Capítulo 32

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Las cosas no habían cambiado entre los tres chicos, a pesar de que Erik se había prometido resolverlo no había tenido la oportunidad, Dante se acostumbró a irse a conducir mientras sus compañeros trabajaban en temas que no le interesaban, así que ese día como de costumbre se subió a su automóvil y se alejó de la Universidad, mientras tanto en el aula de grabación, se encontraban Erik y Max terminando de agregar la música a una de las canciones que habían compuesto.

Estaban muy concentrados en su actividad, Erik con los audífonos puestos y Max manipulando la computadora que se encontraba conectada a un teclado, con un ecualizador y un micrófono, ambos con movimientos de cabeza rítmicos, escuchaban con atención las notas que iban agregando para complementar la melodía de la composición más reciente de Erik.

Una hora más tarde la puerta se abrió, una figura entro y se colocó detrás de ellos, pero estaban tan concentrados en su actividad que no pudieron percatarse en el momento de dicha presencia, al cabo de unos segundos, unas manos deslizaron los audífonos de Erik descubriendo sus oídos:

- ¿Podemos hablar? – le pregunto la recién llegada.

- ¡Claro Lía! - volteo en el momento - ahora regreso Max.

- Seguro- le contesto sin voltear.

Ambos salieron del lugar, sin decir palabra caminaron hacia uno de los jardines, después de algunos pasos, ella se detuvo, al principio duro uno segundos dándole la espalda, pero finalmente se colocó frente a él:

- Porque tan callada Lía, ¿te fue mal en la audición? - le pregunto Erik para romper el silencio.

- ¡Claro que no! – le contestó de manera altanera pero orgulliosa de sí misma – pero no es de eso de lo que quiero hablarte.

- Me estás diciendo que conseguiste el papel, ¿cierto? – volvió a preguntarle interesado en su resultado.

- ¡Por supuesto que lo conseguí! pero ya te dije que lo que vengo a decirte es otra cosa – se cruzó de brazos porque creía que Erik pretendía evitar la plática.

- ¡Esta bien! te escucho – mientras se cruzaba de brazos, sospechando que dicha conversación no sería algo bueno para él.

- Bueno, hace tiempo que quería tener esta plática contigo, pero fue hasta ahora que me arme de valor para hacerlo – al fin le dijo mirando su reacción.

- De que se trata, dime, ¿porque tanto misterio? – volvió a preguntarle interesado.

Volteó hacia los lados como supervisando que no hubiera espectadores a su alrededor, pensó por un momento las palabras adecuadas que tenía que pronunciar, hasta que por fin se decidió:

- Quiero que rompamos - afirmó fríamente.

- ¡Qué! – sé sorprendió Erik al escuchar esas palabras - ¿por qué?

- Porque, sencillamente, ya no siento nada por ti, tengo tiempo que ya no disfruto tu compañía, ni me agrada que me beses o me toques, no me había animado a decírtelo porque no quería lastimarte, pero ya me cansé de seguir con esto – se giró como repudiándolo al recordarlo.

- ¡Espera un segundo! – le exigió una explicación - si ya no sentías nada por mí, porque seguiste pidiendo que nos viéramos, no hace mucho estabas a punto de tener sexo conmigo, por iniciativa tuya, ¿cómo puedo creer lo que me estás diciendo?

- No necesito que me creas, ¡es la verdad! – suspiró con enfado – no quería verte sufrir, porque aunque no lo entiendas, me daba pena que se afectara tu vida sin mí a tu lado.

El Hijo de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora