Capítulo 56

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Después de recibir la carga de energía por parte de Dimitri, Abel se dirigió a toda prisa al castillo, aunque sabía que solo le duraría un poco de tiempo y que podría agotarse antes de llegar, por tratarse de un poder que no le pertenecía, se concentró para conseguir llegar en una pieza para poder transmitir el mensaje y poder salvar a Erik y a Max, antes de que les ocurriera algo malo. Además todavía estaba impactado por el ser que intervino en auxilio de sus adversarios y que lo sometió con tanta facilidad, tenía que comunicárselo de forma urgente a Jahzeel.

Mientras tanto Dante se encontraba sentado con una pierna doblada sobre la otra, recargado en uno de los sillones de la biblioteca, cuando de repente se sintió extraño, dejo de leer el libro que tenía en las manos y se quedó pensativo como buscando algo extraviado en su interior.

Al principio no entendía lo que le ocurría, pero de pronto se dio cuenta de lo que le faltaba e inmediatamente se puso de pie cerrando el libro que traía en las manos ante la mirada extrañada de Jahzeel, quien se encontraba sentado cerca de una gran mesa ojeando un enorme libro:

- ¡Qué te pasa muchacho! – mientras trataba de descifrar su reacción.

- Me siento extraño, creo que algo me está pasando pero .... no se ... - respondió confundido.

- Pues dime entonces que es lo que sientes, para poder saber cómo ayudarte con ello – mientras seguía observándolo con cuidado.

- ¡Ese es el problema! no.... ¡no siento nada! – contestó sorprendido.

- ¡Cómo que no sientes nada! – se puso de pie Jahzeel al escucharlo – eso no es posible a menos que ...

- A menos que, ¡qué...!

- Que tu vínculo estuviera muerto – se acarició la barba – pero eso no es posible, ese chico no puede morir, además ya nos hubiéramos enterado de ello – movió su cabeza hacia un lado – tal vez este dormido o inconsciente.

- Pero ... no lo sé, porque aún dormido lo sentía, ¡algo no está bien! pero si esta inconsciente, significa que algo le pasó, pero .... no sentí nada previo a eso, todo parecía normal – se agarró el cabello con la mano que tenía desocupada - ¡Qué está pasando!

Ambos se quedaron meditando la situación, no entendían el motivo de lo que estaba sucediendo en ese momento, pero en esta ocasión Jahzeel era el más perdido, porque no sabía de los antecedentes de los sentimientos de Dante ni como habían funcionado hasta el día de su regreso. Por lo tanto, todo era nuevo para él, así que consideraba que no se trataba de nada importante, pero al ver a Dante preocupado, sé convenció de que en verdad algo estaba ocurriendo y al parecer no era bueno.

- ¡Tengo que ir a buscarlo! – se giró Dante soltando el libro que tenía en las manos.

- ¡No puedes salir de aquí! – le indicó Jahzeel tajante tratando de detenerlo.

- ¡Vas a detenerme tú¡ - le contestó alterado con toda la intención de enfrentarlo.

- ¡Si es necesario, lo haré! ¡no voy a permitirte que salgas de este lugar! – se alteró también, pero después pensó que no era conveniente hacerlo enojar, así que trato de calmarse y calmarlo – no sabes que es lo que está pasando y a lo mejor no es grave, no tiene caso que vayas y muevas todo el entorno de nuevo, deja contacto a Abel para que vaya a ver qué está pasando ¿te parece?

- ¡Está bien! – le respondió Dante no muy de acuerdo con la solución que le daban, porque estaba muy preocupado por Erik.

Jahzeel estaba a punto de contactar a Abel, cuando de pronto sintieron que una fuerza misteriosa entro al castillo, desde luego el anciano la identifico como un demonio, pero le extraño sobremanera que hubiera podido ingresar a ese lugar, por lo que presumió que se trataba de alguien poderoso. Por lo que inmediatamente ambos se pusieron a la defensiva esperando ver al invasor. Pero cuál fue su sorpresa que el recién llegado se trataba de Abel quien cayó agotado en los brazos de Dante.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora