[PASADO – HANNA]
5 de octubre, 2010
Hace tres semanas que Cristian se marchó y cada día que pasa, más me duele su ausencia, tanto así que hasta me enferme. Me duele el estómago, la comida me provoca náuseas y apenas puedo levantarme de esta cama de lo cansada que estoy. La depresión me está matando y muero por llamarlo y decirle que lo amo, que me hace falta a cada momento y que quiero irme a Hamburgo con él, pero se perfectamente que él no me ama. Lo nuestro para él no ha significado nada y es que tampoco fuimos nada, solo dos amigos que tenían sexo de vez en cuando.No sé exactamente cuántas horas llevo sintiéndome así y no lo soporto más, no quiero decirles a mis padres porque se van a preocupar y creerán que volví a caer en los trastornos alimenticios que casi me hunden hace dos años atrás. Me rehusó a volver a ir a nutricionistas, psicólogos y grupos de ayuda, solo quiero tomarme algo que me haga sentir mejor, pero la automedicación jamás es buena. Tomo fuerzas de donde no tengo y me levanto de esta cama para ir a ducharme, cambiarme e ir a una clínica para que me revisen.
Me acostumbre a mentirles a mis padres, cuando tenía 15 y sufría de trastornos alimenticios, me acostumbre a ocultarles que no comía o que volvía el estómago después de hacerlo, pude ocultar a la perfección mis problemas de salud y luego hace más de un año que puedo ocultar que Cristian entraba por mi ventana durante las noches para pasarla gran parte del tiempo conmigo, pude ocultar mis escapadas, los rastros que su boca dejo más de una vez en mi piel y esta depresión por saber que él está haciendo su vida en Hamburgo. Así que, no veo porque no puedo ocultar una visita al doctor, sobre todo si ese doctor es uno de mis mejores amigos, ya que es el hermano de Tamara.
[...]
Entro a la clínica y pregunto por el doctor Raúl Freire, obviamente me toca esperar más de la cuenta ya que no tengo cita, pero en menos de unos treinta minutos, él sale y me sonríe.
—Ven Hanna. — me dice sonriente y no sé porque pude fijarme en él y no en Cristian. Raúl es guapo, muy guapo para ser honesta... tiene cabello cobrizo, ojos verdes, delgado, con una musculatura idónea y una altura envidiable.
—Hola Raúl. — digo y después de que el cierra la puerta de la sala del lobby lo saludo con dos besos.
—Hola Hanna, vamos a mi consultorio. — me dice amablemente y me hace seguirlo hasta el último que hay en el pasillo. —¿Cómo estas? — pregunta una vez que estamos dentro y cierra la puerta detrás de él.
—Me siento bastante mal, pero fuera de esto estoy regular. — miento y es que en realidad estoy fatal.
—Entiendo y cuando dices que te sientes bastante mal, ¿a qué te refieres? – cuestiona tomando asiento en la banqueta de ruedas que está al lado de la camilla y me hace una seña para que me siente en la camilla.
— Me duele el estómago, la comida me provoca náuseas y apenas puedo levantarme de esta cama de lo cansada que estoy. — explico.
—Entiendo... ¿algún otro síntoma? ¿fiebre? ¿tos? — indaga y niego de inmediato — ¿Y dime... cuando fue la última vez que has tenido tu periodo? — pregunta y de verdad que me da vergüenza hablar de esto con él, pero no tengo otra opción, ¿o sí?
—Mmmm...— digo y en mi cabeza intento recordar cuando fue esto —¿Julio?— contesto y es más una duda que certezas y su mirada me da miedo.
—Y perdona que te pregunte esto Hanna, pero... ¿mantuviste relaciones en este último tiempo? — cuestiona y puedo sentir como mi corazón late a mil por hora y no sé si es de vergüenza, miedo, o que...
Asiento con más miedo que nunca — ¿Tu insinúas que puedo estar embarazada? — inquiero con un hilo de voz.
—Es una posibilidad y solo hay una manera de saberlo. — expresa y se gira para sacar algo de uno de los muebles y me lo entrega — haremos esta prueba. — explica dándome una cajita y mis ojos se abren de par en par. —hay un baño aquí al lado, sigue las instrucciones y te espero aquí, ¿sí? — indica y no sé si llorar o salir corriendo.
«Yo no puedo estar embarazada... Cristian no querría un hijo suyo, mucho menos estoy lista para ser madre, pero... si es así serán solamente las consecuencias de mis actos y debo asumirlas.» Hay tantas cosas que se pasan por mi mente en estos momentos, que apenas puedo ponerme de pie e ir al baño para hacerme la prueba.
Sigo paso a paso cada una de las instrucciones y una vez que todo está listo, regreso al consultorio con la prueba y se la entrego a Raúl. Puedo ver su cara y entiendo que es positivo, solo que no sabe que decir exactamente —bueno Hanna... efectivamente estas embarazada. — anuncia y mis mayores miedos se hacen realidad.
Las lágrimas instintivamente salen de mis ojos y es una mezcla de miedo, rabia conmigo misma y tristeza. —¿Se puede saber cuánto tiempo tengo? — indago y asiente.
—Podemos hacer un ultrasonido y ver al bebé... — explica y asiento.
El momento después a esa respuesta fue el más fuerte de toda mi vida, fue escuchar los latidos de mi bebé y saber que me esperaba tomar muchas decisiones. Por lo que Raúl pudo ver, tenía unas seis semanas de embarazo y el tiempo para tomar decisiones estaba en mi contra. Abortar no estaba dentro de mis planes, pero soportar los reclamos de mis padres por haber quedado embarazada a los 17 años, tampoco era algo que me gustaba. La ventaja es que en dos meses cumplía 18 y ya había terminado la escuela, quizás tenía una opción mejor para continuar con esto sin que nadie lo supiera.
—Raúl, solo te pido que no le digas a nadie de esto, ni siquiera a tu hermana. — le pedí antes de irme y era muy consiente que, debido a su ética profesional, él tenía que cumplir con mi pedido.
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DOS EXTRAÑOS
RomanceLas vidas de Cristian y Hanna se cruzaron hace muchos años atrás en lo que ellos llamaron un "romance" pasajero, el cual hizo que sus vidas no volvieran a ser las misma después de ese momento. Sus vidas tomaron caminos diferentes, Cristian, por su p...