34. Algo Inesperado

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[HANNA]

La culpa es realmente uno de los sentimientos más horribles para mí. Gastón me tiene abrazada a él en esta cama y su otra mano acaricia mi cabello como lo hace cada noche —estas muy callada, ¿ocurre algo? — me pregunta y si, él me conoce demasiado bien.

—Solo estoy cansada— miento.

—Descansa entonces ma belle— me dice y sonrió levente.

Respiro profundo e intento cerrar mis ojos, pero no puedo... —que más quisiera— digo y me muevo haciendo que él deba soltarme y así puedo sentarme en la cama.

Él me imita y se sienta frente a mi mirándome de una manera tal y como si quisiera leer lo que pasa por mi mente —¿quieres que hablemos de algo? — me cuestiona y a pesar de todas mis dudas, asiento.

—No sé ni cómo decírtelo, tampoco sé si sea el lugar o el momento, pero yo puedo seguir así— intento explicarme.

—Si tu sientes que debes decírmelo, yo te escucho, sabes que siempre lo hare— me dice y no puedo más que sonreírle levemente.

«No puedo ocultárselo más, él no se lo merece» pienso mientras tomo el valor para decírselo.

—Es sobre mi hijo y él papá de él— digo tan bajito que apenas yo puedo oírme.

Gastón coloca sus dedos en mi barbilla y levanta mi rostro para que lo vea a los ojos —es él, ¿no? — me pregunta y no entiendo de que habla.

—Él, ¿Quién? — cuestiono y me da una sonrisa un poco extraña.

—Cristian— me dice y en estos momentos el tiempo parece haberse detenido.

—Que... ¿Cómo es que...?— intento pregunta y vuelve a sonreír.

—No es muy difícil de saberlo, se conocen hace mucho tiempo, las familias de ustedes son como familia, él sabe muchas cosas de ti y tú de él...  eso sin contar que desde aquella exposición donde a tu amigo Raul se le escapo aquel detalle, Cristian no actuó igual contigo. —

«Realmente no esperaba que él se diera cuenta de todo...»

—No sabía cómo decírtelo— murmuro.

—Me imagino... Cristian... ¿él no sabía del bebé? — cuestiona y niego.

—Se enteró en estos días— explico.

—Igual, esto no es lo que te tiene así, ¿Qué es lo que pasa? — indaga.

Agacho mi mirada —todo esto me tiene muy confundida... el presente, el pasado y el futuro todo ocurriendo a la vez...— intento explicarme.

—Reencontrarte con él te desestabilizo, ¿no? —cuestiona y asiento.

—Perdóname...— digo con un hilo de voz mientras que siento como las lágrimas se acumulan en mis ojos y él sin que me lo espere, sujeta mi rostro suavemente y me hace mirarlo.

—Hanna... ma belle...— me dice bajito —no es fácil enfrentarse al pasado, eso yo lo sé muy bien— afirma.

—Es que, por una parte, lo odio...—

—Y por otra aun sientes cosas por él, ¿no? — me pregunta y no puedo entender como me habla de todo esto con tanta naturalidad.

—Yo te amo— le digo firme y no sé si intento convencerlo a él o a mí.

—Y to a ti, pero hay veces en la vida que se puede sentir amor de maneras diferentes y por lo que veo, tú debes ver cómo es que me amas a mí y a él—

—No... yo no quiero perderte— digo desesperada y me arrodillo en la cama para acercarme a él y abrazarlo como si mi vida dependiera de ello.

—No me vas a perder mi amor, solo quiero que estés segura de lo que sientes y que el día que demos ese si frente al altar, tu no estés pensando en nadie más que en mi— me dice y me separo un poco para verlo a los ojos.

—¿Qué significa todo esto? — pregunto con un hilo de voz.

—Que te daré un tiempo para que tu aclares tus dudas— explica y no sé ni cómo tomarme estas palabras.

—No... yo no quiero estar lejos de ti— digo llena de angustia.

—Mi amor, dos semanas... tomate ese tiempo para ver qué es lo que te sucede, esto no cambiara nada entre tú y yo ni mi relación de negocios con él, creo que lo necesitas y mucho. —

—¿Y tú? — pregunto bajito.

—Iré a Francia a ver a mi hermano—

—¿Ya tenías todo esto planeado? — cuestiono sin poder creerlo.

—En noche buena vi lo que ocurría y me di cuenta que necesitabas un espacio para pensar algunas cosas—

—Lo siento tanto...— digo bajito.

—Solo prométeme una cosa...— me dice y lo miro expectante.

—¿Qué? — cuestiono.

—Harás lo mejor para ti, no lo que sea mejor para mí ni para él...— me pide y asiento. 

—Te lo prometo, pero ¿Cuándo te iras? ¿me dejaras aquí? — indago llena de melancolía.

—Mañana por la mañana, cuando regrese hablaremos y me dirás que has pensado— explica y lo único que se me ocurre hacer, es abrazarlo con tanta fuerza que no le queda otra opción mas que abrazarme también como si nuestras vidas dependieran de este instante.

Jamás quise lastimar a Gastón, pero ¿Qué puedo hacer cuando es él mismo quien me está llevando a que piense las cosas y tome una decisión?

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora