2. El Adios (Pasado)

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[PASADO]

13 de septiembre, 2010

Santa Mónica, California

Los nervios que pueda sentir Cristian en estos momentos se han convertido en los míos. Se perfectamente cuanto ha luchado por esta oportunidad y si hay algo que admiro de él es su manera de luchar por sus sueños, nunca se ha rendido a pesar de los muchos "no" que ha recibido, y hoy esa perseverancia ha dado sus frutos.

Observo una y otra vez la invitación a su primera exposición de arte, la cual es mañana, mientras que me acomodo mejor en mi cama y sonrió con solo imaginarme en esa galería observando sus pinturas.

Estoy con mis ojos cerrados muy concentrada en la escena que me imagino a pesar de que se perfectamente que no sucederá, cuando un ruido extraño proveniente de la ventana me distrae y al voltear a ver, allí está el chico castaño que se apropia cada día y cada noche de mis pensamientos. 

— ¡Cristian! — digo emocionada y me pongo de pie para ir a recibirlo con un abrazo.

Él se sonríe —Hanna, que nos escucharán tus padres y me vendrán a matar. —me advierte abrazándome también y sonrió.

—Ya, no seas paranoico, están en el salón viendo televisión a todo volumen. Además... — respondo alejándome de el para ir hacia la puerta y la cierro con llave. —En menos de tres meses cumplo los 18. —le recuerdo y me vuelvo a acercar a el mientras que, bajo su atenta mirada marrón, me quito mi camiseta y se sonríe.

Su mirada me recorre como lo hace siempre que nos vemos a escondidas y a mí me encanta que lo haga—Hanna Mercier, que es lo que hare contigo... —vuelve a decirme como lo ha hecho tantas otras veces en estos meses y sonrió.

—Creo que lo sabes muy bien. — respondo y sin dudarlo ni un solo minuto y cuelo mis brazos por encima de sus hombros.

Si hay algo que me gusta de Cristian es esa sonrisa, la manera que me mira y ese rostro que me parecen tan sexy y ni hablar de su voz ronca. — Claro que lo sé, pero antes dime una cosa. —me pide y sonrió.

— ¿Qué? — pregunto expectante

—¿Iras a la exposición? —cuestiona finalmente.

No puedo más que reír de su pregunta, y es que de todas las cosas que creí que podía llegar a preguntarme en este momento, esta era una de esas que no esperaba -—¿De verdad? ¿Me tienes semidesnuda frente a ti y me preguntas por si iré a tu exposición? —le pregunto sin poder creerlo y ríe.

— ¡Oye, que es mi primera exposición y los nervios me están matando! Te necesito allí. —se defiende y no puedo más que besarlo intentando calmar sus nervios a punta de besos que de a poco se van transformando en caricias que hacen que nos desnudemos el uno al otro, y de esas caricias nacen pasos torpes que nos hacen llegar hasta mi cama para amarnos como tanto nos gusta, solo dejándonos llevar por lo que nuestros cuerpos nos piden.

Es sentirle moviéndose dentro de mí de esta manera y tener ganas de detener el tiempo con mis manos. Él ha sido quien me ha inmerso en este mundo del placer y ahora no sé cómo contener todo esto que siento, lo quiero conmigo todo el tiempo, pero se perfectamente que eso es imposible.

—Hanna. — pronuncia mi nombre entre gemidos mientras me mira a los ojos y solo puedo dejarme llevar con él a ese sitio tan maravilloso al que nos trasportamos juntos cuando nuestros cuerpos se rinden.

Escucho su agitada respiración bien cerca mientras sale de mí y se quita el condón y se acomoda a mi lado. —Me encanta tenerte así. —confieso mirándole y puedo notar como su rostro cambia por completo.

De repente, él se sienta sobre la cama y yo no entiendo que le sucede, ¿acaso he dicho algo malo? — ¿Qué sucede? — pregunto sentándome a su lado y observando como él se pone de pie y comienza a buscar su ropa.

—He aceptado la beca para hacer la maestría en la universidad de arte de Hamburgo. Viajo a Alemania pasado mañana. — me dice frio y ni siquiera se atreve a mirarme a la cara.

—Ya. — Es lo único que se me ocurre responderle y voltea a verme.

—Los dos sabíamos cómo era esto, ¿no? — me pregunta y asiento.

—Sin ataduras, sin títulos, solo... —

—Sexo. — termina de decir y asiento.

—Lo sé. — respondo y me levanto para comenzar a buscar mi ropa. —Creí que irías a hacer el master a alguna universidad de New York o algo así. — comento bajito.

El comienza a colocarse su bóxer y su pantalón y me mira — Hanna, en Alemania me ofrecen no solo una beca, si no la oportunidad de exponer mucho más. Tú sabes cuánto tuve que luchar por esta primera exposición aquí. Además, Nunca te prometí nada, ni yo te he pedido que lo hicieras. — me explica y asiento.

—Cristian, lo entiendo y lo sabía muy bien. Era consiente que tu algún día buscarías alguna oportunidad mejor y es por eso ni mis padres ni los tuyos se han enterado de nada de todo esto. — digo intentando hacerme la que nada me importa, pero a decir verdad sé que le echare de menos porque a diferencia suya, yo le quiero.

—Tus padres me matarían, eres menor de edad y la niñita consentida de la familia. —me dice y eso sí que me da rabia.

—Sabes que no lo soy, además, si ninguno de los dos ha dicho algo a su familia es porque sabemos perfectamente que no queremos arruinar los negocios de nuestros padres. —le recuerdo.

—Además de que esto ha sido solo un "romance" pasajero... o de verano... o como quieras llamarle, ¿no? —me pregunta.

Me coloco mi sujetador, mi prenda interior, mi camiseta y le miro un poco más seria —Cristian, quería estar con un chico antes de los 18 y bueno... tú has sido el primero, así que tampoco te preocupes tanto. No me quedare llorando aquí por ti, ahora ve a Hamburgo, cumple tus sueños y olvídate de todo esto. —le aliento en medio de verdades a medias y se coloca su camiseta.

—Podemos seguir siendo amigos... ¿te parece? —

—Nunca hemos dejado de serlo. —le aclaro. —Cuando vengas, aquí estaré para cuando quieras conversar o lo que sea. —le recuerdo y le doy un leve empujón —Ahora vete que en cualquier momento suben mis padres a su habitación y no quiero que te escuchen aquí, chao. —insisto y sé que quizás esta sea la última vez que estemos juntos y una de las últimas veces que le veré mucho tiempo, pero prefiero que sea así y no una despedida donde queden al descubierto mis sentimientos.

—Chau Hanna, te veo mañana en mi exposición. — me dice una vez que sale por la ventana tal y como ha venido.

—Chau Cristian. — digo fríamente y cierro la ventana sabiendo que probablemente no vaya a ser la misma después de esta noche.

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora