21. Cerrar el Pasado

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[Hanna]

Algunos dias despues: 22 de diciembre, 2018

Creía que el pasado desaparecería de mi vida para siempre, que después de aquel encuentro en el café, no volvería a ver a Cristian, pero me equivoque. Como todos los años, mi prometido hace una gran fiesta para todos sus clientes, socios, artistas y amigos para así celebrar navidad y despedir el año.

Termino de maquillarme frente al espejo de la elegante suite de uno de los hoteles más importantes de Los Ángeles y pienso en que me quedan 72 horas para responder a la pregunta que me ha hecho Gastón.

"¿Me das tiempo de pensármelo hasta navidad?" Le respondí aun encima suyo sobre aquel sofá y él se sonrió.

"Te doy el tiempo que quieras ma belle, pero navidad me parece una buena fecha." Respondio y me volvió a besar para comenzar una vez más.

—¿Estas lista ma belle?— lo escucho preguntarme y al darme la vuelta para aso verlo con ese traje de Hugo Boss que compramos juntos y que le queda tan, pero tan bien...

Sonrió—Si, solo me pongo el rímel y ya. — respondo y vuelvo mi mirada al espejo para terminar mi tarea.

Él me toma por la cintura y me rodea con sus brazos suavemente para después apoyar su barbilla sobre mi hombro —te ves deslumbrante. — me susurra al oído y sonrió.

—Amor, no empieces que sino no iremos a la fiesta. — advierto y ríe.

—Entonces vamos, el escote de tu vestido me da muchas ideas y ninguna lo suficientemente inocente como para hacer en público. — bromea y se aparta de mi para luego ofrecerme su mano y así salir de esta suite e ir hacia el salón de fiesta.

Mi prometido es una persona muy social, le encanta estar rodeado de gente, hacer fiestas a lo grande y festejar las situaciones que merecen ser festejadas. Supongo que después de la muerte de Natalia y su hija, aprendió a ver la vida de manera diferente, yo debería aprender más de él, pero aun eso me cuesta y mucho, aunque no negare que él hace todo mucho más fácil.

Una vez que llegamos al salón, entramos y como siempre el ambiente es sumamente elegante, con una banda tocando en vivo y luces que hacen del lugar uno deslumbrante. Los meseros caminan de aquí para allá con las bandejas de comida y de champagne, los invitados se entretienen con la impresionante barra que hay en el centro del lugar y apenas comienzan a ver a Gaston, se van acercando para saludarlo.

—Amor, vuelvo enseguida, iré por un Martini.— le digo al oído y dejo un beso en su mejilla para luego ir hacia la barra.

La corta cola de mi vestido color esmeralda roza con la alfombra del salón haciéndome sentir demasiado elegante e importante. No diría que soy una creación de Gastón porque eso sonaría a que no tengo personalidad, pero si debo admitir que este mundo de lujos, fiestas de gala y diamantes eran desconocidos para mi hasta que nuestros caminos se cruzaron.

Me hago un espacio entre algunos invitados en la barra y espero por mi turno —¿Qué le sirvo señorita? — Pregunta el bar tender.

—Un Martini seco por favor. — le pido amablemente.

—Por supuesto. — responde y se da la vuelta para preparar el trago.

Espero pacientemente a que mi trago esté listo mientras miro a mi alrededor, la gente disfruta del espectacular ambiente que hay en esta fiesta y no es para menos, todo es increíble.

—Buenas noches. — escucho que me dicen y reconozco su voz de inmediato.

Volteo a verlo e intento no prestarle demasiada atención a la elegancia que le da el traje que trae puesto con ese moño en su cuello. —buenas noches. — digo parándome de lado para que quedemos frente a frente.

—Señorita, su Martini. — dice el bar tender.

—Gracias. — respondo y tomo la copa para después volver a mirar a Cristian.

—¿Cómo te encuentras? — me pregunta mientras pruebo un sorbo de mi trago.

—Bien, ¿tú? ¿Cómo está yendo con los preparativos de la exposición?— Pregunto intentando llevar la conversación a un terreno profesional.

Él sonríe y bebe un trago de lo que supongo es un gin-tonic —muy bien, pero no creo que eso te interese mucho, ¿o sí? — pregunta animado y sonrió.

—La verdad que no.— respondo con la mayor honestidad del mundo.

Él ríe levemente y me mira de una manera que me intimida un poco —te ves impresionantemente bella esta noche. — halaga y bebo otro trago.

—Aha... gracias. — rebato sin hacerle mucho caso.

—Hanna.— dice como para llamar mi atención y lo miro.

—¿Qué quieres? — cuestiono sin saber bien cómo actuar.

Él hace una pausa —no quiero ponerte triste, pero yo necesito saber algo...— murmura.

—¿Qué cosa? —

—¿Nuestro hijo está enterrado en algún sitio? — indaga y sin poder evitarlo bebo el resto de mi Martini de la copa.

Dejo la copa sobre la barra y lo miro —Si, está enterrado en el mismo cementerio que están enterrados mis abuelos en Santa Mónica, obviamente mi familia no lo sabe. — le explico y ahora es el quien termina de beber su trago.

—Quisiera visitar su tumba. — me deja saber con un tono de tristeza que conozco muy bien.

En mi mente hay una discusión interna por decirle o no lo que pasa por mi cabeza —No sé si iras a Santa Mónica por navidad, pero Gastón y yo estaremos allí con mi familia, si quieres...—

—Quiero que vayamos juntos, por favor. — me interrumpe y asiento levemente.

—Está bien, pero no puedes hablarlo con nadie, ¿lo entiendes? — advierto.

—Sí, no te preocupes. — dice de inmediato y por encima de su hombro veo a Gaston caminando hacia nosotros.

—Está viniendo Gaston, disimula. — le pido y de inmediato me volteo hacia el bar tender para pedir otro Martini.
«Solo espero no equivocarme con esto...»

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora