Capítulo 65

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Convencido de salir del castillo, Dante hizo un signo con sus manos sobre un arco de hermosas rosas rojas enlazadas con sus propios tallos, cubiertas de espinas de diferente tamaños y en unos segundos ya se encontraba en el mundo humano. Como tenía tiempo sin estar en él o eso creía en ese momento, comenzó a caminar observando su entorno, que aunque no había cambiado mucho desde el día que se fue de ahí, le parecía entretenido, porque ahora lo apreciaba de forma distinta. Comenzó a caminar disfrutando su entorno, observando los detalles que ante sus ojos se visualizaban, no le importaba el tiempo que pudiera durar en ese lugar, el solo hecho de encontrarse fuera del castillo, ya era algo motivador y refrescante para él.

Después de caminar por un largo rato se detuvo, se estiró un poco sintiendo en el rostro el aire fresco de la tarde que acariciaba su rostro y hacía volar su cabello. De pronto sintió un poco de humedad acompañando el viento fresco que lo rozaba. Fue hasta entonces que miró a su alrededor y fue hasta entonces que descubrió que sin darse cuenta estaba parado en un puente sobre un gran río largo y profundo.

Al darse cuenta de ello, se detuvo en el borde del puente, observando el curso del agua que fluía a un ritmo constante, al principio lo miraba indiferente, distrayéndose por leves instantes con las luces de la ciudad que brillaban a su alrededor o de los vehículos que pasaban a toda prisa detrás de él. De repente su atención se centró para contemplar la luna llena que se posaba sobre él, misma que lo hizo, al mismo tiempo mirar su reflejo en el río.

Ensimismado en sus pensamientos, nuevamente fijo su vista en el río e instintivamente comenzó a observarlo con atención, como si buscará algo en la profundidad de sus aguas: - ¿que estoy haciendo? – se preguntó así mismo - ¿porque siento que se me perdió algo? ¿y si fuera así? porque lo estoy buscando en ... - en ese instante varias imágenes invadieron su mente, hasta que el rostro de un chico se posó en su memoria, sus rasgos y facciones se volvieron claros, sus ojos lo miraron con intensidad mientras un par de lunares sobresalían de uno de ellos, que lo hicieron recordar todo de repente - ¡Erik!

Al mismo tiempo, Erik regresaba como cada tarde a su habitación, sintiéndose cada vez más exhausto, porque de pronto, ya no se sentía inspirado, sus proyectos se estancaron sin encontrar salida. Comenzó a estresarse y a sentirse frustrado consigo mismo, dudando cada vez que fallaba, de su capacidad como compositor y músico, por lo que el desgaste físico y mental aumentaba con cada canción inconclusa. Así que, decepcionado de sí mismo, dejo su mochila sobre la silla y se acostó en su cama.

Cerró sus ojos y se dejó llevar por sus pensamientos, extrañas imágenes recorrieron su memoria en ese momento, que lo hicieron sentirse triste pero a la vez feliz, entonces comenzó a visualizar unas frases para darle forma a una nueva canción:

"Me siento perdido,

mi alma no encuentra descanso,

siento que me quedo sin aliento,

y el aire se hace más difícil de respirar.

Ésta espera se volvió asfixiante,

me duele no tenerte,

te busco pero no logro encontrarte,

me atormenta no saber de ti.

No sé si pueda seguir viviendo de esta forma,

mi dolor aumenta cada día,

tu ausencia invade mi existencia,

prefiero morir que vivir lejos de ti."

Al instante abrió los ojos y se levantó de un salto quedando de pie a un costado de la cama, se dirigió a su escritorio dispuesto a escribirlas para que no se le olvidaran. Pero entonces algo lo detuvo de repente, por una extraña razón volteo hacía la cama vacía que se encontraba a un lado de él. Al ver la libreta sobre ella, llamó su atención nuevamente, como si le estuviera haciendo señas de que mirara su contenido. Así que para darle fin a su curiosidad, decidió tomarla y comenzó a ojearla.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora