28. Dudas

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Al día siguiente: 25 de diciembre, 2018

—Ma belle.— escucho que me susurra Gastón y a los pocos segundos sus labios dejan cortos besos por mi cuello.

—Mmmm... ¿Qué hora es? — pregunto desorientada.

—Ya es mediodía y en dos horas llegan los invitados de tus padres. — me responde al oído y al recordar que la familia de Cristian vendrá a almorzar con nosotros, me pone un poco nerviosa.

—Ya... en cinco minutos me levanto. — me quejo y vuelvo a abrazarme a él haciéndolo sonreír.

—De acuerdo... mientras tanto cuéntame una cosa, ¿te sientes mejor? ¿te ha gustado el regalo que te di? — me pregunta.

Los recuerdos del beso entre Cristian y yo me tortura, nunca había traicionado a Gastón... hago mi mejor esfuerzo para alejar esos pensamientos de mí y concentrarme en el ahora —sí, me siento mejor, gracias por preocuparte y si... ame tu regalo. — respondo y miro el hermoso brazalete que esta sobre la mesita de noche — aunque, admito que me dará miedo usarlo, es demasiado caro... no debiste. — le digo y sonríe.

—Mi futura esposa merece lo mejor y los brazaletes de David Yurman, lo son. — se defiende y besa mi cuello. — muero por hacerte el amor...— murmura y rio mientras que me aprisiona entre sus brazos.

—Amor...— digo al escuchar un ruido haciéndome saber que mis padres ya están despiertos.

—La próxima vez nos quedamos en un hotel. — sugiere entre risas contagiándome. — ya no estoy para jugar a ser el adolecente que no quiere que sus suegros lo escuchen con su novia. — bromea.

—Tonto. — lo regaño sonriente y lo beso tiernamente.

Sus ojos negros profundos me miran con amor y todo mi ser se altera de inmediato...—Ma belle...— me dice bajito —¿Has pensado lo que te pregunte? — vuelve a cuestionar y de repente, la atmosfera se transforma por completo.

—Tu deseas mucho tener un hijo, ¿no? — pregunto algo asustada.

Él hace un gesto con sus labios — sabes, nunca podre reemplazar a Sol y sé que nunca te he hablado del tema hijos y demás porque simplemente creía que no me atrevería a querer tener otro hijo después de su muerte y la muerte de Natalia, pero me di cuenta que quiero y que quiero que sea contigo claro. — me explica haciendo que mi corazón se haga pequeño.

Sin poder evitarlo, lo suelto y me siento en la cama. Él hace lo mismo y me mira atento — ayer fui al cementerio a visitar a mi hijo. — le digo y él asiente.

—Lo sé. —

—Recordé la promesa que le hice y volví a sentir todo ese dolor que sentí el día de su muerte. — explico y me mira con dudas.

—¿Qué promesa le has hecho? — cuestiona.

—Que no lo iba a reemplazar, volví a entender que si el destino no ha querido que fuera madre en aquel momento... ¿Por qué querría que lo fuera ahora? — pregunto e inevitablemente mis ojos se llenan de lágrimas.

—Ma belle, eras una adolecente. No puedes culparte por lo sucedido... te entiendo mejor que nadie, se lo que es perder un hijo, pero ambos tenemos que entender que la vida no se detiene allí. —

—Es que aun duele. — digo y llevo mi mano sobre mi pecho — sigo sintiendo que no puedo respirar...— explico.

—Lo se mi amor. — me dice tomando mi rostro entre sus manos con mucha delicadeza — pero, ¿no crees que tiene mucho amor por entregar aun? ¿No crees que un bebé nuestro podría hacernos muy, pero muy felices? — me cuestiona y le miro a los ojos fijamente.

—Puede ser...— responso secándome las lágrimas.

—Piénsalo un poquitito más, no te cierres a la idea de ser madre. — me pide y sin poder evitarlo, me lanzo hacia él y lo abrazo con todas mis fuerzas.

—Perdóname...— digo y ya no sé si es por la conversación, por lo ocurrido anoche, o por qué.

—No tienes que pedirme perdón. — murmura.

—Sí que tengo que hacerlo... tu siempre estás conmigo, me amas, me cuidas, me haces sentir especial...—

—Eres especial, la más especial de todas y si no me lo crees a mí, pregúntaselo a cualquiera que te conozca, te dirán lo mismo. — comenta haciéndome sonreír. 

—Siempre tan tú. —

—Y tu tan tú. — bromea — es mejor que nos levantemos de aquí antes que mis suegros vengan a buscarnos, ¿no? — propone y asiento.

—¿Nos duchamos juntos? — propongo y se separa para mirarme a los ojos.

—Me agrada la idea... creo que el agua puede silenciar nuestros besos. — expone de manera sensual y con su brazo rodeando mi cintura, hace que me acerque a él para luego comenzar a besarme con urgencia y hacerme ver que él puede convertir las tormentas en calma absoluta.

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora