Capítulo 22

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Abel como de costumbre, vigilaba los pasos de Dante en todo momento, trataba de no perder detalle de todo lo que observaba, su obligación era vigilar que el muchacho no hiciera algo que pudiera complicar su situación, así que lo rondaba sin incomodarlo, pero siempre al pendiente de su entorno.

Una tarde de regreso de las clases, mientras se dirigían a los dormitorios, observó una sombra merodeando el edificio, al principio pensó que sólo se trataba de un espectro, pero entre más se acercaba pudo identificar que se trataba de un ser como él, así que pensó que venía a recoger el alma de algún estudiante. Sin embargo tal situación lo intrigó más, así que cuando lo vio ingresar al edificio, lo siguió, pero se sorprendió al verlo entrar al mismo dormitorio que él vigilaba, por lo que se apresuró a verificar el motivo de su presencia.

- Deborah, ¿qué haces en este lugar? – le preguntó Abel al descubrir de quien se trataba.

Al escuchar la voz, la sombra comenzó a tomar forma y de ella se pudo apreciar la figura de una mujer con la misma vestimenta que la de él, pero con una cabellera de color rojo que le llegaba a media espalda, quien al escuchar la pregunta se sorprendió, pero trato de que no se notará y se volvió hacia él:

- Lo mismo te podría preguntar a ti, Abel – le contesto

- Evades mi pregunta con otra pregunta, sin embargo, no encuentro una razón para justificar tu presencia en esta habitación, así que me gustaría saber porque motivo entraste a este lugar en específico.

- No creo que tenga la obligación de responderte – lo miró fríamente

- Tal vez no, pero si no quieres que haya malentendidos, te recomiendo que me aclares el motivo por el que estas aquí. – la siguió cuestionando sin rendirse ante su evasión.

- ¿Me estas amenazando? – lo miró retándolo.

- ¡Por supuesto que no! pero bien sabes que normalmente no nos cruzamos en nuestras actividades, cada función se asigna para ser cumplida de forma independiente, por lo que no veo motivo para que estemos en el mismo lugar en este momento.

- ¡Tienes razón! no voy a discutirlo, las órdenes que nos dan son claras y exclusivas, así que, creo que, aunque suene descabellado, tal vez los motivos por los que estamos aquí son diferentes.

- Bien, te escucho – le dijo Abel mientras se cruzaba de brazos.

- Aunque no debería decírtelo, lo voy a hacer para que no desconfíes de mí, estoy investigando a un chico, que se supone debería estar muerto y no lo está, ese humano... ha estado en la lista dos veces y sigue aquí, así que me enviaron a verificar que está pasando.

- ¿En serio? – contestó preocupado al darse cuenta que justificaba su presencia y en cierto modo lo involucraba.

- Sí, realmente es muy confuso, es algo que no había pasado, así que se tenía que revisar, no podíamos dejarlo así.

- ¿Y quién te envió a investigar? – preguntó dudoso porque Gabriel estaba enterado y era su superior.

- Pues quien más, los superiores, por cierto – revisó una tarjeta que traía en la mano – esto es interesante – sonrió.

- ¿Qué es interesante? – tratando de ver lo que sus papeles decían.

- Tú eras el responsable de llevarlo a su destino, así que el hecho de que estés aquí me hace pensar que hiciste algo indebido y sigues a su lado por algún motivo extraño, así que ahora te toca responderme – lo miro amenazante - ¿Qué hiciste y porque sigues a su lado?

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora