Capítulo 4

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El día transcurría como de costumbre, o eso parecía al principio, después de tres horas de clase, por fin hubo un receso, para no variar, Alex comenzó una discusión con una chica, al parecer había hecho públicas unas fotos que le había enviado sin ropa y ella le gritaba mientras lloraba al mismo tiempo. Sin embargo, Alex solo se mofaba de ella y la insultaba de distintas formas, en eso ella lo empujó alterada y sin importarle de que se tratara de una chica, enfurecido le tiro un golpe con el puño cerrado, pero en ese momento, su brazo fue detenido por otro:

- ¡No te atrevas a pegarle! - le dijo Erik, mientras sostenía su puño con fuerza.

- ¡Tú no te metas imbécil! ¡suéltame! – le grito Alex, mientras se jaloneaba para soltarse, pero extrañamente no podía hacerlo, a pesar de que Erik solo era un poco más alto que él pero de complexión delgada.

- ¡No voy a soltarte hasta que desistas de lo que intentas hacer! - le dijo, mientras le clavaba la mirada como si pudiera atravesarlo con ella.

Dante los observaba sin quitar la vista de los contrincantes, era una escena única y nunca vista, por primera vez, Alex había sido frustrado en su ataque, era sometido por la imagen retadora y fuerte de su oponente; en eso, la chica se alejó del salón envuelta en llanto y al ver que los compañeros de Alex se acercaban Erik lo soltó para prepararse a lo que le esperaba:

- ¡Acabas de firmar tu sentencia! – le grito Alex dando un fuerte golpe en la mesa -a partir de hoy ¡tú vas a ser mi único objetivo!

Dicho esto, dio la media vuelta y salió del salón seguido de sus subalternos quienes lo seguían como abejas a la miel, mientras tanto, Erik se sentó de nueva cuenta en su silla y se colocó los audífonos como si nada de lo anterior hubiera ocurrido. Una hora más tarde, la chica agredida entró al salón y se acercó a su lugar, lo miraba perpleja, no sabía qué hacer, si darle las gracias o irse sin decir nada, nunca había pasado algo así y menos lo esperaron de Erik, quien era un chico serio, aparentemente tímido, pero muy atractivo; su cabello castaño combinaba con el color miel de sus ojos y su piel clara. Pero a pesar de su atractivo, las chicas no se le acercaban, su expresión facial así como por la forma en la que vestía, tenía un letrero invisible de "No te acerques", era de esos chicos que no puedes evitar mirar, pero no les hablas con facilidad, además siempre estaba escuchando música o eso parecía, portaba sus auriculares o audífonos todo el tiempo.

Mientras tanto, Dante no perdía detalle de la nueva escena, de hecho mientras observaba, comenzó a realizar un retrato de Erik, fue entonces cuando pudo apreciar, que el nuevo héroe del salón, tenía una seña particular en su rostro, un par de lunares en el parpado izquierdo, que al principio pensó que se trataba de un piercing, pero después descubrió que no era así, era una marca especial que lo distinguía.

Por la tarde al llegar Dante a su casa, pudo escuchar a Alex quejándose con su mamá de lo que había ocurrido, obviamente con su versión de los hechos, en la que siempre él era el afectado, el incomprendido o el que sufría. Le sobraban expresiones para justificar su conducta y comportamiento, a tal grado que Abigail pensó en ir a la escuela a poner una queja contra Erik por la vergüenza que paso su hijo, pero Alex, astutamente la detuvo diciendo que él lo resolvería, porque no le convenía que su madre interviniera en sus asuntos.

Dante los ignoró y subió las escaleras, apenas se estaba recostando en la cama, cuando se abrió la puerta de golpe, entrando Alex de forma tempestiva, lo observó por unos segundos y se le acerco:

- Ni se te ocurra contarle a papá lo que paso en el colegio, o ya sabes lo que te puede pasar - le gritó.

- ¿Me estás hablando a mí? - le pregunto sin mirarlo, en realidad no le interesaba su respuesta, solo que se saliera de su habitación.

- ¡A quien más tonto! ¡hay alguien más en la habitación que no seas tú! – le volvió a gritar molesto.

- ¿Tonto? ¿Te estas refiriendo a mí? - en eso alzo su mirada gris y penetrante sobre su hermano que parecía un toro embravecido.

- ¡Por supuesto, que te lo estoy diciendo a ti imbécil! ¿quién te crees que eres? – comenzó a alardear - solo eres un arrimado, que sin la protección de papá vivirías en la calle, o mejor aún estarías muerto -

Sabía que su hermano quería desquitarse con alguien de lo ocurrido en la escuela, pero se estaba equivocando de persona, no le interesaba aguantar sus tonterías, ese lugar era su espacio privado, tenía que sacarlo de ahí y evitar un conflicto, así que de forma indiferente pero firme, le indicó:

- Sal de mi cuarto, no me molestes – mientras volteaba el rostro ignorándolo por completo.

Pero resulto lo contrario, dichas palabras complicaron la situación, Alex, se aceleró gritando: - ¿Que salga de tu cuarto? – levantó más la voz - ¡éste es mi cuarto!- vociferó - ¡toda la casa es mía! ¡tú deberías irte de aquí! ya no te soporto.- y le tiro un golpe al rostro, pero con un movimiento rápido fue esquivado por su hermano, quien al instante se puso de pie, lo empujo y lo levantó sosteniéndolo del cuello con fuerza:

- Yo no soy como esos pobres que tratas peor que animales, no te confundas, esto es solo una advertencia, respeta mi espacio y yo no invado el tuyo, te quedo claro... Alex -

Abigail escucho los gritos desde la cocina, por un momento visualizo la escena, Alex dándole una buena paliza a Dante, así que espero unos instantes antes de subir a la recamara, pero cuál fue su sorpresa al entrar a la habitación, contemplo asustada la imagen que presenciaba, su hijo colgaba del brazo de Dante como un muñeco, entonces, le gritó:

- ¡Suelta a mi hijo! - exclamo - ¡Cómo te atreves a tratarlo así! -

En eso lo dejo caer, sin quitarle la mirada de encima como signo de advertencia, se volvió hacia la cama y se recostó de nueva cuenta. Madre e hijo salieron despavoridos de la habitación, bajaron por las escaleras, mientras ella marcaba con rapidez en el celular:

- ¡Tienes que venir inmediatamente a la casa! - Exclamaba exaltada - no quiero pretextos, tienes que venir ahora, tu hijo Dante se volvió loco - colgó.

Dante seguía recostado en la cama, como si nada hubiera pasado, por lo que siguió en la misma postura. Cuando su papá llego a la casa, fue recibido por las quejas de Abigail y Alex en contra de la conducta de Dante, por lo que casi a empujones subió a su habitación, toco la puerta y entro, sentándose a su costado:

- Hijo, ¿Qué paso con tu hermano? – le pregunto interesado y un poco asustado por lo que ya le habían dicho.

- Fue una simple pelea de espacio, nada importante papá - contestó el chico, sin profundizar en detalles.

Zahid levanto el brazo y le acarició la cabeza - sé que no ha sido una vida fácil, yo no imagine que serían las cosas así, de haberlo sabido - pensó en su interior, -no hubiera aceptado la propuesta - meneo la cabeza - pero bueno – sabiendo que no podía cambiar nada - trata de llevártela bien con tu hermano, ya falta menos.

- ¿Falta menos? - preguntó el chico interesado -¿De qué hablas papá?

- De nada hijo - reacciono Zahid al darse cuenta de que había hablado de más -de nada, no me hagas caso, vamos a cenar.

La cena fue peor que otras veces, era un ambiente como sepulcral, nadie hablaba, todos miraban a Dante en espacios breves, el hermano y su mamá llenos de ira, pero la mirada que llamó más su atención fue la de su papá, porque era la primera vez que lo miraba decepcionado y confuso.

A partir de ese momento, Dante no dejo de pensar en la actitud de su padre, algo en su interior le indicaba que durante mucho tiempo había estado cargando una pena que no compartió y guardo en silencio, sabía que algo en él estaba cambiando, a pesar de estar contento y sonriente, sus ojos reflejaban algo de tristeza y anhelo. Al principio creyó que se trataba de los problemas familiares cotidianos que se había vuelto costumbre, sin embargo, ese día distinguió algo más, a pesar de que sabía que su existencia provocaba los problemas de su casa, nunca se imaginó el alcance que realmente tenía el que fuera parte de eso, por lo que pudo deducir, que en un corto tiempo un suceso importante estaba a punto de ocurrir y lamentablemente, él no podría hacer nada para detenerlo.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora