40. Culpa

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[HANNA]

Estamos parados frente a frente mientras nos vamos terminando de vestir y tal y como si un golpe de realidad cayera sobre mí, la culpa me invade. Darme cuenta de que esto no fue producto de mi imaginación, o un sueño... o, mejor dicho, una pesadilla, me hace ver todo lo que esto significo. No pude controlar lo que acabo de ocurrir, mucho menos evitarlo, pero eso no es excusa... engañe a Gastón, y con eso la culpa se apodera de cada célula de mi cuerpo hasta el punto de que mis ojos se convierten en el reflejo de lo que me ocurre por dentro haciendo que sean las lagrimas las que hablen por mí.

—Hanna...— murmura Cristian e intenta acercarse a mí, pero lo evito levantando mi mano.

—Ahora no... necesito estar sola— es lo único que sale de mi boca y sin siquiera ser capaz de mantener contacto visual con sus ojos marrones que hace un momento me miraban tan llenos de deseo.

Sus gestos representan absoluta confusión, pero a la vez es como si quisiera adivinar que es lo que me ocurre. Siento que no estoy siendo justa ni con él ni con Gastón, pero de verdad no puedo pensar ahora. Evitando cualquier tipo de pregunta, comentario o incluso que se vuelva a acercar a mí, me alejo de él y camino sin rumbo alguno hacia el lado opuesto de donde esta Cristian. Mi mente es un caos, por una parte, me siento la peor mujer del universo entero, pero por otra parte sé que no lo pude evitar, hubo algo dentro de mi que fue más fuerte que todo y no se trata de una simple "calentura", sino de algo más que hizo que me dejara llevar.

Respiro profundo intentando encontrar un poco de calma en medio de todo esto que me ocurre, pero es sencillamente imposible, Todo mi interior me grita que sabía que tarde o temprano esto ocurriría, pero mi mente me dice que no debió pasar, que Gastón no se merecía esto. No estoy segura si lo que estoy a punto de hacer es un acto de valentía, o estupidez, pero aquí estoy sentándome al pie de un árbol buscando mi celular en el bolsillo para llamarlo.

Me tiemblan las manos mientras busco su contacto en mi celular, y solo espero que me conteste esta vez, sé que nuestro acuerdo incluía no llamarse ni escribirse, pero realmente necesito escuchar su voz. Marco una, dos, tres...cinco veces, hasta que finalmente él contesta —ma belle, ¿Qué ocurre? Creí que habíamos quedado en algo— lo escucho decir del otro lado de la línea.

—Gastón...— digo en un susurro.

—Te escucho...— es lo único que dice y su distancia me da miedo.

—¿Cómo estás? — pregunto y supongo que es mi manera de alargar este momento.

—Bien, ¿tu? — responde y la manera que me habla me hace pensar que somos dos extraños que ni siquiera saben muy bien que decirse.

—Mal...— sentencio.

—¿Qué sucedido? — indaga.

No sé ni siquiera como decírselo... —te juro que se me salió de las manos...— murmuro mientras que siento como las lagrimas salen con más fuerza de mis ojos.

Su silencio me parece eterno... —Estuviste con él, ¿cierto? — me pregunta tomándome por absoluta sorpresa.

—¿Cómo sabes? — cuestiono tan bajito que apenas consigo oírme a mí misma.

—Eres la persona con más sentido de culpa que conozco en mi vida, cada vez que haces algo que crees o sientes que esta mal, lo confiesas inmediatamente— explica y si, me conoce muy bien...

—Excepto lo de Noah...— murmuro.

—Y por eso al convertirte en adulta eres así— explica.

—¿No me vas a gritar? — pregunto sin entender muy bien su reacción.

—¿Por qué? Fui yo quien te dijo que nos diéramos un tiempo, que resolvieras tu pasado para saber que quieres en tu futuro— dice y la entereza que mantiene en su voz y su manera de hablar, es algo que no esperaba.

—Lo siento tanto...— susurro.

—¿Por lo que ocurrió o por mí? — averigua.

—No quería engañarte— le dejo saber.

—¿Lo sigues amando? — me pregunta sin hacer ningún otro comentario.

—Yo...— intento decir, pero la verdad es que ni siquiera tengo en claro mis sentimientos.

—Entiendo... tomate el tiempo que necesites— dice y odio que mi pasado haya llegado de esta manera a mi vida.

—Gastón, yo...— trato de explicarme.

—Ma belle, hay historias que por más que quieras ponerles punto final, terminan siendo puntos suspensivos. Debes averiguar que sigue después de ellos, aunque no lo creas, yo estoy haciendo lo mismo aquí, pero no puedo contarte muchos detalles aún— me dice y no entiendo de que es lo que está hablando.

—¿Qué? —

—Cuando llegue el momento, te lo explicare, por ahora sigamos así y cuando tengamos una respuesta hablaremos, ¿sí? — me propone y no se muy bien que pensar al respecto, pero solo hay una respuesta que puedo darle ahora.

—Esta bien— digo y es él quien termina la llamada haciendo que la confusión que siento por dentro no encuentre sosiego.

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora