Como de costumbre Darinka daba sus recorridos por todas las oficinas de sus subordinados, era una de esas jefas que no le gustaba esperar sentada en su oficina, sino que salía y recababa los informes que hubiera que entregarse, por motivo de la función correspondiente de cada uno de los que visitaba en sus respectivas áreas de trabajo. Además, otra de las intenciones de hacerlo rutinariamente, era esperar que algún día se enterara de algo sobresaliente para poder salir y visitar el mundo humano más seguido.
Sin embargo eso no era común, para su mala suerte, casi todo lo que ocurría era siempre lo mismo, lo más sobresaliente que ocurría era que reportaran que el alma de algún ser humano se reusaba a partir y aunque eso no figuraba mayor problema para ellos, trataba de atenderlos personalmente para poder salir como antes lo hacía, porque realmente extrañaba recoger y guiar las almas, para ella era una actividad muy reconfortante.
Sin embargo en esta ocasión iba decidida a obtener algo más que los informes rutinarios, así que se dirigió directamente a la oficina de Gabriel, quien como siempre se la pasaba encerrado en su oficina, porque a diferencia de ella, no le interesaba el trabajo de campo, pero en su área era el mejor informado de todo lo que ocurría en su entorno.
Darinka toco la puerta anunciando su entrada pero al mismo tiempo ya se encontraba sentada frente a Gabriel, quien no se sorprendió al verla, puesto que sabía que solo tocaba por formalidad ya que nunca usaba las puertas o esperaba que se le permitiera el acceso, siempre era así, sin contar que como superior, aunque se le quisieran negar la entrada, no podrían evitarlo.
Gabriel siguió con lo que estaba haciendo a pesar de su presencia, porque esperaba que le dijera el motivo de su visita y se fuera de la misa forma en la que llegó, sin embargo no decía nada, solo lo miraba atenta, así que creyó que solo estaba alardeando por su puesto y trato de ignorarla por un rato. Después de revisar varios documentos y darse cuenta que su visitante seguía sin decir nada comenzó a incomodarse, eso ya no era normal, siempre llegaba, decía a lo que venía y se iba en el momento, pero ahora, por alguna razón, sintió que estaba en problemas.
- ¿A qué debo tu visita Darinka? – sin usar honoríficos a petición de ella misma para no sentirse vieja delante de sus subordinados.
- ¡Estoy molesta contigo Gabriel! – tratando de incomodarlo tomando una postura sería – podía creerlo de todos menos de ti, me tienes decepcionada.
- ¡Molesta conmigo! ¿por qué? – soltó los papeles que traía en la mano.
- Pues verás – se acercó al escritorio apoyándose en el – creo que no has sido sincero conmigo y me siento un poco triste, porque mi mejor discípulo.... – se agarró la frente como si estuviera enferma.
- ¿Qué no te he dicho? –titubeo un poco al ver su reacción aunque sabía que solo era un poco de teatro de su parte – ¡de verdad no entiendo a qué te refieres! – la miró confundido.
- ¿Abel? ¿Deborah? ¿te suenan esos nombres? – se bajó las gafas para mirarlo mejor.
- ¡Ah! te refieres a ellos – suspiro aliviado – por un segundo creí que había pasado algo de lo que no me hubiera enterado, ¡no me asustes así¡ - le reclamó.
- ¡Entonces platícame! – se recargo en el asiento – ¿que pasa con ellos? – se cruzó de brazos.
- Haber - se levantó de su asiento – por lo que sé, Abel está en una misión especial, y no me dieron más detalles, de hecho fue el propio Jahzeel quien me lo informó, ¡creí que lo sabrías! – levanto un poco las manos.
- ¡Claro que lo sé! solo quería saber porque tu no me lo informaste – refunfuño - sabe lo mismo que yo, ese Jahzeel, si no tuviera esos hermosos ojos, ya lo habría aisshhh – pensó.
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El Hijo de la Muerte
General FictionLa muerte ronda a tu alrededor. ¿Cuantas veces hemos escuchado esta frase? Pero que pasaría sin en vez de llevarte, te mostrará lo que es encontrar el amor de una forma pura y sin restricciones, contradiciendo este mundo lleno de etiquetas y estereo...