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— ¡¿Que mierda?! — mi hermano se puso de pie, sus ojos no se despegaban de las alas de Raziel.

Me apresure y camine a su lado, lo tome del brazo, él me abrazó y comenzó a hacerse hacia atrás.

— basta Uriel, no te hara daño — solté con angustia.

— ¿Qu-que mierda eres? — hablo asustado, sus ojos se movían con rapidez mirando a mi amigo.

— un ángel Uriel, es un ángel y no nos hará daño — volví a hablar rápidamente cuando sentí que mi hermano seguía caminando.

Raziel comenzó a caminar hacia nosotros pero mi hermano solo apretó su agarre en mis brazos y me pego más a él.

— ¡no te nos acerques! — hablo exaltado, en ese momento Raziel se freno, solo nos miraba con atención — ¡¿Nadie va a decir nada?! — mi hermano vio a Jerathel, no había notado que él nos miraba, que miraba justo donde Uriel me estaba apretando para no alejarme de él.

— Uriel escúchame, tienes que calmarte, si quisiera hacernos daño ya lo hubiera hecho — mi hermano aún miraba con asombro, terror y desconfianza a Raziel.

— ¿Ustedes lo sabían? — hablo Uriel volviendo a mirar a Jerathel. Jerathel me dio una mirada rápida, yo le hice una señal, él tenía que verlos a todos.

Jerathel llevaba una camiseta sin mangas por lo que él no necesito quitarse nada para sacar sus alas. Mi hermano apretó aún más mi brazo.

— esto no puede estar sucediendo, es un puto sueño, si eso debe de ser — mi hermano murmuró mirando a Jerathel — ¿ta-tambien eres u-un angel? — su voz temblaba al igual que sus manos, no puede evitar recordar la visión. Estaba igual de alterado y eso no me calmaba para nada.

— soy un ángel caído — mi hermano soltó un suspiro.

— eres un demonio — hablo asustado.

— no, yo sí lo soy — Leo saco sus alas. No había notado que habíamos avanzado hasta la sala.  Note como mi hermano comenzaba a tocar sus pantalones, estaba buscando su celular.

En cuanto lo tuvo en la mano yo tome su brazo.

— Uriel mírame — hablé calmada, su respiración estaba agitada e incluso comenzó a sudar — mírame por favor — mi hermano parpadeo varias veces y después me miró — no nos harán daño... Aún falta que veas algo, pero tengo que asegurarme que no le dirás a nadie — hablé con súplica.

— ¿Que no le diga a nadie? — volvió a mirar al frente, los tres nos estaban rodeando — ¡dejen de acercarse! — mi hermano siguió retrocediendo conmigo en brazos — nos van a matar Lailah — hablo más para si mismo que para mí.

— no lo harán, no son malos, son los mismo chicos que han estado aquí muchas veces atrás, que me han protegido, que han salvado mi vida — mi hermano volvió a mirarme a los ojos — Uriel... Papá... Él era uno de ellos — en ese momento me soltó, también dio un paso atrás separándose de mi.

— ¿Que mierda dices? — hablo exaltado.

— déjame mostrarte, yo puedo mostrartelo — sentí como todo mi poder comenzaba a concentrarse en mis manos, estás comenzaron a dar pequeños destellos verdes.

JerathelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora