[CRISTIAN]
Al día siguiente: diciembre 27, 2018
Santa Mónica, California
¿Cuántas veces se puede tener una oportunidad como esta? ¿Cuánto tiempo la he esperado? Ni siquiera estoy seguro de que todo lo que tengo para decirle vaya a poder salir de mi boca cuando la tenga frente a mí. He intentado ensayar las palabras en mi mente, trato de que en ellas vaya todo lo que llevo guardado por dentro, pero tengo pánico de fallar y no poder hacer otra cosa más que perderme en sus ojos verdes «concéntrate Cristian» me digo mientras tomo otro puñado de arena en mi mano y dejo que se deslice entre mis dejos hasta que de pronto veo una sombra frente a mí y al voltear, allí esta ella de pie con un precioso vestido color blanco.
—Hola— dice fría y sé que hay un enorme muro entre los dos que tendré que derribar para que podamos tener una conversación "normal."
—Hola— respondo y me pongo de pie frente a ella mientras sacudo mis manos —¿quieres que vayamos por un café o algo? — propongo y simplemente encoje sus hombros.
—Eres tu quien propuso esta "salida" por llamarlo de algún modo, creí que tendrías algún plan en mente— me dice y sonrió levemente.
—Lo tengo, ven— le pido y la tomo de la mano para hacer que camine conmigo, pero ella la suelta.
—No me tienes que tomar de la mano, puedo caminar sola sin problema alguno— me dice y la suelto con tal de no reñir con ella.
Hago mi mejor esfuerzo por no distraerme con sus andares ni con la manera que su cabello castaño se mueve gracias al viento, pero es muy difícil, toda ella es perfecta, es mi Hanna... es quien a pesar de todo siempre quise y seguiré queriendo, pero también es la mujer llena de dolor y resentimiento hacia mí con justa razón.
Al llegar a mi auto abro la puerta del lado del pasajero para que ella suba y una vez que lo hace, cierro y doy la vuelta para ir al lado del conductor y subir al auto —¿tienes que estar de regreso a una hora especifica? — me atrevo a preguntar mirándola a los ojos y su gesto de confusión me recuerda a cuando estábamos juntos.
—Cristian, ni soy una niña, ni soy cenicienta, así que no, no tengo una hora estipulada para regresar— explica mientras comienzo a conducir y estoy haciendo mi mayor esfuerzo para no sonreír más de lo debido.
—Solo quería evitar problemas— digo y para evitar que ella desista de todo esto, pongo el auto en marcha y comienzo a conducir hacia el destino que tengo en mente para esta salida.
Ella voltea a mirar por la ventanilla ignorándome por completo y por mi parte aparto la mirada por un instante de la carretera y la miro disfrutando de la sensualidad y elegancia que desprende todo su ser —no te preocupes, los problemas los soluciono yo sola, así como lo hice siempre— responde y sus palabras hieren al igual que un cuchillo, pero si quiero intentar que las cosas mejoren, aunque sea un poco, no debo caer en este juego.
—De acuerdo— es lo único que se me ocurre decir para no ir hacia terrenos incomodos donde ninguno de los dos queremos estar.
Cualquier tema de conversación durante el camino, significaba caminar descalzo sobre espinas y para no arruinar el momento, simplemente encendí la radio y dejé que la música fuera quien llenara los espacios que nuestras voces dejaban. No hice más que estacionar frente al café y sentir su mirada fija en mi preguntándome miles de cosas.
Sabiendo que no era momento de responder, baje del auto, fui hasta su puerta, la abrí y ayude a bajar. Sus ojos verdes estaban llenos de dudas, pero acepto entrar a este lugar que tanto conocemos y ahora estamos sentados frente a frente en la misma mesa ubicada en la terraza del café, que muchas veces fue testigo de nuestras conversaciones como amigos.
—Este es un golpe bajo— se queja mientras amarra su cabello para evitar que este siga enredándose a causa de la brisa que llega de la playa que está a metros debajo nuestro justo enfrente.
—Aquí hemos tenido nuestras mejores conversaciones, tú me contabas tus cosas y yo las mías, quiero tener una conversación sincera contigo una vez más. — le explico, pero nuestra conversación se ve brevemente interrumpida por el camarero que viene a tomar nuestra orden y una vez que la tiene, se marcha.
—¿De qué quieres hablar? — me pregunta en un susurro.
Me inclino un poco hacia ella —¿me odias? — pregunto sin rodeos.
Su mirada intenta no apartarse de la mía, pero falla —no— responde fría.
—¿Me quieres? — cuestiono.
—¡¿Qué?! — pregunta y ríe —eres un egocéntrico e insoportable que cree que me dirá tres cosas bonitas y yo caeré rendida a tus pies... Cristian, yo ya no soy aquella Hanna que moría por ti— me dice enfadada.
—Eso es lo que quiero, saca tu rabia contra mi... te lo suplico— le pido y me mira extrañada.
—¿Por qué? ¿Qué quieres conseguir? — cuestiona.
—Que seas sincera conmigo... dices que no me odias, pero tampoco me quieres, ¿Qué es lo que queda si no es amor u odio? — le digo.
—Nada... indiferencia— responde y niego con la cabeza.
—Eso es imposible, han ocurrido muchas cosas entre los dos para que sea eso lo que haya— murmuro.
—¿Prefieres que te odie? — pregunta indignada.
—Sí, porque eso significaría que me amas, pero que no encuentras la manera de expresar ese amor lógicamente — le digo y ríe sarcásticamente.
—Eres...— intenta decir.
—¿Soy qué? — presiono.
—Imposible...— dice finalmente.
Niego con la cabeza —no... en todo caso soy y fui un cobarde por no decirte en su momento lo mucho que te amaba, pero en esta situación, los dos llevamos igual de culpa, tu tampoco me dijiste nada— explico.
—¿Ahora me culpas a mí? Es que eres increíble...— se queja.
—He dicho que los dos tenemos la culpa, tu no me dijiste que me amabas ni yo te lo dije a ti, ¿vamos a hacer lo mismo ahora? ¿vamos a ocultar lo que nos pasa y dejar que pasen otros ocho años? — le pregunto y me estoy jugando todo en mis palabras.
—¿Y qué es lo que te pasa a ti? — me pregunta siendo ella quien se inclina un poco hacia la mesa ahora.
—Me pasa que te miro y que te amo, te escucho y te amo, te siento y te amo... pienso en nuestro hijo y te amo aún más... creía que era melancolía por el pasado, pero no... realmente te sigo amando y no sabes cuánto daría por poder agarrar las agujas del reloj y regresar el tiempo para que aquel Cristian te dijera todo lo que sentía en aquel momento, pero no puedo...— confieso y su mirada se vuelve de cristal.
—¿Por qué me haces esto ahora? ¿Por qué quieres desordenar mi vida? — me pregunta y una lagrima cae de su ojo para convertirse en la manera que su cuerpo habla mientras que su boca no es capaz de explicarme lo que siente.
—Porque me niego a volver a perderte...— confieso y sin poder evitarlo, llevo mi dedo pulgar a su mejilla y quito su lagrima.
Ella niega con su cabeza, se levanta de la silla y se aleja yéndose a una esquina de la terraza apartada de las pocas mesas que hay aquí y yo no dudo ni un segundo en ir detrás de ella —eres cruel— murmura.
—¿Por decirte lo que siento? — cuestiono y la tomo suavemente del brazo para que se gire y me mire a la cara.
—Sí, sabes que estoy con Gastón— se defiende.
—¿Y si no estuvieras con él? ¿Qué? — pregunto sin apartar mi mirada de la suya y el silencio reina entre los dos. Nuestras miradas parecen retarse mutuamente hasta que de pronto esta tensión que se ha creado entre los dos, se ve desembocada en un beso que no estoy seguro si soy yo quien inicio o ha sido ella, tan solo sé que mis labios se funden con los de ella y me siento en las nubes.
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DOS EXTRAÑOS
RomanceLas vidas de Cristian y Hanna se cruzaron hace muchos años atrás en lo que ellos llamaron un "romance" pasajero, el cual hizo que sus vidas no volvieran a ser las misma después de ese momento. Sus vidas tomaron caminos diferentes, Cristian, por su p...