflado para que nadie de la ciudad pueda reconocerme. Tardaron más de una semana en entregarme el cuerpo de mi hijo y de trasladarlo de Miami aquí. Fueron los días más largos de mi vida, es recién hoy que puedo darle un cierre a la muerte de Noah, aunque la verdad nunca podré superarlo. Nunca llegue a pensar que, a dos meses de cumplir 19 años, me tocaría vivir un dolor como este, ahora comprendo aquella frase que dicen de que un padre nunca está preparado para enterrar a un hijo.
El cura termina de decir aquellas palabras de consuelo y los encargados del cementerio comienzan a descender el pequeño féretro mientras que yo, la única persona despidiéndome de él, lanzo unas rosas blancas al fondo de este pozo donde estará enterrado la persona que más amare en mi vida a pesar del corto tiempo que estuvo conmigo.
No hace falta más que quedarme sola frente a la tumba para dejarme caer sobre el césped y dejar todos mis sentimientos fluir libremente. Tengo demasiada tristeza en estos momentos, tanta que siento que no cabe en mi cuerpo.
—Hijo, no pude salvarte. — le digo mientras que no puedo dejar de llorar —lo siento, hice todo lo que pude para ser la madre que merecías, pero aquella palabra me quedo grande. — continuo, pero las lágrimas no me permiten seguir hablando.
Mis manos están llenas de tierra al igual que mi ropa, pero nada me importa. Solo puedo pensar en que si quizás algún doctor se hubiera atrevido a decirme que mi hijo sufría una enfermedad cardiaca congénita critica, quizás hubiera podido encontrar a un especialista, pero no, nadie me dijo nada y yo tampoco súper ver que algo no estaba bien. No puedo superar todo esto, duele demasiado y no creo que algún día me atreva a intentar ser madre nuevamente.
—Nunca te voy a reemplazar pequeño. — le digo con mi corazón partiéndose en mil pedazos —lo prometo, nunca voy a dejar que alguien ocupe tu lugar. — termino de decir y el silencio invade este lugar.
[...]
No sé cuántas horas pasaron, solo sé que ya está anocheciendo y que me obligo a irme de aquí, pero antes de irme del cementerio, paso por la tumba de mis abuelos y dejo una rosa sobre la misma. —cuiden a su bisnieto por favor. — les pido y continúo caminando.
Quise que mi hijo estuviera enterrado en un sitio especial y este lugar lo es. Aquí descansan los cuerpos de mis abuelos paternos, esos que tanto me cuidaron cuando era pequeña y que tanta tristeza me dio despedir cuando apenas tenía diez años. Siento que, si Noah está cerca de ellos, estará cuidado, protegido y, sobre todo, no estará solo en un sitio donde no conozco a nadie. Santa Monica siempre fue mi hogar y a pesar de que tome la decisión de irme para que nadie supiera de mi embarazo, siento que es el lugar donde el cuerpo de mi hijo debe descansar en paz.
Camino los largos pasillos de este lugar hasta que finalmente salgo y en medio de mi dolor, también se hace el dolor de no saber cuándo volveré a venir aquí y quedarme horas frente a la tumba de mi hijo y llorarle como lo he hecho hoy.
La muerte de Noah sin dudas marco mi vida y sé que a partir del día que murió, yo no soy la misma. Noto como muchas cosas dejaron de importarme, como de repente lo que yo creía importante para mí, ha dejado de serlo. Busco maneras de superar todo esto y no las encuentro. Solo quiero ocupar mi mente para no recordar que conocí lo más hermoso y lo más triste de la vida en cuestión de meses.
De aquel momento de felicidad absoluta al tener a mi hijo entre mis brazos, pase a la tristeza más grande de todas cuando el doctor me dijo que falleció y que no habían podido hacer nada por él. Es ahora que comprendo que todo lo que llore por Cristian, no fue absolutamente nada comparado a lo que he llorado por mi hijo.
No entiendo cómo puedo seguir respirando, como caminar es aun algo que puedo hacer, mucho menos entiendo cómo puedo llegar a continuar con mi vida. Lo único que sé es que no me atrevo a pensar en un futuro pasando por un nuevo dolor como este. No soy capaz de verme reemplazando a mi pequeño Noah con otro bebé...quien quiera estar conmigo en un futuro, deberá entender que yo no nací para ser madre, la vida me dejo muy claro ese mensaje.
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DOS EXTRAÑOS
RomanceLas vidas de Cristian y Hanna se cruzaron hace muchos años atrás en lo que ellos llamaron un "romance" pasajero, el cual hizo que sus vidas no volvieran a ser las misma después de ese momento. Sus vidas tomaron caminos diferentes, Cristian, por su p...