16. Intentarlo (pasado)

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[PASADO – HANNA]

1 de junio, 2011

Miami, Florida

Me miro al espejo y aun me cuesta creer que en menos de un mes nacerá mi hijo. Este solitario departamento se ha convertido en el único testigo de todo lo que pase estos meses, mis nauseas, mis mareos, el cantarle a mi bebé y por supuesto, preparalo todo para su llegada.

Su cuarto ya está decorado en colores grises con jirafas y elefantes como principales protagonistas. Su diminuta ropita ya espera por él colgada en el guardarropa, y todas las cosas que leí que necesitaba para los primeros meses de vida de mi pequeño, ya están compradas. Pienso en todo el esfuerzo que hice para comprar todo eso y no puedo más que sentirme orgullosa de mi misma... por supuesto que también estoy agradecida con el profesor Salazar por haberme dado trabajo en su oficina de arquitectura a pesar de mi estado y de no haberme graduado aún. Si no hubiera sido por él, nada de esto hubiera sido posible. 

El peso de mi enorme abdomen me obliga a sentarme en el borde de la cama y nuevamente el sinfín de preguntas que suelen rondarme por la cabeza, reaparecen.

«¿Cómo voy a hacer cuando nazca mi hijo? No tengo a nadie que me ayude y eso me da miedo, muchísimo miedo...»

Supongo que me tocara decirles finalmente a mis padres de que seré mamá y a pesar de que las explicaciones serán muy largas y de que su amistad con la familia de Cristian se verá desecha, quizás deba hacerlo antes de que mi hijo nazca.

«¿Y si Cristian se entera por ellos?»

Ufff... quizás deba hablar con él primero, bueno, en realidad intentarlo porque cada vez que trate de comunicarme con él, estaba muy ocupado...

«Basta de orgullo Hanna.» pienso y es que Cristian se comportó como un idiota desde que se fue a Alemania y empezó a ser un poquito famoso, pero también sé que me di por vencida y renuncié a intentarlo una vez más.

—Se valiente, tienes que decírselo. — le digo a mi reflejo que ahora está un poco más lejos.

Me levanto de nuevo de la cama, busco mi celular en la mesita de noche y entre mis contactos busco hasta encontrar el nombre de Cristian. Solo espero que conteste porque dudo que lo haga ya que no tiene este número registrado.

Con mis dedos temblando, presiono el botón de "llamar" y espero a que conteste mientras que en mi mente repaso que es lo que le diré.

—Hola. — contesta del otro lado una voz femenina y siento como mi corazón se hace pequeñito.

«Hazlo por Noah.» me repito.

—Hola, ¿podría hablar con Cristian Bozeman por favor? — le pido a no sé quién.

—¿Quién le habla? — me cuestiona.

—Hanna Mercier, es urgente. —respondo y pienso por un instante... —perdona, pero ¿tú quién eres? — me atrevo a preguntarle.

—Soy Zaira, la compañera de piso de Cristian y disculpa Hanna, pero él está muy ocupado ahora. — me dice y realmente me dan ganas de terminar la llamada, pero no lo hago por mi hijo.

—Zaira, soy amiga de Cristian, de verdad es urgente... ¿Puedes decirle por favor que se comunique conmigo ? Es que esto de verdad es importante. — Insisto.

—Hanna, él está por salir para el aeropuerto ahora, hará una exposición en Múnich. Sé que quizás quieras hablar con tu amigo, pero él no puede hablar ahora. — me dice tomándome por sorpresa.

«¿Cristian le hablo de mí?»

—De verdad es importante. — vuelvo a repetir.

—Si quieres dame el mensaje y yo se lo paso antes de que se vaya. — me propone y sé que esto es lo más poco personal que pueda existir, pero es la única salida...

Respiro profundo intentando tomar valor —dile que va a ser papá en menos de un mes. — le digo finalmente y el silencio reina en lo que hasta ahora era una conversación.

—Se lo diré. — responde finalmente —ahora debo dejarte. — me dice y sin darme tiempo a replicar, termina la llamada.

«No sé si hice bien o mal... pero necesitaba al menos que lo supiera... ¿Y si ella no se lo dice?» pienso y supongo que debería dejárselo saber de otras maneras por si acaso.

Le escribo un mensaje de texto y aunque sé que no es lo más personal del mundo, es una opción y agotando todos mis recursos, le envió también un correo electrónico. Solo ruego que él los lea y me llame... lo necesito.

[...]

Días después: 11 de junio, 2011

Hace diez días que hable con Zaira, que le envié el mensaje de texto y que le envié aquel correo electrónico y Cristian simplemente no fue capaz de llamarme o contestar. No puede hacerme esto... al menos que me diga que no cree que es suyo si es lo que quiere, pero ¿ignorarme? Eso duele mucho más.

Nuevamente tiro mi orgullo a la basura y lo vuelvo a llamar, pero esta vez todo parece peor, simplemente parece que su número ya no existe, ¿me ha bloqueado? ¿o es que realmente cambio el número de celular?

Reviso mi correo electrónico y tampoco hay respuesta. Vuelvo a enviarle otro correo y esta vez el correo rebota tal y como si esa cuenta ya no existiera. Podía esperar que él no quisiera hacerse cargo del bebé, que me dijera que era tarde para que le fuera con una noticia así, o que incluso me dijera que no arruinaría su carrera por un hijo, pero ¿esto? Esto sí que no lo esperaba.

Es tanta la rabia que siento en estos momentos, que cierro mi puño y como acto reflejo al abrirlo agarro lo primero que encuentro, que en este caso es un vaso y lo lanzo contra la pared intentando liberar un poco toda esta rabia que siento.

—¡Maldita sea! — es lo único que se escapa de mi boca mientras que la frustración me gana haciéndome llorar desconsoladamente.

No sé para que lo intente... Cristian jamás es su vida sintió algo por ti, «¿Qué te hacía pensar que saltaría de la emoción al enterarse que sería padre?» Esa es la pregunta que me hago una y mil veces mientras me reclamo por ser tan estúpida.

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora