Capítulo 8

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Después del susto que se llevaron en el callejón y al creer que en realidad había explotado algo en el lugar, Alex y sus amigos corrieron hasta que se dieron cuenta que estaban muy lejos de donde habían dejado a Erik tirado, agitados se detuvieron frente a un parque, se sentaron en una banca a la sombra de un gran árbol, el corazón les latía a mil por hora, por un segundo creyeron que se les saldría del pecho, cuando su respiración se tranquilizó un poco y recuperaron la compostura, uno de ellos, reaccionó a la realidad y se puso de pie:

- ¿Estará muerto? – pregunto casi atónito.

- ¿De qué hablas? – contestó Alex - por supuesto que está muerto, ¿no vieron que ya no se movía?

- ¿Te volviste loco? – dijo otro - sólo le íbamos a dar una lección para que aprendiera, ¡cómo pasó esto!

En eso, todos los chicos comenzaron a alterarse y atacarse entre ellos, sabían que las consecuencias serían fatales, ya no se trataba solo de acoso escolar, se habían convertido en asesinos y todos estaban involucrados, ninguno se salvaba, ahora sí estaban realmente en problemas, no había forma de que salieran bien librados de esto, en eso Alex se puso de pie, empujo a uno de ellos y les dijo:

- ¡Son estúpidos o qué! escogimos ese lugar por varios motivos, primero, a esa hora está solo, no hay cámaras, además, la única persona que podría denunciarnos está muerta, ¿a qué le tienen miedo?, no va a pasar nada, vamos a salir sin problema como siempre.

Tales palabras los alentaron un poco, pero la sensación de culpa que los invadía, no mejoró, se cambiaron las playeras manchadas con la sangre de Erik por las del uniforme, cuando terminaron de alistarse, se dirigieron a la escuela para evitar sospechas, transitaron por un camino diferente para no toparse con el lugar de los hechos y no ser relacionados con él, llegaron todos juntos para evitar cualquier comentario.

Sin embargo ese día, a diferencia de los demás, parecía que no querían ser notados por nadie, no molestaron a ningún alumno, se la pasaron juntos en una esquina como vigilantes, porque aunque creyeron en las palabras de Alex, sabían que cuando la policía interviniera y viera el uniforme de Erik, acudirían a la escuela primeramente y por un segundo se sintieron temerosos al pensar que serían cuestionados por ellos.

Alex estaba tan ensimismado en sus pensamientos, que de vez en cuando volteaba a ver el lugar de Erik, como esperando verlo sentado ahí, en algún momento su conciencia tomaba su lugar y le mostraba el mal que había hecho y el remordimiento lo invadía, estaba tan envuelto en la pelea de sus demonios internos que no se percató que Dante también estaba ausente.

Al terminar las clases se dirigió a su casa, al entrar su mamá lo recibió como siempre, pero estaba tan distraído que simplemente la ignoró, como era su costumbre, aventó su mochila en el sofá y se subió a su habitación encerrándose en ella. Abigail se preocupó por un instante, pero luego recordó el conflicto con Dante y pensó que seguía molesto por lo mismo y no se le había pasado aún, así que se dispuso a hacer la comida y se fue a la cocina.

Pasaba media hora cuando sonó el teléfono, Abigail respondió, fue una llamada de la escuela de sus hijos:

- Buenas tardes, señora, disculpe las molestias, queríamos saber porque Dante no había asistido a la escuela, ¿está enfermo? – se escuchó al otro lado de la línea.

- ¿Perdón?, no entiendo, Dante fue a la escuela como siempre – respondió Abigail confundida.

- ¡Ah sí! qué extraño, bueno cuando lo vea dígale que pase a la Coordinación, gracias por atender mi llamada.

Colgó el teléfono, no es que le preocupara Dante, pero era extraño que su rutina cambiara, porque nunca lo había hecho, siempre fue muy estricto en todo lo que hacía, parecía como un robot, de hecho, también llegaba antes que Alex y en esta ocasión no ocurrió, fue algo nuevo, pero como se trataba de él, simplemente lo ignoró. A los minutos llegó Zahid a comer y su recibimiento fue, como siempre, una queja:

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora