Capítulo 31

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La biblioteca del castillo era enorme, Abel no tenía idea, por dónde comenzar a buscar, miraba los estantes como esperando que los libros le indicaran la respuesta, estaba muy confundido, no sabía ni siquiera que era lo que buscaba, creía que enloquecería si no obtenía una respuesta a sus interrogantes, entonces se sentó en el sofá desesperado colocándose las manos sobre la cabeza. Pero al instante se levantó al sentir la presencia de Jahzeel que ingresaba a la estancia en compañía de un mensajero.

- ¿Estabas aquí? – le preguntó Jahzeel extrañado al verlo sentado en la biblioteca.

- Si señor - le respondió sabiendo que no tenía forma de justificarse.

- ¿Cómo va todo con el chico? – le preguntó tomando interés en el tema que le concernía.

- Muy bien señor, voy a su lado en este momento – pero a pesar de que dijo que se iba no se movió ni un milímetro de su lugar.

- Excelente – se volteó Jahzeel dirigiéndose a su lugar acostumbrado seguido de su acompañante.

Al pronunciar estas palabras, Jahzeel siguió hablando con el mensajero, mientras Abel, dudo por unos segundos si se retiraba o no, sabía que la persona indicada para resolver sus dudas se encontraba frente a él, pero temía que al interrogarlo lo ofendiera o se molestara y eso le causara problemas, así que deicidio retirarse y buscar a quien le había plantado tales interrogantes en primer lugar, si ella lo había mencionado, lo más seguro es que tuviera algunas respuestas a sus cuestionamientos.

No fue difícil encontrarla, de hecho, parecía que lo esperaba, estaba sentada en una banca en los jardines de la Universidad, al verla se le acercó y se detuvo a su lado, no tenía idea con que pregunta iniciar, tenía tantas que hacerle, sin embargo, no tuvo oportunidad, Deborah se dirigió a él:

- Te voy a contar una historia, así que pon atención, porque tal vez al escucharla se contesten algunas de tus dudas – mientras le indicaba con la mano que se sentara a su lado - hace muchos años, yo estaba en la misma situación que tú, en una ocasión al intentar llevarme un alma, me vi envuelta en un escenario complicado que me hizo recordar algunas cosas de mi vida pasada, obviamente me confundí, porque al igual que tú, creí que yo había nacido así, como un ángel de la muerte, pero alguien me hizo ver que no fue así.

- ¿Quién? – preguntó Abel intrigado.

- No te adelantes, escucha todo primero – le contestó Deborah – después de tanta confusión me dirigí a la orilla de un lago, pero mientras observaba el agua correr, se acercó a mí un humano, pero no era cualquier humano, eso lo pude ver a simple vista, primero porque podía verme y segundo porque supo quién era, lo escudriñe para poder determinar su identidad, pero parecía sólo un humano con cualidades sobresalientes, en resumen, alguien interesante, y no me equivoque al respecto. En la antigüedad, el hombre que se encontraba a mi lado, fue un dios, que por azares del destino, fue desterrado y convertido en mortal, así que llevaba bastante tiempo en la tierra, pero ya estaba cansado de ella y estaba en búsqueda de una forma de regresar a nuestro mundo, pero hasta ese momento no la había encontrado. Sin embargo por una extraña coincidencia, sin planearlo, nos encontramos en el mismo lugar, dos seres con muchas interrogantes que contestar y lo que fue más extraño, es que cada uno tenía las respuestas que necesitaba del otro, así que comenzamos a dialogar por un largo periodo de tiempo.

- No entiendo – pensó Abel al creer que su historia no iba a contestar sus preguntas mientras la miraba confuso.

- ¡No me mires así! solo fue el preámbulo de mi historia, déjame seguirte contando – continuó hablando - al verme confundida me pregunto lo que me pasaba, al principio dude en decirlo, pero por alguna razón me dio confianza y le conté lo que me había pasado, se quedó pensando unos segundos y me preguntó que si estaba preparada para las respuestas, inmediatamente le conteste que sí, no había duda de ello, en eso tomo mi mano, me miro a los ojos y me volvió a preguntar que si estaba segura de hacerle frente a las respuestas que buscaba, a lo que contesté nuevamente que sí, entonces beso mi frente y todos mis recuerdos perdidos volvieron a mi como una avalancha, ¡fue tan impactante! tanto que perdí el conocimiento al instante.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora