Capítulo 69

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Dante fue el primero en despertarse, pero como era esperarse, no se levantó, permaneció acostado, abrazando y mirando a Erik. Después de estrecharlo por un rato, se movió un poco para acomodarse, apoyando su cabeza sobre su brazo para seguir contemplándolo, porque sabía que pasaría un tiempo hasta que pudiera volver hacerlo de esa forma. Por tal motivo lo miro como si quisiera que su imagen quedara grabada en su memoria como si fuera una impresión fotográfica.

Minutos más tarde Erik abrió los ojos, al instante se sintió feliz y apenado al mismo tiempo, porque descubrió que Dante lo miraba con sus hermosos ojos grises, pero en esta ocasión la forma en la que lo hacía, hizo que la piel se le erizara, porque a pesar de que era un momento que deseaba con todo su ser que sucediera, nunca se imaginó que sería tan hermoso y único, por lo que se sonrojo al instante mientras se acurrucaba para no ser descubierto. Desde luego, Dante se dio cuenta de ello, pero no le dijo nada, solo lo abrazó mientras lo besaba en la frente tiernamente.

Media hora más tarde, sabiendo que aunque quisieran no podían permanecer más tiempo juntos en la cama, se levantaron sin decir nada, se vistieron con unos shorts y unas playeras de Erik, porque Dante solo traía la ropa que llevaba puesta y después de tomar sus accesorios de baño se fueron a las duchas.

Como de costumbre, se cambiaban la ropa por una toalla en el vestidor y de ahí se pasaban a las regaderas, pero como eran vacaciones y las duchas estaban vacías, la rutina fue diferente, Dante jaló a Erik a una de las regaderas y comenzó a besarlo mientras el agua corría y los empapaba en su trayecto. Al cabo de un rato, sus ropas yacían mojadas en el piso, mientras sus cuerpos y sus labios seguían entrelazados mezclándose con el agua que corría entre ellos.

Salieron de las duchas cubiertos solo con las toallas de la cintura para abajo, caminando por todo el pasillo hasta llegar a su dormitorio, Erik caminaba delante de él mientras de reojo lo observaba interesado, porque su cuerpo seguía sin presentar ninguna marca a diferencia de él, que iba luciendo sus pequeños moretones por todo el trayecto. De pronto Dante se adelantó y abrió la puerta para ingresar en la habitación, al quedar de espaldas a él, lo jaló de la toalla ante la sorpresa de Dante:

- ¿Por qué no me habías dicho que te hiciste un tatuaje de dragón? – le dijo Erik sorprendido mientras le tocaba la parte baja de la espalda donde inicia la columna delineándolo con el dedo.

- No te entiendo, yo no tengo ningún tatuaje – le contestó Dante sorprendido.

- ¡Claro que sí! no me vayas a salir con que ahora no se lo que veo, es más, no te muevas – en eso fue por el celular, le tomo una foto y se la mostró – mira, es un tatuaje ¿no?

- Eso parece – le contestó Dante mientras miraba sorprendido la foto que le mostraba un hermoso dragón bien diseñado en tonos azules y verde agua ubicado en la parte baja de su espalda – pero... yo no me hecho ningún tatuaje, de hecho dudo mucho que me pueda perforar alguna aguja.

- Entonces... ¿que es eso? – se sorprendió Erik al darse cuenta que Dante no estaba enterado de ello, por lo que volvió a verlo nuevamente a ver si lo descubría. Pero cuál fue su sorpresa al darse cuenta que ya no estaba en ese lugar - ¡Wow! ¡ya no está! – le dijo sorprendido mientras le jalaba la toalla hacia abajo buscándolo.

- ¡Como que ya no está¡ - le dijo Dante mientras giraba su cabeza y torso, por lo que al quedar de frente a Erik éste lo detuvo con ambas manos.

- ¡Ahí está! – mientras le señalaba sus abdominales.

- ¿Dónde? – volteó Dante a verse hacia abajo y fue cuando descubrió el tatuaje mencionado por Erik, que ahora se encontraba colocado a un lado de su ombligo y fue hasta entonces que descubrió lo que sucedía – ahora lo entiendo, ya había leído al respecto – le dijo a Erik para tranquilizarlo.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora