17. Una Conversacion Necesaria

1.4K 150 9
                                    

[CRISTIAN]

2 días después: 11 de diciembre, 2018

Estuve toda la mañana encerrado en mi taller concentrando toda esta energía sobre el lienzo. Sé que tengo que terminar de pintar estos cuadros para las próximas exposiciones, pero de lo único que tengo ganas, es de ubicar a Zaira y preguntarle porque nunca me dijo del embarazo de Hanna.

Fui padre y no lo supe, es extraño porque a pesar de no saberlo y de que nunca conocí a mi hijo, hoy siento un dolor tan fuerte por dentro que me hace creer que acabo de salir de aquel hospital recibiendo la noticia de su muerte, ¿es posible que algo te duela de esta manera después de tanto tiempo, sobre todo, sin haber tenido contacto directo con esa situación?

Llevo un poco más de 48 horas dándole vueltas a este asunto y entre una cosa y otra, fui me atreví a escribirle un mensaje a Hanna a través de Instagram. Su número de celular, no lo tengo, pedírselo a Gastón es un acto suicida y la única opción viable que me quedo, fue la de convertirme en un stalker hasta dar con su cuenta de Instagram a través de una foto de Gaston y escribirle por allí.

Realmente fue masoquista de mi parte recorrer sus fotografías y ver los viajes que han hecho juntos, sus fotos abrazados en la cama, sus besos durante los veranos en la playa y todo aquello que me hizo entender que en su vida soy completamente inexistente. Es como si Hanna hubiera borrado todo el pasado, no hay fotos de ella de años atrás, no hay rastros de su vida en Santa Monica ni de ninguno de sus viejos amigos, para ella solo existe la vida después de Gastón y eso me duele demasiado, aunque sé que no debería.

Consulto la hora una vez más y solo espero que cumpla con lo que me dijo... Leo su mensaje nuevamente y quiero creer que no es mentira.

"Café Hidalgo mañana a las tres de la tarde."

Consulto el reloj y me doy cuenta que es hora de prepárame e ir al lugar de la cita y así lo hago pausando mi trabajo por esto que es mucho más importante.

[...]

«Llegara Cristian, llegara...» Me repito y respiro profundo.

La ultima y solitaria mesa de este café me hace tener una visión perfecta de todo lo que sucede aquí y finalmente cuando daba todo por perdido, la veo entrar con su porte tan elegante vistiendo un vestido color negro ajustado a su escultural cuerpo, la falda de la prenda llega arriba de la rodilla y su escote es pronunciado, pero a la vez muy elegante. Sus tacones blancos hacen juego con la americana que lleva puesta y debo decir que luce increíble.

Se acerca a la mesa donde estoy y me da una forzada sonrisa — lo siento, se me hizo tarde en mi reunión. — me explica mientras cuelga su bolso en la silla y después se sienta.

—No hay problema, aunque por un momento creí que no vendrías. — confieso.

—Pensé en no venir, pero si sigues siendo igual de persistente que siempre, imaginé que no me dejarías en paz hasta no hablar conmigo, ahora me tienes aquí, dime ¿Qué quieres? — me dice totalmente indiferente.

—Disculpa si soy persistente, pero creo que tú y yo no debemos una conversación, ¿no crees? — cuestiono y ella simplemente encoje sus hombros.

—¿Conversación de que Cristian? Nada de lo que tú y yo podamos decirnos hoy aquí cambiara lo sucedido. — responde fría y sé que tiene razón.

Nuestra conversación se ve levemente interrumpida cuando el mesero se acerca a tomar su orden. Ella pide un cappuccino y él se retira dejándonos solos nuevamente.

—Claro que no cambiara lo sucedido, pero ponte tú en mi situación, me acabo de enterar que fuimos padres, ¿entiendes? – explico.

—Yo fui mamá. — me interrumpe — fui yo quien tomó la decisión de seguir con un embarazo antes de cumplir los 18, fui yo quien trabajo para comprarle todo a mi hijo con la ilusión de tenerlo conmigo, fui yo quien decidió irse lejos para no joder tu carrera ni tener que soportar las críticas de mi familia, de la tuya, de mis amigos y de todo el mundo...— se defiende.

—Hanna, yo no lo sabía, ¿entiendes? — irrumpo.

—Si alguna vez tú me hubiera contestado el puto celular cuando te llame al poco tiempo que te habías ido, quizás nos hubiéramos mantenido en contacto y te hubiera podido localizar correctamente para decírtelo, pero no... Las veces que te llamé te comportaste como el súper artista diciéndome que estabas ocupado, que tu vida había cambiado... ya no eras el mismo Cristian de siempre y entendí que yo solo fui la amiguita que te cogías cuando a ti te daba la gana. — me reclama.

Me inclino un poco hacia la mesa para acortar la distancia y clavar mi mirada en esos ojos verdosos que tanto me gustan — no sé si lo recuerdas, pero ese era nuestro trato. Yo no te obligue a nada. — le digo firme.

—Y yo accedí... estaba tan estúpidamente enamorada de ti, que, si la única manera en la que podía tenerte era diciéndote que era solo sexo, lo hacía y así fue. No creas que te culpo del embarazo, en eso llevamos culpas repartidas, pero, si te culpo de haber dejado de ser aquel Cristian que eras y que yo tanto quería. Aquel Cristian nunca me hubiera dicho que estaba ocupado y que su vida sería así de ahora en adelante. Aquel Cristian me hubiera escuchado. — me dice y en mi cabeza hay tantas cosas dando vueltas.

— ¿Tu...? ¿Estabas enamorada de mí? — pregunto con un hilo de voz y debo callar cuando el mesero regresa y deja su café en la mesa. Él se retira, pero ella no responde — Hanna, por favor... dímelo. — le pido y me mira fijamente.

—¿Por qué rayos crees que te dejaba entrar en mi habitación todas esas noches? ¿Por qué crees que cometía todas aquellas locuras por ti? — me responde entre preguntas.

—Tú me habías dicho que querías estar con un chico antes de los 18. — murmuro.

—Si te decía que te amaba con locura, tu hubieras salido corriendo. — rebate y no puedo entender que haya sido tan imbécil para no darme cuenta.

—Hanna, yo...— intento decir, pero ella levanta su mano para detenerme.

—Ya todo eso es pasado Cristian, ahora tu estarás con quien sabe quién y yo estoy con Gastón, soy feliz con él y hablar de quien ame de adolecente no me sirve de nada, ahora dime ¿Qué quieres? ¿Para qué me citaste aquí? — me pregunta como si nada y por dentro siento que muero.

«Definitivamente no puedo decirle que sigue siendo el amor de mi vida, que es esa mujer que nunca pude olvidar...»

—Tenia esta necesidad de hablar contigo, de pedirte perdón. — me limito a decir.

—Perdón, ¿Por qué? ¿Por no haber estado? — cuestiona.

—Por todo... por haberte embarazado a esa edad, por no haber estado, por dejarte pasar por todo eso sola...— consigo decir.

—Puede que lo de haberme dejado pasar por eso sola te lo acepte, pero quiero que sepas que nunca te culpe por el embarazo, tu y yo éramos muy conscientes de lo que hacíamos y si, nos cuidábamos, pero un día fallo y llegaron las consecuencias. Noah no fue una equivocación en mi vida, nunca diría eso de mi hijo. — me explica e inevitablemente las lágrimas se acumulan en mis ojos.

—¿Y yo? ¿Fui una equivocación en tu vida? — pregunto e intento secar las lágrimas que amenazan por salir de mis ojos.

Ella niega — tampoco, fuiste mi primer amor y a pesar de que no me amabas y que entre nosotros dos nunca existió un "te amo" ni una cita romántica, me enseñaste cosas que llevare conmigo siempre. — me dice y su celular comienza a sonar. — debo irme, Gastón está esperándome afuera. —

—¿Qué? ¿Sabe que estás conmigo? — pregunto alarmado y niega.

—Claro que no, tu eres un cliente hoy, aquí tienes estos planos, puedes tirarlos cuando gustes. — me dice dándome un sobre y se pone de pie.

—Hanna, espera. — digo cuando ya está por irse y me mira.

—¿Qué? —

—Aunque no me creas, yo si me enamore de ti y regrese a Santa Mónica para decírtelo, pero ya no estabas. — confieso y aunque este pueda ser mi peor error, debía decírselo.

Ella se queda en absoluto silencio por unos minutos — debo irme.— dice sin más y ahora sí que se aleja de mi dejando aquella confesión como mis últimas palabras dichas a ella.

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora