70. Dosis de Honestidad

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[CRISTIAN]

Al día siguiente: 3 de marzo

Mis ojos se van adaptando a la luz del sol que se asoma por la ventana e intento adaptarme a esta poco a poco hasta que lo consigo, y al hacerlo, la veo a ella sentada en el borde de la cama —¿Te sientes bien? — Pregunto preocupado mientras que me arrodillo para acercarme a ella quien voltea su rostro para verme.

—Buenos días... si, estoy bien— Me responde y noto su rostro un tanto pálido.

—¿Segura? ¿Estás pálida? — Comento y me bajo de la cama para arrodillarme frente a ella entre sus piernas y así la tentación de que lo único que traiga puesto sea su diminuta braga sea muy fuerte, me controlo al verla de esta manera.

—Solo se me bajo la presión, nada grave... de todas maneras, no es eso lo que me tiene así— Explica haciendo que mi curiosidad vaya de cero a cien en cuestión de minutos.

—¿Y que es lo que te tiene así? — Averiguo y mis dedos van acariciando su cabello.

—Ayer no te fui del todo sincera— Susurra y ahora si que me estoy preocupado.

—¿De que hablas mi amor? — Cuestiono sin dejar de mirarla a esos ojos verdes que son mi vida entera.

—Ayer cuando te dije que quería ir a Los Ángeles para enfrentar toda la realidad, fue porque Gastón me escribió— Confiesa y esto si que no me lo esperaba.

—Entiendo... pero ¿Qué tiene que ver eso? — Averiguo tratando de no sacar conclusiones que no debo.

—Él estaba enfadado porque mis padres lo llamaron para pedirle que recapacitara en lo nuestro, ya sabes, creen que tiene solución. Yo no les conté lo de su hija y que se iba a casar y todo eso— Explica tímidamente.

—Creo que él no esta en posición de enfadarse contigo, ¿no? — Expreso.

—Ni él ni yo, pero la cosa aquí es que ayer yo estaba muy mal por esa conversación y no fui sincera contigo con lo que me pasaba y porque quería que habláramos con nuestras familias— Me deja saber y realmente no quiero que se sienta mal con todo esto, tal vez debió decírmelo desde el principio, pero tampoco quiero formar una tormenta en un vaso de agua.

—Mi amor, ya... no te preocupes, ¿sí? — Le pido sujetando su rostro entre mis manos.

—¿Te das cuenta de que mis padres lo siguen queriendo? No sé como vayan a tomarse esto...— Murmura nerviosa.

—Hanna, cariño— Le llamo haciendo que me mire a los ojos —Nunca hemos necesitado a nuestra familia para amarnos, míranos aquí, somos muy felices juntos y estamos esperando a nuestro bebé con mucha ilusión. Cuando éramos jóvenes tampoco les pedimos su permiso para hacer nada de lo que hicimos... ¿no? — Le recuerdo y asiente.

—Si, pero yo quiero que podamos ser una familia como se debe— Explica preocupada.

—Lo sé, y eso vamos a tratar. Tú y yo iremos a California, hablaremos con ellos, le contaremos nuestro pasado, nuestro presente y luego veremos que pasa, pero quiero que entiendas que no importa si el mundo se cae a pedazos; tú, este bebé, y yo, vamos a estar juntos, ¿sí? — Le aseguro llevando mi mano sobre su vientre y ella asiente.

—¿No estás molesto? — Me pregunta confundida y niego.

—No, no lo esto... pero si él o cualquiera se acerca a ti para molestarte o algo, déjame saber para poder defenderte, ¿sí? — Le pido y se sonríe.

—¿Me vas a defender? — Inquiere con un tono de voz lleno de picardía y asiento.

—Así es, te defenderé de cualquier persona que quiera hacerte daño...—

—Te amo— Susurra y se inclina hacia mi para darme un beso.

—Yo también te amo... como no tiene idea— Le aseguro y se sonríe.

Ella se queda apoyando su frente sobre la mía y enreda sus dedos en mi cabello —No sabes cuantas ganas tengo de ser tu esposa— Me confiesa y no puedo parar de sonreír como un tonto.

—Y yo de que lo seas... quiero verte vestida de blanco llegando al altar y uniendo nuestras vidas para siempre—

—Me va a gustar envejecer contigo— Bromea.

—Ni yo contigo, pero sabes... si no comienzo a preparar los cuadros para la exposición, el curador me va a matar y te quedaras viuda antes de la boda— Remedo haciendo que la tensión que había hace un momento cese y ella ría.

—¿Te ayudo? —

—¿Puedes? ¿Tienes tiempo? — Cuestiono y ella asiente.

—Si desayunamos primero, tengo el resto del día libre, ayer termine de entregar todo. — Me deja saber de manera divertida y sonrió.

—Desayunemos antes de que mi prometida me coma un brazo— Accedo entre risas y nos levantamos —Eso si, ponte una camiseta o algo porque te juro que no soy de piedra— Le suplico haciéndola reír.

—Yo que quería hacer topless por la casa— Bromea.

—Mejor no— Difiero y le lanzo una camiseta mía que estaba colgando en la silla para que se la coloque y luego vamos a la cocina para desayunar juntos y así comenzar a preparar todo lo relacionado al ámbito profesional que nos llevara de regreso a California en cuestión de algunas pocas semanas.

No voy a mentir, la situación que nos espera allí me pone nervioso, sobre todo porque se trata de enfrentarnos a todos nuestros fantasmas, pero al mismo tiempo estoy ansioso porque ese día llegue y así podernos liberar de todas estás cadenas que de alguna manera nos atan a no poder seguir avanzando en nuestra relación. 

DOS EXTRAÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora