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— te doy una última oportunidad — no podía dejar de llorar, sentía como acercaba su cuerpo desnudo al mío y me daban más ganas de llorar — ¿Dónde está Jerathel? — de mi boca solo podían salir soyozos.

Me sentía expuesta, indefensa, pequeña, no me lo podía quitar de encima.

De un movimiento brusco me dio la vuelta, creí que sería mi oportunidad para correr de él, pero él sabía lo que hacía.

Con una de sus manos pego mi cabeza al suelo, el golpe me aturdió por completo, en esa aturdida aprovecho para levantar mi cadera. Con sus piernas me impedía bajar mi cadera.

Tenía mi cabeza y pecho pegado al suelo mientras estaba totalmente a la merced de aquel íncubo.

— bien me cansé — hablo el íncubo y sentí como se quería acomodar para entrar. Lo estaba intentado pero era tanta mi desesperación que solo seguía intentando moverme, escuché como soltaba un gemido — estás tan apretada que solo me dan más ganas de abrirte para mí — sentí como quería aplicar más fuerza lastimandome. Ya no podía más.

— ¡para! ¡Te lo diré pero detente! — sentí como dejaba de aplicar fuerza.

Yo no podía dejar de llorar.

— bien, comienza a hablar que está imagen solo me pone peor — cerré mis ojos con fuerza. Quería vomitar de solo escuchar todo lo que decía.

— pero antes de decirte quiero saber que le harán — intentaba respirar con normalidad pero ni eso podía.

buena pregunta... Supongo que torturarlo hasta que nos diga la información que no quisiste decir — cerré mis ojos con fuerza, sentí las lágrimas resbalar por mi rostro hasta caer al suelo, solté un suspiro.

— ¿lo torturaran igual que a mí? — el íncubo soltó una risa.

— esto no es nada a comparación de lo que le quieren hacer — sentí aun más angustia — vasta de preguntas, la que tiene que contestar eres tú... Y apúrate que no creo aguantar mucho más para metertela

— vete al infierno — apenas dije eso tome el tornillo y lo enterré en su mano que estaba en mi cabeza.

Soltó un grito y por instinto quitó su mano solo desgarrando más la piel.

Ahora solo tenía que liberar mis piernas.

En cuanto me levanté enterré de nuevo el tornillo intentando dar en su entre pierna expuesta, no di pero si muy cerca.

Cuando logré soltarme me puse de pie y me fui encima suyo.

Si queda vivo solo me golpeara, pero creo que más bien me violara hasta matarme.

Llena de coraje me subí en él y comencé a enterrar el clavo en su cara. Solo lloraba e intentaba que no me quitará encima.

Recordé una clase con Leo donde me decía los puntos más frágiles.

Enterré el tornillo por una de sus costillas intentando perforar el pulmón, después lo enterré en el cuello intentado dar en la yugular.

JerathelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora