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Al día siguiente todos nos vieron a Raziel y a mi bajar juntos pero nadie dijo nada, ni una sola palabra al respecto, pero yo tenía cosas más importantes en que pensar.

Camine directamente con Leo, lo tome de la mano y lo saqué de la casa a jalones, tenía que contarle a alguien lo que había visto en mis sueños.

— ¿Que pasa cielo? — Leo cruzo sus brazos sobre su pecho y me miró atento.

— tuve una visión y eres en quien más confío para contarla — la mirada de Leo se endureció.
— Algo malo está apunto de pasar pude ver a un ángel conspirando con los demonios — solté en voz baja — y a un demonio tan jodidamente poderoso que cuando me miró temi por mi vida incluso en el sueño, era alto pero estaba cubierto de sombras, su rostro igual pero lo que más resaltaba eran sus cuernos gigantescos, por eso estoy segura que es un demonio ¿Que debemos hacer? — leo se mordió el labio.

— no podemos decirle a los angeles por qué si se entera el que cometerá traición algo muy malo puede suceder — fue exactamente lo que pensé, estuve apunto de mencionar como el final estaba más cerca de lo que creíamos pero el timbre de la casa me interrumpió. Vi como mi hermano caminaba a la entrada, abrió la puerta y mi respiración se cortó cuando unos ojos dorados me miraron directamente.

Era él, estaba aquí. Mi interior ardió en rabia, entre a la casa tan rápido como pude, estaba apunto de llegar enfrente suyo pero mi hermano soltó un puñetazo en su rostro. Jerathel apenas giro la cabeza y apretó su mandíbula.

— que mierda haces aquí — hablo con coraje mi hermano yo estaba a unos metros de él viendo la escena, me detuve cuando lo golpeo. De nuevo me miró.

— necesito hablar con Lailah — su voz sonaba más grave de lo normal.

— una mierda que le hablaras a mi hermana después de lo que le hiciste maldito — mi hermano lo empujó alejandolo un paso de la entrada — lárgate de aquí — comenzó a gritar exaltado.

— no me iré hasta hablar con ella — seguía mirándome fijamente. Apreté la mandíbula y escuché como mis dientes rechinaban del coraje. Camine hasta mi hermano, estaba apunto de empujarlo de nuevo pero lo detuve tomándolo del hombro. Él me miró, estaba rojo de la rabia.

— ¿Qué quieres? — hable apenas estube ahí.

— necesito hablar contigo — estábamos entablando una conversación después de dos semanas. Después de ver lo que ví. Su voz casi tembló al dirigirme la palabra, ví como acercó su mano hacia mi pero solo di un paso hacia atrás.

— no me toques — apenas dije eso su mano se quedó estática para después ponerse de nuevo en su costado — ¿Qué quieres? — repetí mi pregunta, Jerathel miro a mi hermano.

— necesito hablar contigo a solas — Uriel solo soltó una queja y sin decir nada se metió a la casa, estaba tan enojado como yo.

— Ahora dime ¿Que carajos quieres? — lo mire a los ojos, tenía ojeras, se notaban demasiado en su piel blanca, su cabello estaba más largo y desordenado de lo habitual y su labio estaba abierto por el golpe de Uriel.

— necesito hablar contigo de lo que pasó ese día, yo no quería decir lo que dije, yo — apenas escuché eso mi mano se movió sola a su rostro, solté una cachetada haciendo que se callara.

— si vas a hablar de eso no me interesa — apenas dije eso me di la vuelta para entrar a mi casa pero en su lugar me tomo del brazo, lo hice arder, concentre todo el calor de mi pecho a mi brazo. Pero él no me soltó.

— no puedo dejar que te vuelvas a ir Lailah, necesito explicarte — escuché la desesperación en su voz.

Volví a darme la vuelta y lo mire a la cara una vez más, habían lágrimas en sus ojos.

JerathelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora