Jerathel

31

¡Laméntense, sollocen, y lloren! ¡Que su risa se convierta en llanto y su alegría en tristeza!
[Santiago 4:9]

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Aquel enorme demonio apareció en la desolada cabaña. Al entrar los tres demonios que cuidaban el lugar se sintieron intimidados por su superior.

Maalik o también conocido como Alik o Maal comenzó a hablar para saber cómo va todo.

— Señor, no esperábamos verlo tan pronto — hablo el demonio encargado de la chica con un toque de nervios y estos estaban bien justificados pues no logro sacarle ni una gota de información a la estúpida humana.

— ahórrate tus platicas ¿Ya lograron sacarle algo? — lo miro con superioridad, como miraba a todos a su alrededor.

El inferior se sintió mucho más nervioso.

— no — hablo bajo y esquivando la mirada de aquel terrorífico ser.

— ¡¿Nada?! — hablo enojado ya que no esperaba esa respuesta, el quería terminar con esto lo antes posible, esto de ser una pequeña piedrita en su zapato se estaba convirtiendo en algo mucho más grande — ¡¿Como es eso posible?! — él no podía creer que una estúpida e insignificante humana pudiera con ellos siendo superiores en todos los sentidos.

— ni nosotros lo entendemos y es que de verdad ha sido una patada en los huevos — se expreso el demonio — y lo digo literalmente pues más de una vez me golpeó ahí — el ser bajo la cabeza apenado pero no decía más que la verdad.

— ¿está en la habitación con Lucía? — se refería a aquella alma en pena que aterrizaba incluso a los demonios.

— si — el superior se pregunto cómo era posible que aquella mocosa no haya soltado nada estando con tenebrosa criatura que incluso él le tenía respeto — todos los días intenta escapar, sus manos están todos los días moradas y con rasguños, no entra al baño más que para lo necesario.... Desde que llegó solo ha tomado una sola ducha... Huele horrible — solo de imaginarlo se asqueo.

Y es que eso tenía una razón.

Maldije internamente cuando me desperté y estaba totalmente manchada... La menstruación no se la perdona a nadie.

Llenándome de valor como lo hago siempre, entre al baño sin mirar ningún espejo y tratando de tararear alguna canción para distraerme, cuando tuve el papel de baño en mis manos salí corriendo sintiendo la mirada de aquel aterrador ser.

Lo único que pude hacer fue intentar limpiar mi ropa interior y envolver demasiado papel de baño para que absorbiera la sangre.

Agradezco que soy de las pocas afortunadas que solo les baja tres días.

No me meteria a bañar hasta el tercer día, me daba pavor meterme a ese baño.

El cuarto día llegó, tengo que admitir que olía horrible y más por qué la sangre tiene un olor muy particular, en especial de la que estoy llena.

Claro que tuve miedo de que me pudiera dar una infección pero le tenía más miedo a ese baño.

Mi plan era fácil, desvestirme afuera y taparme con la cobija de la cama, entrar bañarme como salga el agua, espero y sea fría, solo tallarme rápidamente pero bien aprovechando el baño, salir y volverme a tapar con la cobija.