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Estaba nublado y hacia mucho aire, se lograban escuchar algunos truenos no tan fuerte, o al menos se escuchaban menos que mi corazón.
Ignore totalmente a Jerathel, iba corriendo por la calle, las lágrimas escurrían por mi rostro dificultandome la vista, no podía dejar de soltar sollozos, el estómago me dolía pero me dolía aún más el pecho.
Crucé las puertas del hospital y todas las personas me voltearon a ver, estaba en un mar de lagrimas y no podía respirar por ir corriendo.
Corrí a dónde estaban todas las recepcionistas.
— me acaban de marcar, mi hermano Uriel Cass — apenas pude soltar por qué sentía que me iba a dar un ataque de algo.
La chica comenzó a teclear en su computadora.
— ya casi entra a cirugía, habitación 231 — apenas dijo eso corrí por el pasillo, comencé a apretar el botón de el elevador rápidamente, no llegaba y sentía que si no me apuraba lo podía perder.
Vi las escaleras, no lo pensé, comencé a subir de dos en dos, ahora agradezco muchísimo a Leo por todos esos entrenamientos donde me ponía a correr como loca.
Cuando vi el piso donde estaba la habitación seguí corriendo buscando el número.
Tenía miedo por ver cómo lo encontraré.
231
Abrí la puerta y entre rápidamente. Todo estaba en silencio.
Mire a todos lados pero fue en cuestión de segundos que me di cuenta que estaba vacía la habitación. ¿Qué? ¿Me equivoqué de cuarto?
Me di la vuelta y gire la perilla pero está no se abrió, volví a intentarlo pero tenía seguro ¿Que mierda?
Mi pecho subía y bajaba muy rápido, mis ojos aún estaban llenos de lágrimas, mi corazón en cualquier segundo se saldría de mi pecho.
Me quedé recargada en la puerta mirando a todos lados. Nonono esto no puede estar pasando.
Escuché un ruido en el baño, la puerta estaba cerrada.
— ¿Hola? — hablé un poco fuerte dando pasos lentos hacia adelante — ¿Hay alguien? La puerta está cerrada — mi corazón seguía latiendo muy rápido. Seguí avanzando, una parte de mi decía que me alejara y golpeara la puerta para que alguien me escuchara pero la otra me decía que abriera la puerta del baño.
Tome la perilla dorada y fría entre mis manos, la gire lentamente, cuando estaba toda jale la puerta hacia mi.
Estaba esperando a que algo me saltara encima, que algo me matara, pero me quedé horrorizada.
Salió un grito de mi boca al ver la escena.
Había un señor de unos 40 años vestido de doctor en el suelo y un gran charco de sangre a todo su alrededor. Corrí a él y tome su cara... Estaba muerto.
Dios santo, estoy en peligro. Me pare e intenté correr para salir del baño pero con la sangre me patine y caí ensuciandome aún más. Quería vomitar, llorar, quería irme ya.
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Jerathel
FantasyTu vida puede dar un cambio inesperado... Tus creencias pueden irse al caño en un pestañear. Todo puede cambiar en cuestión de segundos. Los buenos no son tan buenos, los malos no son tan malos. Esta es la historia de como callo el arcángel Jerathel...