18. No Dejar que el Pasado Gane

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[HANNA]

—¿Te encuentras bien ma belle?— me pregunta Gastón mientras conduce hacia nuestra casa.

Intento no mirarlo mientras que disimuladamente seco las lágrimas que se escaparon de mis ojos y cuando creo que lo conseguí por completo, lo miro —sí, estoy bien. — miento.

—¿Quieres ir a cenar a tu restaurante favorito o prefieres ir a casa? — propone y como acostumbro a hacerlo, me inclino hacia él y apoyo mi rostro sobre su hombro.

—Mejor vayamos a casa, podemos pedir algo de cenar y comer mientras vemos una película o algo. — respondo y sonríe.

—Me parece perfecto, ordenare en nuestro restaurante italiano favorito, ¿te parece? —

—Si, esta perfecto. —

Realmente mi cabeza es un desorden total en estos momentos, es como si una enorme ola llamada "pasado" hubiera venido con todas sus fuerzas a perturbar mi presente. Yo ya había olvidado lo locamente enamorada que estuve por Cristian alguna vez, también daba como "superado" el dolor que me había causado la muerte de Noah, lo cual no quiere decir que lo hubiera olvidado y por supuesto que tenía un plan de vida trazado con el hombre que está a mi lado en estos momentos.

Había dejado todo aquello atrás y era feliz con mi presente sin pensar en aquel pasado, pero ahora llego Cristian con sus confesiones a destiempo y dolores adeudados. Todo parece haberse sacudido como quien toma un globo de nieve y la mueve haciendo que el líquido en su interior agite sus copos haciéndolos caer sobre las figuras de su interior.

"Aunque no me creas, yo si me enamore de ti y regrese a Santa Monica a decírtelo."

Esas palabras hacen eco en mi mente y no quiero ponerme a pensar en que hubiera sucedido si su confesión hubiera llegado a tiempo. Me niego a que Cristian desordene mi vida una vez más.

[...]

Al entrar a la casa, una sensación de urgencia y desesperación por borrarme todas aquellas palabras se apodera de mi llevándome a besar a Gastón como si llevara mil años sin hacerlo. Es tal mi arrebato que su sorpresa es inevitable, él responde a mi beso con la misma necesidad, pero obliga a que hagamos una pausa para mirarnos a los ojos —me gusta que me beses así, pero ¿Qué sucede? — cuestiona y niego.

—Nada, solo tengo muchas ganas de ti. — respondo y me acerco a su boca —después vemos lo de la cena, hoy quiero comenzar por el postre. — le comento de manera sensual y su sonrisa es todo lo que está bien en estos momentos.

Voy quitando su gabardina mientras que torpemente vamos caminando por la casa y él se encarga de mi americana y entre un paso y otro y besos que van encendiendo los sentidos, nos las ingeniamos para llegar al enorme y cómodo sofá del salón.

Él se sienta en el sofá y yo de inmediato me siento a horcajadas de él, mi boca con la suya no se equivoca y en medio de esta locura voy desabrochando los botones de su camisa. Siento sus expertos dedos bajar la cremallera de mi vestido y al llegar al final de este, él me acaricia por todo el centro de mi espalda provocando una revolución en mis sentidos digna de un premio.

Quito su camisa lentamente y la arrojo a un lado del salón dejando que caiga sobre el suelo y su abdomen al descubierto es una dulce tentación inevitable para mis labios, puede que mi prometido tenga 49 años, pero su cuerpo es una escultura digna de hacer turismo por ella y así lo hago recorriéndolo mientras que sus manos van subiendo mi vestido hasta que me hace separar un poco de él para quitármelo y dejarme expuesta ante sus ojos en mi sensual conjunto de lencería de encaje negro que sé que tanto le gusta.

Regreso a su boca y mientras lo beso apasionadamente, voy desabrochando su cinturón y luego repito mi tarea con su pantalón. Mi cuerpo es recorrido por sus fuertes y grandes manos y mi piel se eriza en respuesta —me encanta cuando te pones así. — me murmura y sonrió.

—Y a mí cuando haces eso. — digo entre gemidos cuando sus dedos rozan mi intimidad volviéndome loca.

Todo se hace mucho más fácil cuando estoy con él, el resto desaparece y crea un mundo nuevo para los dos, uno donde se va desprendiendo de mi ropa y yo de la suya quedándonos piel a piel. —me vuelves loco ma belle.— me dice cuando ahora mi intimidad se roza con la suya en esta dulce tortura.

Llevo mi mano hacia su erección y lo miro a los ojos mientras que hago que él entre en mí y este momento es sublime, el deseo en su mirada me hace sentir que no existimos más que él y yo en este mundo y el hundirme en él es la gloria absoluta. —soy todo tuyo. — me dice a modo de reto y de inmediato me aferro a sus hombros para llevar el ritmo de la situación.

Nuestros besos, caricias y movimientos hacen que cada envestida nos acerque un poco más a la gloria y esto es lo que necesitaba, regresar a mi presente. Sentirme tan suya que todo el pasado que apareció de repente, vuelva a esfumarse tal y como lo hizo años atrás. No quiero que mi cabeza recuerde las noches con Cristian, solo quiero vivir esta dulce locura con Gastón, quiero ser suya...

—Te amo. — me dice entre dientes cuando nuestros cuerpos ya comienzan a rendirse.

Lo beso con pasión y delirio callando mis gemidos sobre su boca y es entre esos besos que siento que mi cuerpo se deshace por él y en pocos movimientos más, el suyo se rinde ante mí. No me atrevo a moverme, solo me aferro a su cuerpo saboreando la dulce sensación de la pasión junto a él y sentir su pecho pegado al mío respirando así de agitado me hace sonreír.

Ma belle.— me dice entre cortado y sonrió.

—Uhmmm.— murmuro y un breve silencio se hace presente.

—¿Quieres tener un hijo conmigo? — me pregunta y es tal mi sorpresa que debo mirarlo a los ojos.

—¿Qué? — pregunto agitada.

—Eso, ¿si quisieras tener un hijo conmigo? — repite y es la primera vez desde que él y yo estamos juntos, que no sé qué responderle.

—¿Me dejas pensarlo? Es que... me tomaste por sorpresa. — digo con un hilo de voz y se sonríe.

—Piénsalo todo lo que tú quieras ma belle.— me dice tierno y me besa con delicadeza para luego volver a abrazarme a él. 

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora