14. Confesion Inesperada

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[CRISTIAN]

Al día siguiente: 9 de diciembre, 2018

La idea de que Hanna fue mamá, no se sale de mi cabeza y Raúl después de haber soltado semejante información, no fue capaz de decirnos a Tamara o a mi algo más. Mi mente hizo mil cálculos en cuanto a fechas, posibilidades y demás cosas, pero la verdad es que el único dato que tengo es que Hanna fue madre, no sé ni cuando, ni donde, ni nada más.

—Sigo creyendo que esto es una mala idea. — me dice Tammy mientras vamos caminando a la entrada de la mansión donde viven Gastón y Hanna.

—Pienso lo mismo. — comenta Raúl y solo puedo mirarlos a ambos.

—¿Qué excusa podíamos inventarle a Gastón para decirle que no vendríamos a la fiesta de cumpleaños de su prometida? Ustedes son sus mejores amigos de juventud y yo... bueno, yo para él soy un simple artista y creo que un poco amigo con quien hace negocios. — explico y ambos encojen sus hombros.

—Eso es verdad. — acota Tammy y al llegar a la puerta, podemos escuchar el ruido de la música. Ella llama a la puerta y no pasan ni tres minutos cuando un hombre vestido de traje nos abre.

—Bienvenidos. — nos dice y es claro que debe de ser el mayordomo o alguien a quien contrataron.

La mansión es gigantesca, está llena de gente y está decorada con luces, mesas de coctel y una pista de baile en el medio del salón. Un poco más a lo lejos hay hombres vestidos de camareros que se pasean con bandejas llenas de bebidas y bocadillos, y las enormes puertas de cristal y ventanales que dan al jardín, dejan ver no solo la inmensa piscina que hay fuera, sino que la barra que hay allí y las muchas otras mesas de coctel que hay en ese área.

—Sí que tiene dinero, eh...— comenta Tammy haciéndome reír.

—Demasiado. — añade Raul y quiero comentar algo, pero mi mirada se encuentra con ella y todo pierde sentido.

Se ve increíblemente deslumbrante con un vestido que juega con la imaginación de cualquiera que la vea ya que está lleno de transparencias que son cubiertas estratégicamente con pedrería color plateada y hacen lucir su impresionante anatomía.

«Por Dios...» pienso e intento controlar esto que me pasa.

—Buenas noches. — nos interrumpe una voz masculina y al mirar a un costado, allí esta Gastón vestido con un pantalón negro y camisa blanca con sus primeros botones desabrochados —muchas gracias por haber venido, su presencia seguramente le alegrara la noche a mi prometida. — nos dice y nos saluda uno a uno amablemente.

—Espero que ella haya podido perdonarme por la imprudencia de anoche. — comenta Raul bastante avergonzado.

—Seguro que sí, ella y yo lo hemos hablado con calma y hoy está mucho mejor. — nos explica y a los pocos minutos Hanna se acerca a nosotros.

—No esperaba verlos aquí. — dice un poco nerviosa y nos saluda amablemente —Gracias por venir. — continúa diciendo y sé que para los cuatro esto es un poco incómodo, sobre todo para mí que por ahora no tengo lugar en la ecuación de su pasado.

—Yo los invité anoche, supuse que querrías ver a tus dos amigos...— le explica el mientras pasa su brazo por su cintura y tengo envidia de su mano que puede tocarla.

—Gracias amor, es una bonita sorpresa. —  responde sonriente y nos mira —de verdad, gracias por venir. — repite y de repente otros invitados se acercan a ella, la saludan con un poco más de euforia y a los pocos minutos se alejan.

—Siéntanse como en su casa, beban, coman y bailen todo lo que quieran. — nos alienta Gastón y luego la mira—¿te parece si abrimos la pista de baile para que el resto se anime? — le propone y Hanna asiente.

Él una vez más se la lleva de la mano y bajo el ruido ensordecedor de la música, la pega a él para bailar —se los ve felices. — comenta Raul y su tono de voz es de celos también.

—Lo sé... iré por un trago. — me excuso y me alejo de ellos para ir hacia el jardín e intentar no torturarme más con la imagen de ellos dos bailando.

[...]

No sé exactamente donde se metieron Tammy y Raul, solo sé que llevo tres copas de gin-tonic y unos celos que me matan, cuando de repente, la veo salir al jardín y alejarse de todos yéndose a un rincón alejado cerca de la piscina. Esta escena me recuerda a aquella fiesta que fuimos juntos, y yo por instinto o necesidad, voy tras sus pasos. Me mata la manera que su vestido deja entrever su piel, esa piel que tantas noches recorrí y que tan bien conocía...

—¿Por qué te alejaste de todos? — pregunto y definitivamente no me esperaba, ya que se da la vuelta algo asustada.

—¡¿Quieres matarme de un susto?!— me reclama y sonrió.

—No, eso es lo que menos quiero...— confieso y me acerco más.

—Necesitaba algo de aire, no entiendo porque me sigues. — se queja dando dos pasos hacia atrás.

—Sabes que tengo costumbre por seguirte o buscarte en las fiestas. — comento sonriente y ella solo acomoda su cabello.

—Paso mucho tiempo de aquello. —dice fría.

—Nueve años exactamente... 13 de diciembre del 2009...— digo y me mira confundida.

—¿Qué quieres Cristian? ¿No fue suficiente con enfrentarme con mi pasado anoche? No entiendo porque lo hiciste. — me reclama.

—Solo quería darte una bonita sorpresa haciendo que te vieras con Tammy, pero el sorprendido fui yo... ¿Cómo es eso que fuiste mamá? ¿Cómo es que Raúl lo sabía? — pregunto sin darle tregua.

—¿No te lo dijo? — me pregunta y niego.

—No, solo escuche lo que dijo ayer y luego no me quiso decir nada más. No puedo dejar de pensar en todo aquello...— confieso.

—No tienes nada que pensar, ahora discúlpame, debo regresar. — sentencia e intenta marcharse, pero la sujeto del brazo.

—¿Quién era el padre de tu hijo? — pregunto firme —¿Era alguien de Santa Mónica? ¿Por eso huiste? — pregunto firme.

—¿De verdad? ¿Esa es tu pregunta? — me cuestiona algo ¿enfadada?

—Sí, es que no sé cuándo ocurrió eso... no sé qué pensar. — me defiendo.

Ella duda por un momento...esta agitada... —Fui al consultorio de Raul el 5 de octubre del 2010 y ese día me dijo que estaba embarazada de seis semanas, no sé, tú has la cuenta de quién era ese hijo. Ahora déjame regresar, no quiero que mi prometido me vea contigo. — me responde y es en este instante que siento que el frio de la ciudad no es nada comparado a este baldazo de agua helada que acaba de caer sobre mí.

«No, no puede ser... es que... no.... ese hijo era mío...»

La veo alejarse de mí y las piezas de un rompecabezas que yo no sabía que existía, comienzan a encajar haciéndome conocer una realidad que ignore durante demasiado tiempo.

Mis piernas no me responden para ir corriendo detrás de ella y mucho menos para mantenerme en pie, solo puedo dejarme caer al suelo y quedarme sentando intentando entender un poco más todo esto.

«Hanna tuvo un hijo mío...»

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora