Capítulo 20

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A pesar de no tener una excelente relación, ambos chicos se acostumbraron a estar juntos y verse a diario, así que cuando Erik no estaba con Lía, trataba de pasar tiempo con Max, pero como Dante no se le separaba, pues lo hacía con ambos, al principio casi no se hablaban, después reñían por todo pero al final hasta comenzaron a bromear, fue una labor titánica de Max, pero al final, fue quien logro que ambos necios se llevaran bien.

Después de varios días comenzaron a llevarse mejor, ya podían estar solos sin necesidad de la intervención de Max, al principio estaban en silencio cada uno haciendo sus actividades, posteriormente comenzaron a intercambiar palabras hasta que llegaron a conversar sobre algún tema en específico. Al principio tenían que ver con la escuela, después se tornaron en pláticas personales, por ejemplo, Erik comenzó a incluirlo y contarle de los proyectos que tenía, de los borradores de las canciones que escribía y hasta de lo que lo motivaba a seguir con sus metas a pesar de sentirse frustrado a veces.

Un día por la tarde llovía a cantaros y parecía que estaría así toda la noche, situación que les impidió salir, así que ambos chicos se encontraban en el dormitorio, mientras Dante leía un libro recostado en su cama, Erik estaba sentado en la silla frente al escritorio mientras escribía concentrado, de repente dejo de hacerlo, en eso, una extraña sensación recorrió el cuerpo de Dante, dejo de leer y miro con dirección al escritorio pensando: - ¿qué le pasa? ¿por qué me siento así? Y estaba a punto de preguntar, cuando Erik giro su silla hacia él.

- Tengo algo que he querido confesarte - mientras se frotaba las manos con nerviosismo.

- ¿Qué pasa?, porque de repente te pusiste así – le contestó soltando el libro que traía en las manos.

- ¡No lo sé! - respiró profundo - no sé cómo lo vayas a tomar, pero creo que es necesario que lo sepas.

- Dímelo entonces, te escucho - fijando su atención en él.

- Pues bien... hace rato que quería contártelo, pero por alguna razón, no se daba el momento, esperé en vano a que mencionaras en algún momento a tu familia, para sacar el tema, pero es fecha que no hablas de ellos, así que decidí ya no esperar y ser honesto contigo.

- ¿Es sobre mi familia? – le preguntó Dante con interés.

- Sí, en realidad es respecto a tu hermano lo que tengo que decirte – se sintió mal de sólo recordarlo.

- ¿Qué pasa con él? ¡Dime! soy todo oídos – sabiendo de antemano por donde iría la conversación.

- Bueno - tomo aire - yo fui quien interpuso la denuncia en su contra por agresión física y lesiones; pero cuando los demás compañeros se enteraron de que lo había hecho, de igual forma presentaron sus respectivas denuncias en la escuela, así que, al corroborar la veracidad de los hechos, tu hermano fue expulsado y terminó en la cárcel.

- ¡Oh! – se hizo el sorprendido - así que fuiste tú al final el que lo detuvo – mientras se sentaba en la cama.

- ¡Tuve que hacerlo! – trato de justificarse creyendo que se molestaría – al principio lo dudé, porque... realmente me dio miedo – siguió masajeando sus manos con nerviosismo - pero no podía permitir que le hiciera a otro lo que me hizo a mí, ¡me hubieras visto como me dejo! – mientras sus ojos se llenaban de lágrimas - no me reconocía en el espejo de tantos golpes que recibí de él y sus amigos - titubeo por un momento recordando ese momento que lo hizo estremecerse al instante – pero... si estás molesto conmigo, puedo entenderlo - inclinó la cabeza, un poco apenado.

Dante se levantó de la cama mientras lo miraba fijamente, Erik trato de retroceder al ver que se acercaba a él, sin embargo se sentó quedando a escasos centímetros y lo jaló con todo y silla hacia él, con una mano detuvo la silla y con la otra le sujeto las manos para que dejara de moverlas y se tranquilizara.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora