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Dejé la mochila y camine hasta la cama, Jerathel se sentó esperando a que yo me acostara. Me acosté boca arriba y unos segundos después Jerathel también se acosto, pero para mí sorpresa sobre mi abdomen. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al sentir su cabeza sobre mi abdomen desnudo.

— ¿Te lastimó si me acuesto aquí? — se puso de lado para verme al rostro. Yo solo sonreí con ternura.

— Jerathel, no soy una muñeca de porcelana, no me romperé si acuestas tu cabeza en mí — él me sonrio de oreja a oreja.

— lo se, solo quiero asegurarme de que estés bien — me encantaba cuando se ponía en este modo, tipo papá sobreprotector, hace mucho que no sentía eso.

Una de mis manos viajo al cabello de Jerathel para comenzar a peinarlo hacia atrás, mientras la otra mano se ponía en su pecho. Comencé a mover mis dedos en círculos, sintiendo su suave y caliente piel. Vi como sus ojos se cerraban disfrutando de mis caricias. Su pecho subía y bajaba con calma.

Jerathel dirigió su mano izquierda a mi pierna, comenzando a acariciar el interior de mis muslos, un escalofrío acompañado de una pulsada en el vientre me recorrió. Con su mano derecha tomo mi mano que estaba en su pecho.

Su cabeza se giro hacia su mano que se encontraba en mis muslos, sentia sus movimientos en círculos. Su mano dejo el interior de mi muslo izquierdo para dirigirse al costado de mi pierna. Su mano subía y bajaba. Yo solo podía suspirar y cerrar los ojos por lo delicioso que me sabía su toque.

Su mano se detuvo en mi cadera, donde comenzaba mi ropa interior, abrí los ojos al sentir como sus dedos jugaban con la orilla de mi ropa. Sentí como mi corazón saltaba con fuerza cuando sus dedos comenzaron a moverse de izquierda a derecha.

Jerathel se levantó un poco pero solo para acomodarse, de modo que la mitad de su cuerpo quedará arriba de mi abdomen, pero su cabeza estaba sostenida por su brazo dandome la espalda. Me puse aún más nerviosa, pues no podía ver lo que haría, su enorme espalda me lo impedía.

— ¿Que haces? — hablé con el corazón en la boca.

— solo miró — escuché su voz ronca. No podía verlo a la cara y eso me mataba, sin contar que no sabía que haria con su mano por qué ya no la sentía.

— ¿Que miras? — quería saber que pasaba por su cabeza, o cuál sería su siguiente movimiento.

— lo más exquisito de este mundo — Cerré los ojos y mire hacia arriba cuando separó mis piernas totalmente.


Cuando volví a mirar al frente comencé a analizar su cuerpo con cuidado y detenimiento, viendo los lunares de su espalda y las cicatrices de dónde salen sus alas, seguí bajando mi mirada ¿Mi trasero es igual de bonito que el suyo?

— ¿Que sientes cuando estoy dentro tuyo? — mi cuerpo ardió en cuestión de segundos. ¿Que se supone que le contestaría si ni yo lo sé con exactitud?

— se siente... — no sabía cómo explicarlo con palabras — se siente caliente — me quedé callada unos segundos — se siente apretado o como si literalmente llenará un vacío que no sabía que existía — escuché una leve risa — se siente como si mi cuerpo se desconectará y solo existiera tu piel tocando la mía.

JerathelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora