[CRISTIAN]
Hanna siempre ha sido un misterio para mí, nunca he sabido lo que siente, tal vez porque no me lo dice, o quizás porque el miedo nos ha ganado la mayoría de las veces, pero esta vez quiero dejarlo atrás y por eso voy detrás de ella. Sus pasos aumentan la velocidad buscando huir de mí, sé muy bien que estoy siendo el hombre más egoísta del mundo, pero la quiero conmigo... en realidad, la necesito y me muero si la vuelvo a perder por mi cobardía —¡Hanna, por favor! — le pido cuando está llegando cerca de un lago que hay frente a nosotros y la sujetó del brazo de una manera tal para no lastimarla.
—¿Qué quieres? ¿Por qué apareces nuevamente para desordenar mi vida? — me pregunta a modo de reclamo y ver que las lagrimas caen por su rostro me destrozan por completo.
—Hanna, yo no te busque... el destino nos hizo volver a encontrar, ¿no crees que es por algo? — le pregunto sin apartar mis ojos de los suyos.
—¿De verdad? ¿Ahora vendrás a decir que es el destino? ¿Esa va a ser la manera que me manipularas? — reclama.
No puedo creer que piense que la estoy manipulando, esa no fue nunca mi intención... —no te estoy intentando manipular, solo busco que no nos volvamos a equivocar— me defiendo y sin que ella se lo espere, me acerco un poco más a su cuerpo y paso uno de mis brazos por su cintura —¿crees que hago todo esto para que simplemente cedas a que tengamos sexo una vez más? — cuestiono y la manera que me mira tan llena de dudas me angustia.
—Aún estamos a tiempo de ser felices— murmuro.
—¿Felices? —
—Hablo de arriesgarnos a decirnos y hacer lo que nunca nos atrevimos— explico.
—Me vas a volver loca...— me reclama angustiada y si bien me parte el corazón que ella se sienta así, también sé que en el fondo no nos podemos seguir haciendo los idiotas con esto que nos ocurre.
—Solo quiero que nos demos la oportunidad que nunca nos dimos— digo bajito.
—¿Y Gastón? ¿Qué? ¿lo sacamos de la ecuación o qué? — me pregunta sarcástica.
—Él se merece honestidad, ¿no? — respondo inmediatamente.
—Eres un manipulador— se queja mientras me aniquila con la mirada.
—Dime que no sientes nada por mi y te juro que te suelto para nunca más molestarte— negocio.
Es tanta la tensión que hay entre los dos en estos momentos, que podría cortarse con un cuchillo —te odio por hacerme esto...— sentencia entre dientes y con su cuerpo diciéndome todo lo contrario, llevo una de mis manos a su nuca y la atraigo a mi para volver a besarla, pero esta vez, nuestro beso desata un voraz incendio que comienza ha consumirlo todo. El amor y el odio nos lleva a caer de rodillas sobre el césped y tal y como si el fuego nos hiciera quemar, nuestras manos comienzan a quitar la ropa del otro haciendo que el invierno se transforme en verano y mi desesperanza en la certeza de que todavía queda algo entre los dos.
Cada una de nuestras prendas caen a un lado de nosotros en este solitario lugar y volver a tenerla desnuda frente a mi me hace sentir el mismo hombre que fui con ella años atrás, aquel que se moría por ella, que no podía resistirla... probablemente nos estemos debiendo un millón de palabras en estos instantes, pero no hay lugar para nada más que no sea esta inmensa necesidad que sentimos mutuamente. Sus uñas rasguñan mi espalda con inmensa urgencia y las sensaciones en mi cuerpo van en aumento haciendo que muerda sus hombros mientras que ella va cayendo de espaldas sobre el césped y me acomodo sobre ella —si quieres que me detenga este es el momento— advierto en un mínimo acto de conciencia.
—Me voy a odiar por esto, pero no puedo parar— dice entre besos y tal y como si nuestros cuerpos se reconocieran de inmediato, mis manos rozan sus piernas que se van enredando en mi cuerpo, y yo sin más, entro en ella de un solo movimiento ganándome el más sensual de los gemidos.
—Me hacías mucha falta— murmuro teniendo la sensación de que he vuelto a casa y con sus manos bajando por mi cuerpo hasta llegar a mis caderas, voy moviéndome en ella con esa intensidad que sé que ambos necesitamos. Tal vez haya más preguntas que respuestas en esto que esta sucediendo entre los dos, pero la realidad es que lo nuestro siempre ha sido así...Puedo sentir como cada movimiento nos va acercando un poco más a la gloria, como su cuerpo se va estremeciendo al igual que le ocurre al mío y de pronto la magia sucede haciendo que la lógica desaparezca y yo me atreva a decir esas dos palabras que nunca me atreví —te amo Hanna... no sabes cuánto— confieso mirándola a los ojos mientras intentamos recuperarnos de lo que acaba de suceder aquí y solo el silencio sé hace presente entre los dos, haciendo que muera de miedo de que ella huya o se arrepienta de esto.
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DOS EXTRAÑOS
RomanceLas vidas de Cristian y Hanna se cruzaron hace muchos años atrás en lo que ellos llamaron un "romance" pasajero, el cual hizo que sus vidas no volvieran a ser las misma después de ese momento. Sus vidas tomaron caminos diferentes, Cristian, por su p...