62. Futuro

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[CRISTIAN]

—Te amo— Digo sobre sus labios, y es que todavía no puedo creer que haya aceptado casarse conmigo. Definitivamente esta es la propuesta más arriesgada que he hecho en mi vida, pero no podía ser de otra manera... no existe otra mujer con la que quiera pasar el resto de mi vida que no sea ella.

—Yo también te amo— Me responde mirándome a los ojos y siento que me pierdo en el verde de su mirada.

Llevo mis manos hacia su cabello, enredo mis dedos en este y aprecio cada detalle de ella —Siento que puedo morirme de felicidad en estos momentos— Le confieso y rozo la punta de mi nariz con la suya haciéndole sonreír.

—No te mueras que te necesito conmigo...— Me pide y lentamente lleva sus manos a mi americana y comienza a quitármela.

—Yo te necesito más, te deseo con locura y te amo aun más locamente— Le dejo saber mientras que las yemas de mis dedos lentamente van rozando su piel.

Ella me besa con urgencia y de esta manera vamos desnudándonos mutuamente dejando que nuestras prendas caigan al suelo a medida que van desapareciendo. En cuestión de minutos siento su anatomía rozando con la mía e incendiándome de maneras increíbles que llevan a mi cuerpo a reaccionar ante todo esto que ella provoca en mi. Mis manos se pasean por los vértices de su cuerpo mientras que de a poco caminamos hacia la cama y me dejo caer sentado sobre el borde de esta. Ella por su parte se sienta a horcajadas sobre mi y me mira una vez más antes de besarme —Toda mi vida me traerás loca por ti— Confiesa y sonrió.

Rozo el tatuaje que tiene en el costado de su cuerpo y sonrió —Y tú a mi, no hay mujer en este mundo que pueda hacerme perder la razón como lo hace, te amo con todo mi ser— Le digo y lentamente ella hace que su cuerpo se hunda en mi provocando que un gemido se escape de mi garganta.

Sus labios se apoderan de los míos y después de besarme de la manera más jodidamente sensual, ella se sonríe —Amo sentirte en mi...— Me confiesa haciendo que sus pechos rocen con mi cuerpo y el deseo aumente aun más si es que eso es posible.

—Y yo amo estar en ti...— Rebato y ahora soy yo quien la besa como si su vida dependiera de su boca.

Nuestras lenguas se enredan entre si haciendo que esta noche se convierta en un manantial de deseo que hace que ella suba y baje de mi a su antojo provocando que el fuego nos consuma a cada movimiento. Beso su cuello, muerdo sus hombros, la acaricio y a medida que e placer nos va envolviendo, puedo sentir sus uñas arañando levemente mi espalda provocándome todavía más. Es tanto el deseo que nos invade, que solo nos dejamos llevar hasta que nuestros cuerpos comienzan a temblar en anticipación a lo que se viene y ella al contrario de cerrar sus ojos, los abre y me mira fijamente mientras que un magnifico orgasmo nos consume a los dos haciendo que nos besemos como queriendo sellar este momentos y sonreímos sobre los labios del otro.

—Ufff...— Murmura.

—Ufff— Repito y reímos —Oficialmente le he hecho el amor a mi prometida— Digo agitado.

—Tu prometida... que bien que suena eso...— Dice de la misma manera.

—Muy bien... por fin, tú y yo juntos para siempre...— Comento mientras que siento sus dedos enredándose en mi cabello y sonrió.

—Para siempre— Repite y lentamente hace que salga de ella y antes de que se mueva un poco más, la cargo entre mis brazos y hago que nos acostemos en el centro de la cama y se abrace a mi mientras que vemos el mar a través de los enormes ventanales —Me encanta este lugar— Murmura.

—Mi amor...— Le digo en un susurro.

—¿Sí? — Cuestiona con sus dedos juegan en mi torso.

—Sabes, nos va a tocar enfrentar la realidad para poder casarnos como se debe...— Explico.

—Lo sé... para poder vivir nuestro futuro, tenemos que explicar nuestro pasado... eso será muy difícil— Murmura.

—Pero estamos juntos ahora... creo que podemos lograrlo, ¿no? —

—Yo también lo creo— Dice y me mira fijamente.

Me pierdo en sus ojos son perfectos, reflejan tantas cosas que no hacen falta las palabras y sé que en estos momentos hay algo no la deja tranquila —¿Qué ocurre? — Le cuestiono mientras acomodo su cabello.

—Tengo que preguntártelo, es importante para mi...—

—Te escucho—

—¿Tú vas a querer tener hijos? — Pregunta finalmente en un susurro.

—Sería un mentiroso si dijera que no, pero escuche aquella conversación que tuviste con él en aquella fiesta... y por lo que entendí tú no quieres— Explico.

—Le hice una promesa a Noah— Murmura.

—Y eso está bien mi amor... —

—Le prometí que no lo iba a reemplazar...— Susurra.

—Nunca un hijo reemplazara a otro, ¿lo sabes? ¿no? — Cuestiono y ella asiente.

—Lo sé—

—Pero...— Irrumpo.

—Siento culpa— Responde.

—¿Culpa? ¿Por qué? — Averiguo un tanto nervioso.

Ella apenas me mira —Porque creo que el problema era que no quería tener hijos de otro hombre que no seas tú— Termina de decir y siento que el corazón se me va a salir del pecho.

—Espera... ¿Me estás queriendo decir que...?— Intento preguntar, pero las palabras se atoran en mi garganta.

—No ahora... es decir, no ya... pero...—

—Claro que quiero mi amor— Le respondo y de inmediato la abrazo fuertemente a mi para besarla con toda esta felicidad que ella provoca en mi.

—Estoy rompiendo mi promesa...— Susurra con miedo y niego.

—No mi amor, si tenemos un hijo no es para reemplazar a Noah, es para darle el amor que ese bebé se merece, ¿si? — Le aliento.

—Te amo Cristian— Me dice entre lagrimas que sé que son una mezcla de felicidad y melancolía.

—Yo a ti mi amor... no tienes idea de cuanto te amo— Le digo y tan solo me pierdo en su aroma y en este abrazo que dice muchas cosas que las palabras no son capaces de decir. 

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora