Capítulo 36

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La situación parecía complicada para ella, caminaba de un lado a otro de la gran estancia, era un lugar muy iluminado por diferentes lámparas estratégicamente ubicadas, de repente se detenía preocupada, envuelta en sus pensamientos, de pronto comenzó a tomar un libro y otro de un gran estante que se encontraba frente a ella. Abriéndolos y cerrándolos sin ni siquiera ver su contenido, los iba arrojando uno a uno al suelo, tratando de acomodar sus ideas, se sentía furiosa y frustrada, estaba segura que lo convencería, pero ahora, estaba en problemas, porque le había dado información que no debía y eso podría perjudicarla, sentía que había puesto en riesgo los planes que llevaban tiempo formulando y eso tampoco sería benéfico para ella.

Después de meditarlo mucho, Deborah se convenció de que todavía tenía esperanzas para convencerlo, como ya lo había hecho con otros anteriormente, solo era cuestión de tiempo que recapacitara y la buscara nuevamente, sabía que Abel sería parte importante en su plan, no podía dejarlo ir tan fácil, pero aun así, temía que se le saliera información: - tengo que mantenerlo vigilado, no puedo permitirme un error, a partir de este momento tengo que ser muy precavida – estaba a punto de soltar el libro que tenía en las manos cuando una voz la interrumpió:

- Espero que levantes todos los libros que tiraste y los vuelvas acomodar en su lugar – le indico una voz proveniente de la entrada.

Al escuchar estas palabras se volvió hacia el visitante, era un hombre de mediana edad, alto, de rostro frío, pero con una bien afeitada barba de candado, por sus vestiduras, a pesar de que eran negras como las de ella, se diferenciaban en elegancia y en algunos diseños exclusivos con los que contaba su vestimenta, en su caso, los puños de su saco estaban bordados en oro, sin contar que portaba un anillo dorado con una gema negra en su dedo índice, lo que le mostraba que estaba frente a un superior, situación que la intimidó y la hizo sentirse avergonzada por su conducta.

Después de la llamada de atención puso atención a lo que había hecho, sin darse cuenta, realmente había arrojado al piso una gran cantidad de libros, por lo que sus pies ya no se veían, sin contar que si no la hubieran interrumpido lo más seguro es que hubiera tropezado con alguno de ellos, por esa razón inmediatamente se inclinó:

- Lo siento, Señor, disculpe mi conducta, en este momento recogeré todos los libros – en eso se puso en cuclillas para levantarlos uno a uno.

Comenzó a colocar uno encima del otro sobre su mano hasta formar una pequeña torre, de repente sintió que se acercaron a ella quedando de pie a su lado, segundos después se inclinó y tomo un libro en sus manos, al sentirlo tan cerca, no supo cómo reaccionar, su presencia por alguna razón la incomodaba, levanto la vista para verlo, pero estaba tan cerca de ella que volvió su cara al instante.

Estaba confundida por lo que sentía en esos momentos y sin poder evitarlo los libros que ya había colocado en su mano, cayeron nuevamente al piso. Al ver esto, su superior los levanto con tal rapidez que apenas pudo apreciarlo, los acomodó y le extendió la mano para levantarla, quien sin dudarlo la tomo y se puso de pie.

- Tranquilízate un poco – le indicó con cortesía - que es lo que te atormenta tanto que te desquitas con estos libros antiguos.

- ¡Nada de eso Señor! – titubeo un poco – estaba muy distraída que no me di cuenta de lo que estaba haciendo, he sido muy imprudente, me disculpo – he hizo una reverencia.

- No tienes por qué disculparte – le contestó sin aparentar molestia alguna – todos en algún momento tenemos dudas que nos impiden ver las cosas con claridad – tomo su mano nuevamente – lo importante es darnos cuenta cuando volver a encaminarnos y tomar el control.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora