73. La Exposición

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[HANNA]

Una semana después: 12 de abril

Me miro en el espejo y los nervios hacen que mis manos tiemblen mientras que intento subir el cierre de mi vestido —Te ayudo— Escucho la voz de mi prometido, quien se acerca a mi y lleva sus dedos al cierre de mi vestido para subirlo lentamente.

—Me tiemblan las manos— Confieso mostrándole mis manos y él se sonríe.

—Todo saldrá bien, ya verás— Me repite tal y como lo ha estado haciendo durante todos estos días.

—Eso espero— Susurro y una vez que el cierre de mi vestido color rojo ya está subido, él besa mi hombro y me mira a través del reflejo del espejo.

—Te ves hermosísima...— Me halaga.

—Tú no te ves nada mal— Bromeo observando lo increíble que le queda su traje oscuro y camisa gris con sus primeros botones desabrochados.

—Muy formal para mi gusto, pero ya sabes... toca hacerlo— Se defiende y me giro entre sus brazos para que quedemos de frente.

—Quiero que sepas que pase lo que pase está noche con nuestras familias, no pienso alejarme de ti nunca más— Le confieso haciéndolo sonreír.

—Yo tampoco pienso alejarme de ti nunca más, y mucho menos pausar nuestros planes. Si vamos a hablar con ellos, es porque quiero darles la oportunidad de que formen parte de nuestro futuro; no para que juzguen nuestro pasado ni nuestro presente— Me explica y me doy cuenta de que el Cristian que tengo conmigo ahora es uno capaz de jugarse todo por nosotros y por nuestro hijo. Sé que tal vez en el pasado hemos fallado, pero si hay algo que tengo claro, es que hemos aprendido de nuestros errores.

—Supongo que es hora de irnos, el artista no puede llegar tarde— Comento divertida y se sonríe.

—Vamos hermosa mía— Susurra y me da un corto beso para después tomarme de la mano y hacer que salgamos de la casa.

[...]

La galería donde se lleva a cabo la exposición es sumamente moderna, sus pisos son de concreto pulido, sus paredes completamente blancas haciendo que los cuadros resalten de sobremanera, y ver mi nombre como el nombre de la exposición me genera un nudo en el estomago. Cris y yo no hacemos más que acercarnos un poco a la gente que se esta dando cita en el lugar y nos sonríen para después felicitarlo.

—Está siendo todo un éxito— Comento, pero los murmullos de algunos me distraen un poco, sobretodo cuando me miran un poco más de lo usual —¿Qué ocurre? — Le pregunto a él y se hace el desentendido encogiendo sus hombros —¡Nene! — Lo regaño y él simplemente me toma de la mano y hace que caminemos por otra área de la exposición.

Al llegar a la pared que da cierre al circuito del la galería, me doy cuenta de que ha expuesto toda nuestra historia en cuadros. Todas aquellas fotos que él colgó de camino a nuestra cena de San Valentín en Bari, están pintadas en hermosos cuadros que llenan la pared completa. Estamos nosotros cuando éramos adolescentes y pasábamos horas juntos en la playa, otras en el parque, o incluso hay cuadros de cuando íbamos al cine. En algunos cuadros están pintadas esas fotos de cuando nos estábamos riendo como nunca, y en otros él esta un poco más serio mientras que yo lo molesto. También está el cuadro la foto mía durmiendo desnuda boca abajo en su cama, y muchos otros cuadros de momentos más recientes en Bari e incluso la primera ecografía de nuestro bebé y hasta una foto de Noah.

—¿En que momento has hecho todo esto? — Pregunto sin poder creérmelo.

Él me toma de la cintura haciendo que me gire para que quedemos de frente y me sonríe —Digamos que cuando estabas ocupada trabajando, me di a la tarea de terminar algunos, y muchos otros ya los tenía terminados— Me confiesa.

—¿Siempre me has pintado? — Pregunto bajito y es que siento como mi voz se corta a causa de la emoción.

—Siempre, ya te lo he dicho antes, siempre has sido el amor de mi vida, aunque en su momento no lo pude reconocer— Me dice y en estos momentos siento que no me salen las palabras.

—Te amo— Es lo que consigo decir mientras tomo su rostro entre mis manos y lo beso sin importarme absolutamente nada.

Él responde a mi beso de la misma manera y podríamos perdernos eternamente en este momento —¿Hanna? ¿Cristian? — Escucho las voces de nuestros padres y él y yo de inmediato nos separamos para mirarlos.

—¿Ustedes? — Pregunta mi mamá y me doy cuenta de que no entienden nada de lo que acurre aquí.

Cris me toma de la mano fuertemente y siento como mi corazón late con demasiada fuerza a causa de los nervios —¿Les parece si nos acompañan al bar un momento? — Propone mi prometido, pero mi padre no deja de observar los cuadros.

—Esperen...— Dice y los mira uno a uno —¿Esto no es reciente? ¿O sí? — Pregunta señalando algunos cuadros de cuando éramos más jóvenes —¿Y este niño? —Continúa señalando el cuadro de Noah y después mira el de la ecografía y me mira —Hija... ¿tú? — Averigua.

—Franco, por favor, vengan con nosotros, le prometo que le explicaremos todo— Insiste Cris y no puedo creer que el momento al que tanto miedo le he tenido, finalmente ha llegado.

—Vamos— Responde mi padre y tan solo espero que esto no comience una guerra entre las dos familias. 

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora