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Me moví un poco pero al instante choqué con algo... Corrección, con alguien, al instante el golpe de los recuerdos llegó a mi cabeza. Abrí los ojos y lo primero que vi fue el cabello revuelto de Lailah.

Mire el reloj y eran las 10 de la mañana, eso explica por qué siento como si acabara de cerrar los ojos hace unos segundos.

Estaba boca abajo con Lailah bajo mi brazo, tenía la cara escondida en mi pecho, sentía su respiración caliente acariciar mi piel. Hacía algo de frío así que la cubrí con mi ala.

Una sonrisa se curvo en mis labios, el recuerdo de su piel, sus manos tibias, el rubor en sus mejillas, sus ojos brillosos, el exquisito olor que desprendía.

Mis ojos comenzaban a pesar y estaba apunto de dormir cuando alguien tocó mi puerta ¿Quién rayos es?

— ¿Jerathel? Si no contestas entraré — era lo voz de Leo y no quería que entrara.

— ¿Que quieres? — conteste intentando no subir mucho la voz.

— tuve un problema, te necesito, sabes que no te hablaría si no fuera urgente — solté un suspiro. Eso era real, Leo odia pedirme ayuda, si lo está haciendo es por qué realmente algo malo paso.

— voy — solté en forma de quejido. Me levanté de la cama intentando no despertar a Lailah, al parecer estaba muy dormida pues solo se movió un poco para agarrar un cojín, volvió a esconder su cabeza, justo como estaba escondía en mi pecho. Me pareció tierno.

Di un pasó y joder me dolió ¿Eso es normal?

— ¡Vamooos! Apúrate hombre — hablo impaciente Leo. Tome mi ropa interior, iba a ponermela hasta que note algo que me asusto ¿Sangre?

Mire nervioso a Lailah, quería despertarla y saber si estaba bien, pero también quería que descansará un poco más.

— ¡Jerathel! — maldita sea.

— ¡Qué ya voy! — conteste enojado. Corrí al baño y me limpie lo mejor que pude. Salí y me vestí con lo primero que encontré. Abrí la puerta de mi cuarto, empuje a Leo para que no viera dentro de mi cuarto y salí.

Comencé a caminar pero no escuché a Leo. Me di la vuelta y él tenía el ceño fruncido.

— juro que si no te mueves y te apuras te pateare, no estoy de humor — yo ahora debería estar acostado en mi cama junto a Lailah.

Leo parpadeo un par de veces y camino hasta alcanzarme.

— ¿Que sucedió? — hablé molesto, él seguía viéndome de una manera extraña.

— hay unos incubos traficando droga afuera del lugar, son demasiados y atraen problemas, ayer provocaron una pelea... Los quiero fuera, además escuché el rumor de que a todos los que les vendían les preguntaban por una chica, por Lailah — moví la cabeza aceptando. Era sencillo, acabar con unos cuantos incubos y podría regresar — Jerathel... ¿Puedo decirte algo y no me golpeas? — levanté una ceja y lo mire, con Leo ya no se que esperar.

— depende de que sea — ambos subimos al auto. Leo arranco y después de unos minutos en silencio hablo.

— ¿Te acostaste con alguien? — me puse nervioso cuando escuché eso. Pase saliva y mire por la ventana evitando a Leo. No quería contestar — no se por que pregunto... Es obvio — lo mire rápidamente, con la mirada pregunté el por qué y él lo entendio — tu cabello, las marcas en el cuello, caminabas extraño y apestas a sexo — me moví incómodo en mi asiento, yo no olía a nada — pero lo que más me sorprende es que hueles delicioso — le di un golpe, él solo soltó una risa burlona — ¡apestas a Lailah!

JerathelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora