Capítulo 33

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Después de un par de semanas de esfuerzos sin resultados, Dante salió del dormitorio más temprano que de costumbre, se dirigió a uno de los jardines, se sentó sobre el pasto verde y se recargo en la base de un árbol; hasta ese momento no se había puesto a pensar de forma detallada lo que anteriormente le había ocurrido, fueron tantos sentimientos al mismo tiempo, que trataba de separarlos uno a uno para comprenderlos.

Mientras meditaba en su interior todo lo ocurrido al mismo tiempo percibía el aroma fresco de la mañana, mezclado con olor de la hierba del lugar, reflexiono por unos instantes, hasta que su mente se aclaró: - nunca me imaginé el dolor que se siente perder a alguien que amas, es increíble lo que los humanos pueden llegar a sentir, cuando dejarás de sorprenderme Erik.

Después de un rato se levantó y se dirigió a la escuela, pero no entró a ninguna clase, no tenía ningún interés de escuchar a los maestros y mucho menos quería toparse con Lía, así que se fue al salón donde tenían los instrumentos musicales, era la primera vez que iba a ese lugar, era un salón bastante amplio, como era de esperarse, había una gran variedad de artículos. En un extremo del mismo, sobre la pared colgaban algunas guitarras y contra esquina de éstas, había una batería, junto con un teclado, un bajo y una guitarra eléctrica, todas en sus respectivas bases; en el otro extremo, había varias sillas formando un medio circulo y frente a ellas un hermoso piano de cola color negro con un pequeño banco del mismo tono pero con un cojín blanco.

Sin saber porque se acercó al piano, se sentó sobre el banquillo, destapo el teclado y lo observo por un segundo, luego levantó la cabeza y vio una libreta de partituras encima, la abrió justo donde se encontraba la Sonata de Claro de Luna de Ludwig Van Beethoven, la ojeo por un momento, la coloco sobre el atril y comenzó a tocarla. Sus dedos se posaban de forma tan delicada sobre las teclas, el sonido era tan preciso, claro y perfecto, que transmitía sin titubeos el sentimiento plasmado en ella, conmoviendo lo más profundo de su ser, o eso fue lo que en ese momento sintió, porque no solo la estaba interpretando, sino que al mismo tiempo la estaba sintiendo, fue un momento intenso pero muy relajante, pero a pesar de lo extraño del instante, no lo interrumpió, siguió disfrutando del éxtasis que ese momento le brindaba.

Al terminar su interpretación, el efecto seguía a flor de piel, suspiro por unos instantes sin quitar sus dedos del teclado, retiro sus manos y al levantarse, observó que no se encontraba solo en ese lugar, a un costado de la puerta, recargado sobre el marco, se encontraba Erik, muy desaliñado y sucio, quien hasta ese momento disfrutaba de la melodía con sus ojos cerrados. Pero de igual forma, a pesar de que ya no había ningún sonido en el lugar, seguía disfrutando de la sensación que le había generado la perfecta interpretación de cada nota.

Abrió los ojos y unas lágrimas corrieron sobre sus mejillas, se sintió apenado al darse cuenta de que lo estaban observando, trato de secarlas y comenzó a caminar en su dirección. Mientras se acercaba, Dante comprendió porque se había sentido de esa forma al interpretar la melodía, nunca se imaginó que también su amigo la estaría escuchando y sin dudarlo recorrió la distancia faltante entre ellos, estrechándolo hacia él, colocando un brazo sobre su espalda y el otro sobre su cabeza, al sentir la calidez de su abrazo Erik de igual forma le correspondió sujetándolo con fuerza.

No se dieron cuenta del tiempo que pasaron así, Dante saco un pañuelo y se lo entregó a Erik, quien al recibirlo le sonrió por unos instantes y comenzó a secarse las lágrimas y a limpiarse la nariz. Al verlo de pie frente a él usando su pañuelo, se sintió complacido, después de haberlo visto tan triste y dolido:

- ¿No sabía que podías tocar el piano? - le dijo mientras guardaba el pañuelo en su bolso - y menos de esa forma.

- Yo tampoco - pensó para sus adentros - ¿No toco tan mal cierto? - al fin contestó.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora