72. Hogar

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[CRISTIAN]

Al día siguiente: 5 de abril

Verla dormida entre mi brazos en esta cama que tantas noches fue testigo de mi soledad todavía me resulta un sueño. No puedo mentir, en mi vida ha habido compañía, pero nunca nada serio, sino todo lo contrario, han sido compañías pasajeras que nunca me han hecho sentir algo tan profundo como lo que me hace sentir Hanna.

Acaricio su cabello con delicadeza y sonrió con solo pensar en esta hermosa oportunidad que nos está dando la vida para vivir el amor que en su momento no supe ver —Te prometo que te cuidare siempre— Susurro y me pierdo en cada detalle suyo hasta que de pronto la veo moverse y sin decir una sola palabra, ella se levanta de la cama y va corriendo hacia el baño —Hanna, ¿Qué ocurre? — Pregunto mientras me levanto detrás suyo y la sigo ya que ha dejado la puerta abierta y la veo arrodillada frente la excusado —Olvídalo... ya vi... nauseas— Digo y me paro detrás de ella para sostener su cabello mientras que ella mueve su brazo como pidiéndome que me aleje, pero no lo hago.

—No deberías ver esto— Se queja y me sonrió.

—Pues es parte de todo esto, asique déjame ayudarte— Le respondo y tomo sus manos para ayudarla a ponerse de pie.

—Hasta ahora no me había sucedido— Comenta y se para frente al lavamanos para cepillarse los dientes.

—En algún momento ocurriría, ¿no? — Murmuro y cruzamos nuestras miradas a través del reflejo del espejo.

—Esperaba que no, pero ya vez— Bromea una vez que termina y cuando deja el cepillo en su lugar, ella se gira para que quedemos frente a frente —Ahora si, buenos días— Me dice haciéndome sonreír.

—Buenos días, mi amor— Le saludo y me acerco a ella para darle un corto beso —¿Te sientes mejor? — Averiguo y asiente.

—Ya estoy mejor— Afirma y lleva una de sus manos sobre su abdomen y se sonríe —Cada día que pasa lo siente más real— Murmura y llevo mi mano sobre la suya.

—Es que es real— Señalo y este sentimiento que siempre me invade cuando hablamos de nuestro hijo, me lleva a arrodillarme frente a ella y besar su abdomen —Hola hijito... soy tu papá— Lo saludo y siento los dedos de mi prometida enredándose en mi cabello haciendo que la mire y me doy cuenta de que sus ojos se han cristalizado —¿Qué ocurre? — Le pregunto preocupado y me pongo de pie para tomar su rostro entre mis manos.

—Perdón... ya sabes que en mi corazón tengo una revolución de sentimientos donde se mezcla lo que viví y el presente— Susurra.

—Mi amor, ya te dije que Noah siempre tendrá su lugar y nadie hará que nos olvidemos de él— Le repito y asiente.

—Lo sé... pero ya... no quiero que nos pongamos tristes— Me dice y sacude su cabeza como intentando dejar todo eso atrás —¿Te parece si desayunamos? Es que muero de hambre, el cambio de horario me esta sentando fatal— Señala y le sonrió sin dejar de acariciar sus mejillas.

—Desayunemos, y si quieres, después me puedes acompañar a la galería, es que tengo que comenzar a prepararlo todo— Explico y ella asiente con entusiasmo.

—Me encanta la idea, quiero ser parte de todo en tu carrera— Me responde y se pone en puntita de pies para pasar sus brazos por encima de mis hombros y acercarse a mis labios —Nos queda un tour pendiente por la casa también, ¿no? — Me pregunta de manera sensual y sonrió sobre sus labios.

—Está noche podemos hacer un recorrido completo...— Propongo y es ella quien me besa, pero lo hace de una manera sumamente provocativa haciendo que me sorprenda —Creía que tenias hambres— Murmuro entre beso y beso y ella se sonríe.

—Tú también puedes ser mi desayuno— Se defiende haciéndome reír y de inmediato llevo mis manos a su cintura y la levanto en el aire para así sentarla en el borde de la encimera del baño.

—Te distraes muy fácil— Bromeo entre besos y reímos cómplices.

—Y a ti no te molesta— Se defiende y niego.

—Para nada... todo lo contrario, me encanta— Consigo decir mientras que ella baja el pantalón de mi pijama y yo levanto su camisón.

—Lo imagine...— Susurra y mis labios ya comienzan a besar mi cuello mientras que mis manos se encargan de deshacerse de todas las prendas que hay entre nosotros dos. En el suelo termina su camisón, su ropa interior, mi pantalón, y mi bóxer. Su boca y la mía se vuelven a unir en un beso que alertan los sentidos y de esta manera comenzamos a amarnos como si fuera la primera vez que lo hiciéramos —No te detengas— Me pide agitada cuando lleva sus manos sobre mi trasero y me aprieta contra ella para que vaya un poco más profundo y nos miramos a los ojos mientras me muevo en ella.

—Te amo— Le digo y la beso.

—Yo también te amo...— Sentencia y los instintos se apoderan de nosotros a tal punto que el placer se hace de nosotros y no lo soportamos más dejándonos llevar. La beso mientras que mi cuerpo tiembla de placer y los suyos responden generando un momento de esos perfectos que solo nosotros sabemos construir y sonreírnos cómplices.

—Creo que vamos a tener que empezar por ducharnos— Bromeo y nos reímos mientras de que ella asiente.

—Duchémonos— Accede y sin que ella se lo espere, la atraigo hacia mi para que enrede sus piernas en mi cuerpo y así llevarla adentro de la ducha y abrir el grifo de agua para que continuemos con todo esto a nuestra manera tan única.  

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora