26. Lo que los une

1.3K 140 16
                                    

[CRISTIAN]

Tal y como aquella primera vez que hicimos el amor en esa playa, nuevamente mi cuerpo esta sobre el de ella mientras que nos besamos sin límites. Nuestros labios forman un desorden total para nuestros sentidos y solo se me antoja besarla hasta que mis labios me dejen saber que no pueden más.

Mi americana ya está sobre la arena y mis manos se disponen a bajar los breteles de su vestido, cuando elle me detiene colocando una de sus manos sobre las mías. Dejo de besarla un instante y la miro a esos ojos verdosos que son mi vida entera —no... no puedo. — me dice y la miro extrañado.

—Hanna, no te mientas, no es que no puedas...— digo agitado y ella lleva sus manos sobre mi pecho y me empuja para que me levante de encima suyo. En contra de todas mis ganas lo hago y me arrodillo frente a ella.

Ella se arrodilla sobre la arena también y acomoda un poco su vestido —no quiero, esa es la verdad... Lo siento Cristian, no pretendas que porque me digas que me amas y que siempre fui el amor de tu vida yo voy a dejarlo todo y me enredare contigo, entiéndeme. — dice con una mezcla de angustia y rabia que nunca había visto en sus ojos.

—¿Y seguirás con él solo por no querer dejarlo todo? ¿De verdad? Te hacia más valiente.— expongo con rabia y su cara en estos momentos se transforma.

—¡¿Más valiente?! ¡¿De verdad me dices eso?!— me reclama mientras se pone de pie —¡¿Crees que no fui valiente al convertirme en la madre de tu hijo cuando apenas tenía 18 años?!— grita entre lágrimas de rabia que sé que son mi culpa —¡¿Tienes una puta idea de lo que yo he pasado mientras que tú te estabas dando la gran vida de pintor?!— continua diciendo entre lágrimas y me pongo de pie.

Me acerco a ella e intento abrazarla —lo siento mi amor, lo siento... no debí decir eso. — digo mientras la intento abrazar con más fuerza, pero ella se mueve zafándose de mí.

—¡Suéltame! — me exige.

—Mi amor, por favor...—

—¡No me llames mi amor! ¡Tú no me amas, amas la idea de lo que fuimos sin serlo! — me reclama entre gritos y lágrimas.

«Nunca la había visto de esta manera»

—Hanna, yo te amo... que tú no estés preparada para escucharlo es otra cuestión y lo entenderé. — digo de la manera más calmada que puedo.

Ella niega —siempre tan egoísta... siempre tú... siempre así, siempre sin pensar en que daño puedes o no hacer...—

—No es así Hanna.— intento defenderme, pero ella no me escucha, simplemente se da la vuelta y comienza a caminar hacia la calle nuevamente.

Sin pensarlo voy detrás de ella, cuando de repente a casi nada de volver a pisar la calle, nos encontramos con Gastón —¿Qué es lo que ocurre aquí? ¿Por qué estaban los dos en la playa? — nos pregunta y no tengo ni la más puta idea de que responderle en estos momentos.

—Tuve un ataque de pánico y salí corriendo de la casa, Cristian se preocupó y vino detrás de mí. — intercede ella y esto es nuevo.

«¿Ataques de pánico?»

—¿Te sientes mejor? — le pregunta él tomando su rostro entre sus manos y la mira fijamente. —hace mucho que no te daba uno...— murmura.

«¿Hanna sufre de ataques de pánico?» Es la única pregunta que ronda por mi mente.

—Estoy mejor, iré a arreglarme un poco al auto, vuelvan a la fiesta. — se excusa y se aleja de nosotros dos.

Aquí estamos Gastón y yo frente a frente y yo sin saber cómo actuar. —Cristian.— me dice el mirándome fijamente. —Yo no soy imbécil, ¿Qué hubo entre Hanna y tú?— me pregunta sin rodeos.

—Fuimos amigos, perdón por no habértelo dicho antes, pero hacía años que ella y yo no nos veíamos.—respondo intentando ser el mejor actor que pueda.

—¿Solo amigos?— cuestiona y asiento.

«Después de todo eso fuimos, ¿no?»

—Sí, solo amigos. —respondo y respira profundo.

—Ya... ¿Y tú sabes quién fue el padre de su hijo? — indaga y sé que debería gritarle que soy yo, pero no tengo derecho de hacerlo.

—Eso es algo que debes hablarlo con ella...—

—Es que hay veces que es tan cerrada con su pasado, que no sé qué pensar ya. –

—Quizás no sabe cómo cerrar aquel capitulo, tal vez no puede, o no quiere... ¿Quién sabe? — explico y hago una pausa —¿sabes hace cuánto tiempo tiene ataques de pánico? Es que no los sufría cuando éramos amigos. — averiguo.

Su cara de dudas me preocupa —te lo diré, pero no puedes decirle que lo sabes, ¿sí? — advierte de manera muy misteriosa y asiento.

—Claro, no diré nada. — respondo con mucha curiosidad.

—Hanna y yo llevábamos seis meses de novios cuando un día fui por ella a uno de sus proyectos, era muy tarde y ella trabajaba con un ingeniero que siempre le hacía insinuaciones un poco molestas, pero aquella noche el imbécil ese se propaso e intento abusar de ella. Si no hubiera sido porque yo llegue a tiempo, no sé qué hubiera ocurrido. Desde esa noche Hanna sufre de ataques de pánico cuando se expone a situaciones de mucho estrés o situaciones que le recuerdan a algo de lo que sucedió, por eso no entiendo porque estaba tan mal hace un momento. — me explica y a cada minuto que pasa y me entero de cosas de su pasado, más me duele no haber estado a su lado.

—Que grandísimo imbécil ese cabron.— digo cerrando mis puños.

—Lo sé, obviamente las cámaras de la obra captaron todo y el hijo de puta ese, paso una temporada en la cárcel y tiene una orden de alejamiento de Hanna.— explica.

—Te convertiste su héroe.— comento.

—Eso dice ella.— dice sonriente —¿Regresamos a la fiesta?— propone y asiento.

Las palabras de Gastón me hacen ver que no solo es amor lo que los une, también es aquella situación donde él se convirtió en el héroe que yo nunca fui para ella, ¿Cómo puedo convencerla de que yo también puedo ser eso que ella necesita? ¿Cómo puedo demostrarla que la amo? Son tantas las cosas que nos unen... pero tantas más las que no separan, que no se si en realidad pueda existir una oportunidad para nosotros.

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora