No le conté a nadie lo que Jerathel me hizo, me sentía demasiado herida y humillada, los únicos que lo sabían era mi hermano y Leo.
O al menos hasta este momento que tengo a Raziel en mi habitación viendo el desastre por todos lados, incluido el desastre que era yo.
— ¿Que haces aquí? — deje a un lado el libro que tenía en manos. Él no debería estar aquí, le pedí a Leo que mantuviera a todos alejados.
— me encontré a Jerathel — susurro en voz baja aún viendo mi habitación. Mis manos se hicieron puños al escuchar el nombre de aquel imbécil — quiere verte y...
— Cállate — no lo deje terminar — yo no lo quiero ver — me puse de pie y quise pasarlo de largo pero en su lugar me tomo del brazo evitando que me alejara — suéltame — moví mi brazo con brusquedad pero no me soltó.
— ¿a dónde vas? — de nuevo esas estúpidas ganas de llorar se implantaron en mi pecho.
— quiero estar sola — solté bruscamente, claro que no quería estar sola pero tampoco quería que me vieran así. Raziel pareció pensar su respuesta unos segundos.
— no te voy a dejar sola — sin esperarlo lo que hizo fue abrazarme, apenas sentí el calor de su cuerpo mi pecho tembló de dolor.
— suéltame — solté desesperada intentando librarme de sus brazos para esconderme a llorar, no quería que más personas me vieran llorar por él, pero él no me soltó — ¡Raziel que me sueltes! — me moví con desesperación y comencé a golpear su pecho. Era tan alto como él — maldito imbécil — solté involuntariamente al pensar en él — ¡Suéltame! — seguí golpeándolo con fuerza pero no me soltaba.
— tu realmente no quieres estar sola, odias estarlo Lailah y no tienes por qué estarlo nunca más, él no era la única persona a la que le importabas, nos importas a todos, me importas a mi — deje de golpearlo al escuchar sus palabras — estás tan cegada por él que no te das cuenta de quienes estamos a tu alrededor y que no has estado sola nunca en tu vida — mi vista se nublo pero no solté ninguna lágrima, solo me quedé quieta y después acosté mi cabeza en su pecho. Escuchaba su corazón latir con calma, esa calma que tanto necesitaba escuchar, no a un Leo alterado y enojado, no a mi hermano desesperado y confundido. Mi mente necesitaba calma y Raziel era esa calma que tanto busque con desesperación estos dos dias.
— lo siento — me sentía tan arrepentida de haberlo golpeado pero estaba enojada con él mundo — perdón Raziel — las lágrimas salieron sin permiso.
— no tengo nada que perdonarte — solté un suspiro largo que lleno mi pecho de oxígeno, el oxígeno que no había obtenido por completo estos días — ¿Me dejas hacer algo? — sin pensarlo movi la cabeza diciendo que si, sentí como puso su mano en mi mejilla y levantaba mi rostro haciendo que lo mirara — no te muevas... Prometo que te hará sentir mejor por más extraño que parezca — entonces solo ví como su rostro se acercaba al mío, me quedé estática, deje de respirar ¿Me iba a besar?. Hice mi cabeza hacia atrás pero su mano la sostuvo — quieta — su aliento cálido pero a la vez fresco golpeó mi rostro, se siguió acercando, mi corazón latio con rapidez y mi respiración se agito, sentí como su nariz rozo la mía y sus labios estaban tan cerca que sentía su respiración, entonces dió un pequeño soplo en mis labios, sentí como si mi pecho se abriera y deja de sentir todo lo malo, todo el dolor. Sentí más oxígeno dentro de mi y el fuego que no había dejado de quemar en dos días se apagaba en segundos, no sabía lo caliente que estaba por dentro hasta que esa brisa me apagó. Mi corazón dejo de latir rápido, las lágrimas dejaron de salir y mi cabeza dejo de doler. Entonces se separó de mi y me miró expectante.
— que — solté un suspiro — que hiciste — Raziel me dió una pequeña sonrisa, su cabello plateado pareció brillar al igual que sus ojos profundamente azules.
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Jerathel
FantasyTu vida puede dar un cambio inesperado... Tus creencias pueden irse al caño en un pestañear. Todo puede cambiar en cuestión de segundos. Los buenos no son tan buenos, los malos no son tan malos. Esta es la historia de como callo el arcángel Jerathel...